El 080 explora las identidades a través de la ropa
Txell Miras dialoga con el arte y Yolancris se refugia en la artesanía en una jornada de desfiles de autor
¿Perder o no perder la identidad? En el ámbito de la moda es vital que una marca sea fiel a sus principios. Que impregne de una forma de hacer, unos valores corporativos y unos rasgos creativos que la hagan singular y la posicionen mejor en un mercado atomizado de nombres que, muchas veces, no nos dicen nada. El espacio museístico del Macba ha acogido este jueves una nueva jornada de desfiles digitales del 080 Barcelona Fashion con diseñadores que expresan quiénes son y qué hacen a través de la moda. No solo es ropa lo que se exhibe, en muchos casos es una declaración de principios –y de intenciones.
Se nota que Txell Miras estaba como pez en el agua en el rodaje de su fashion film grabado hace unos días en el edificio de Richard Meier, ya que esta ubicación enlaza dos de sus pasiones: la moda y el arte, de una vertiente conceptual. La propuesta que ha presentado en el 080, Identidad, bucea en el interior de las personas que se esconden detrás de un desfile para analizarlas como sujetos singulares: “¿Quiénes son los modelos y qué vidas tienen?”, planteaba Miras como punto de partida de un nuevo cortometraje reflexivo. Para ello, la diseñadora sabadellense se inspiró en sus artistas preferidos: Ron Mueck, Joseph Kosuth o Richard Serra, entre otros, que se ven referenciados en el desfile con espejos, superficies reflectantes, videoproyecciones con declaraciones íntimas de los modelos y un carrusel final en el que cada persona lleva una camiseta con su cara impresa. La colección, teñida principalmente en blanco y negro, está repleta de transparencias que muestran el interior, piezas plisadas que añaden movimiento y corchetes que permiten incluir y excluir capas para reflejar que las identidades también pueden cambiar. Tras probar suerte con una línea masculina, Txell Miras vuelve a centrarse en el diseño femenino: “La mujer ya de por sí es masculina y femenina a la vez”, concluye.
La moda que incomoda
Quién ha incorporado más modelos femeninos en la colección es Eñaut. “La ropa de mujer despierta más interés y demanda”, reconocía el diseñador. Dentro de su línea crítica con la crisis medioambiental, el diseñador guipuzcoano denunció el vigésimo aniversario de la catástrofe del Prestige,que abocó al mar 77.000 toneladas de petróleo. “No somos conscientes del daño que estamos haciendo al ecosistema marino”, recordaba antes del desfile. Para escenificarlo, Eñaut manchó con gotas de pintura negra las piezas clave de la colección: “Las manchas simbolizan la contaminación”. También introdujo corsés en camisas y vestidos para escenificar el constreñimiento, el ahogo y la muerte de la fauna afectada por el derramamiento. De hecho, el único color presente en la colección es el rojo, que, según el diseñador, simboliza la sangre: “Es una realidad incómoda que no quiero que se olvide”.
Los otros jóvenes diseñadores Victor von Schwarz y Tíscar Espadas apostaron por la moda sin género, cada cual siguiendo su propio estilo. Por un lado, Von Schwarz se inspiró en las películas de la mafia asiática de los años 80 y 90 para presentar su peculiar universo naif: conjuntos de chaqueta y pantalón, cuadros vichy con lentejuelas, estampados de pistolas y tonalidades suaves. “Me inspiro mucho en la moda oriental”, añadía el diseñador barcelonés.
Por el otro, Tíscar Espadas debutó en la pasarela catalana con una propuesta de diseño funcional que va más allá de las temporadas: “Me interesan las piezas versátiles que crean un armario modulable”, explicaba. La diseñadora andaluza añade un valor añadido a la ropa que la hace única: pinta dibujos a mano de tal manera que nunca hay dos modelos iguales.
Apelar a los sentidos
El glamur de la jornada lo aportó Yolancris con un repertorio de vestidos de fiesta que bien podrían protagonizar cualquier alfombra roja y dejar boquiabiertos los presentes. En esta edición, Yolanda Pérez ha dejado temporalmente su proyecto más experimental, Y Como –presente en las últimas ediciones del 080–, y también la moda nupcial, para mostrar el trabajo de artesanía que se respira a su taller. “Hay que mirar bien cerca cada pieza para apreciar los bordados, las hilaturas metalizadas o los diseños fractales inspirados en la naturaleza”, explicaba. La propuesta recoge vestidos de patrones clásicos mezclados con otras siluetas contemporáneas y también algunas piezas más urbanas como chaquetas y conjuntos de dos piezas. Un tejido dominó la nueva propuesta festiva: el terciopelo, y también un color: el negro con pinceladas de dorado, con combinaciones cromáticas que eran una delicia para la vista y el tacto.
La ropa de Lebor Gabala también da gusto de acariciar por la calidad de los tejidos que utiliza en la confección. A las manos no se las engaña: “Las lanas merinas, la cachemira, la alpaca o la lana muy fina con seda hacen que las piezas tengan una textura suave y muy cálida”, añadía la diseñadora Maite Muñoz. La creadora traslada la colección a Noruega en un viaje que hizo para contemplar auroras boreales. El primero look de la colección hace referencia a la bandera ucraniana: la modelo lleva un jersey azul cielo y una falda amarilla: “Surgió de manera espontánea al juntar dos piezas que ya teníamos hechas porque seguimos muy impactados con la guerra”. El resto, la vertebran piezas abrigadas como chaquetones y chaquetas con jacquard de cuadros, pata de gallo y de fantasía y pantalones fluidos que ofrecen un contrapunto de ligereza. La paleta de colores es variada: desde los tonos apagados hasta los más vivos.
Para acabar, Maite by Lola Casademunt cerró el calendario de desfiles de la pasarela catalana con una colección de estética après ski que mezcla glamur y comodidad fuera de pistas. La directora creativa de la marca, Maite Casademunt, revisa la moda alpina a través de piezas técnicas acolchadas como abrigos, monos y pantalones, jerséis con aires retro y vestidos con lentejuelas, laminados y metalizados en tonalidades tierra: “Quiero traer la moda de esquí a mi terreno”, añadía. No faltó tampoco el animal print ni el color rosa fucsia, que son marca de la casa. Te gustará más o menos, pero la firma catalana tiene una identidad propia que salta a la vista.