BarcelonaLo han denominado première por las claras alusiones cinematográficas que hace el 080 Barcelona Fashion desde su apuesta por el formato digital y los vídeos a raíz de la pandemia, pero ha sido una fiesta en toda regla. Este martes por la tarde se ha dado el pistoletazo de salida al 080 Barcelona Fashion, la semana de la moda catalana, con esta fiesta en el Convent dels Àngels, una cita que ha agrupado a todos los profesionales de la moda catalana, reunidos de nuevo después de la pandemia. “Teníamos ganas de reunirnos y vernos en persona”, afirmaba Marta Coca, directora del 080.
La cita marca el pistoletazo de salida a tres días de desfiles virtuales que empiezan este miércoles y se alargarán hasta el viernes. Participan 22 diseñadores y marcas que reflejan el talento y la diversidad del ecosistema de la moda catalana. Veteranos y veteranas de esta cita como Menchén Tomàs, Txell Miras y Custo compartirán escenario con marcas más jóvenes como Avellaneda, Paloma Wool o Yolancris y debutantes como The Artelier o Tíscar Espadas. Este año, el escenario escogido para rodar los fashion films ha sido el interior del Macba, el edificio de carácter racionalista del arquitecto norteamericano Richard Meier, que ha ofrecido nuevas posibilidades de grabación gracias a las amplias zonas de exposición, la geometría de las rampas y la luz que penetra por la fachada y las claraboyas del techo.
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La retransmisión de los desfiles será nuevamente por streaming a través de la web del 080, donde los usuarios podrán visualizar el resultado final de cada pieza audiovisual, así como otros contenidos de moda. Y es que la pasarela catalana ha encontrado en la digitalización, “una personalidad propia” en la cual se siente cómoda y que, a su vez, la diferencia del resto. “No queremos renunciar a ella porque nos permite llegar a más audiencias y ser más internacionales”, añade Coca. A lo largo del año, la organización seguirá reflexionando sobre como integrar el formato físico con el virtual.
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Dentro de las entrañas de la pasarela
Si “la acción” se ha desarrollado en el Macba, la preparación de cada show se centralizó en el Convent dels Àngels, donde la capilla y las diversas salas de arquitectura gótica se transformaron del 14 al 19 de marzo en espacios modulares para acoger al personal que hace posible “la magia” de la moda. Las cabinas de los diseñadores donde se hacían las pruebas de ensayo-error, la sala de peluquería y maquillaje y los pasillos apretujados de fauna diversa: desde modelos y diseñadores hasta cámaras, fotógrafos y montadores. Observar las carrerillas, los contratiempos y los nervios que se palpaban entre bastidores no era glamuroso, pero sí que lo hacía vivo e interesante. Todo el mundo jugaba un papel fundamental en este montaje orquestado. “A estas alturas de la película no me asusta nada”, decía Carlos Olivares, planchador de Rowenta. Olivares era el encargado de dejar impecable toda la ropa que sale en los desfiles. En 10 años que lleva trabajando para el 080, se siente como un MacGyver de la moda porque ofrece soluciones creativas a los imprevistos. “Hemos cosido botones y cremalleras que se rompen a última hora e incluso tuvimos que dejar unos calzoncillos a un modelo que llevaba unos inadecuados”, remarcaba en tono sarcástico. No solo la plancha sacaba humo.
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Tampoco las manos que sostenían los secadores de pelo y las pinturas de guerra tuvieron tregua alguna durante 12 horas. “Los días de grabación son muy intensos, pero valen la pena”, decía Patrícia Castuera, del equipo de maquillaje. Castuera es la encargada de dar los últimos retoques a los modelos: “Los más habituales son redibujar la línea del ojo que se ha deshecho por el sudor del párpado y reforzar el color del pintalabios ”. Las maniquís también sufren el transcurso de las largas jornadas. La modelo Mayka Merino lucía un vendado casero en un pie que se le había hinchado durante el segundo día de grabaciones. “¿Tendré que llevar unos tacones muy altos?”, le preguntaba a la diseñadora Maite Muñoz, de Lebor Gabala, durante el fitting.
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La hora de la verdad
Una vez vestidos y maquillados, los modelos se dirigían al segundo piso del Macba donde otros equipos de producción se preparaban para elaborar las fotografías oficiales y los vídeos de los desfiles de cada día. Sentado en un taburete estaba Francesc Ten, un veterano fotógrafo que ya sabe cómo encontrar el ángulo perfecto para inmortalizar el momento: “A veces tengo que hacer de animador para que los modelos se sientan cómodos y saquen a cámara una expresión natural”. Quien ha orquestado una vez más todo el engranaje artístico del 080 es Esther García Capdevila, directora de arte, casting y consultora de moda de ESMA. Esta empresa, que tiene mano para organizar acontecimientos de moda, coordina las casi 500 personas que trabajan en la pasarela catalana: “Lo más importante es que todos los equipos estén muy sincronizados”, aseguraba esta profesional, que acumula más de 30 años de experiencia en el sector. Esther también se ha hecho cargo del casting, que procura que sea diverso en cuanto a edad, sexo y nacionalidad. “Me incomoda hablar de etiquetas, porque más allá de mantener un equilibrio en las proporciones del cuerpo, me fijo en que los modelos tengan carisma”, concluía.
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Un homenaje a Ucrania
El conflicto de Ucrania se hará visible también en la pasarela catalana. Firmas como Simorra o Lola Casademunt han hecho algunas referencias sutiles a la guerra. Otros como Km by Lange, marca invitada de la edición de este año, lo dejarán patente de forma evidente. A la diseñadora Kati Lanhe, el estallido de la guerra, el pasado 24 de febrero, la cogió desprevenida mientras dormía en su ciudad natal, Vínnitsia, en un viaje que hizo para recoger las últimas piezas de la colección que presentaba en el 080: “Dos bombas que habían explotado muy cerca de casa me despertaron”, recuerda con tristeza. Lanhe cogió lo que pudo en una maleta de mano y volvió a Catalunya con los recursos disponibles: el coche de unos amigos, un taxi y el último tramo a pie para atravesar la frontera por Rumanía. Tres días más tarde llegaba a Barcelona, donde hace tiempo que reside con su pareja catalana y la hija de ambos, de 3 años: “Mi familia ucraniana está bien, pero no podemos bajar la guardia”.
De la propuesta original que Km by Lange quería presentar en el Macba, faltan los abrigos, los accesorios y la joyería. Para llenar estos vacíos, la diseñadora ha utilizado piezas otras temporadas que también transmiten la esencia: “Todas las colecciones hablan de mi país y de mis raíces”, recalca. La marca también sostiene valores como la artesanía, la sostenibilidad y la sororidad, porque la ropa la hacen mujeres de más de 60 años en pequeños talleres de Ucrania que sostienen la economía local para mujeres que comparten unos rasgos en común: “Son femeninas, feministas y se sienten seguras de sí mismas”, añade. Kati Lanhe dice que no hará un desfile convencional, sino una performance para denunciar la ofensiva rusa: “Veréis dos modelos del país que juegan un papel decisivo y habrá una lectura de un poema”, asegura la diseñadora, que ha contado con la colaboración de la ceramista Corrie Bain y la violinista Maria Baños. Promete emociones a flor de piel.