Escapadas

Del Cadí a Els Ports: 7 refugios donde escapar este otoño

Una selección de equipamientos de montaña para explorar los bosques aptos para toda la familia

Si pensamos en un refugio de montaña, el cerebro activa al piloto automático y, casi por inercia, dibuja un paisaje de alta montaña, probablemente en el Pirineo. Añade una mochila cargada y unas botas y lo sitúa, probablemente, en verano, quizá en plena travesía de Carros de Foc o Cavalls del Vent. Tenemos el imaginario colectivo secuestrado por las grandes rutas y temporada alta. Y es normal, pero en los refugios hay vida más allá. Ésta es la premisa que movió a la geógrafa y periodista de viajes Laura Masó a calzarse las botas. "Me lo planteé como una necesidad. Había cierta carencia", dice Masó, que asegura que hacía falta una guía, una fuente física que pusiera orden en el panorama. "La información estaba fragmentada, cada entidad ofrecía la suya, pero no había un sitio donde consultarlo todo". Sobre todo, detectó un agujero negro en lo que respecta a los refugios no guardados. "Son los refugios más básicos, ya menudo la aventura comienza antes de llegar, sólo llamando al Ayuntamiento oa la entidad de turno para conseguir la llave".

El resultado de la búsqueda es la guía 101 refugios de montaña de Cataluña (Cosetania), una guía diversa y desterritorializada que rompe con la idea de que la montaña catalana está sólo en el Pirineo. "¡Para que no todo el mundo vaya a los mismos lugares. ¡La gente se sorprende muchísimo de que haya refugios en las comarcas de Tarragona!", dice la periodista.

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La guía llega en un momento en que el papel de los refugios ya no es el de hace cincuenta años. "Han cambiado bastante. Los primeros se construyeron por un interés muy claro de acercarse a las cimas. Eran cabañas de pastores, antiguos edificios o barracas de trabajadores que realizaban trabajos en las zonas de montaña", explica Masó. Aún son un punto muy importante para acercar a las personas a la naturaleza, pero el público ha cambiado. "Ya no se trata sólo de acceder a la alta montaña, sino de descubrir el entorno natural, practicar ciclismo, ir en familia o disfrutar de una comida".

La "popularización" y la "necesidad de consumir naturaleza" han hecho que Masó incluya en la guía "unas normas muy básicas pero que quizás no todo el mundo conoce". Se trata de un recordatorio necesario de la filosofía de los refugios, para saber qué esperar, cómo sentirse a gusto y cómodo y cómo relacionarse con el entorno. Y diferenciar sus diversas tipologías. Están los guardados, que ofrecen servicios de comida y alojamiento; los no guardados, donde nadie te encuentras y la autogestión es total, y los refugios-albergue, que a menudo están dentro de un casco urbano y se puede llegar en coche.

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Ahora que la nieve comienza a insinuarse en las cimas y el frío empieza a hacer acto de presencia, la pregunta es obligada: ¿dónde recomendarías ir durante el otoño? "Hay zonas donde ahora no hay nieve y las rutas suelen ser de dificultad media o baja", señala Masó, como en la periferia del Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, Pallars, Ports, Berguedà o Ripollès. Con esta premisa, elegimos siete de estos refugios que la guía destaca y que son bases perfectas para una escapada de otoño.

1.
Refugio de Gresolet (Berguedà)

Parque Natural del Cadí-Moixeró, 1.300 m

Es un clásico, sí, pero el otoño le sienta de maravilla. A los pies de la cara norte del Pedraforca, en el municipio de Gisclareny, este refugio guardado (45 plazas) es mucho más que un campo base para escaladores. En otoño, la cima puede esperar; la magia está en el bosque. "Existe la parte del hayedo, que es muy bonita", destaca Masó. La ruta Fageda y Mirador (10,87 km, +741 m) que propone la guía es la excusa perfecta. Es tiempo de setas, de pisar hojarasca y de disfrutar de uno de los hayedos más espectaculares del país. Además, es un punto estratégico para travesías como Cavalls del Vent o el GR-107.

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2.
Refugio Arbolí (Baix Camp)

Montañas de Prades, 711 m

Éste es un ejemplo perfecto de lo que la guía llama refugio-albergue. Está situado "en medio del municipio de Arbolí", tiene 16 plazas y se llega cómodamente en coche. Es un punto de encuentro clásico para escaladores, que tienen cerca de las paredes de roca caliza de la zona, pero cada vez más para excursionistas. Ofrece comida casera y de temporada y tiene una programación cultural propia. En otoño, cuando el calor de la zona ya no ahoga, la guía destaca una ruta interesante: "la visita al pueblo abandonado de Gallicant", una caminata sencilla (6,95 km, +226 m) y "espectacular para entender el despoblamiento de este territorio".

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3.
Refugio Los Estudios (Ripollès)

Parque Natural de las Cabeceras del Ter y del Freser, 1.250 m

En Espinavell (Molló), las antiguas escuelas del pueblo se rehabilitaron en 2013 como un refugio de gestión privada de 50 plazas. Es un albergue cómodo y una base perfecta para explorar el Valle de Camprodon. "Está en medio del pueblo, se puede llegar en coche, y es un buen punto para moverte por el valle", explica Masó. Desde aquí se puede ir hacia zonas más altas del Parque Natural de las Cabeceras del Ter y el Freser, aunque en otoño un buen plan es disfrutar de la tranquilidad de los bosques. Hay rutas para todos los niveles, desde la exigente vuelta circular al Costabona de 34,6 km hasta la ascensión al monte Moscós (5,55 km, +669 m).

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4.
Refugio Valle de Siarb (Pallars Sobirà)

Parque Natural del Alt Pirineu, 1.300 m

Es una joya escondida, una apuesta clara por la desterritorialización. En Llagunes (Soriguera), las antiguas escuelas son hoy un refugio-albergue (23 plazas) nacido de una iniciativa popular en el corazón de un "valle desconocido". Sede del Museo de Caminos, incluye un proyecto que museiza los antiguos caminos de basto con la ayuda de voluntarios. El otoño es el momento de descubrir este patrimonio en silencio: rutas para conocer el entorno de Llagunes o la ruta de Les Fonts (sólo 4,28 km y +58 m) son un viaje a un Pallars sin prisas. (Cuidado: sólo se puede pagar en efectivo).

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5.
Refugio de Bassagoda (Garrotxa / Alt Empordà)

Pirineo Oriental Catalán, 620 m

Aquí entramos en territorio aventurero. Éste es un refugio no guardado (30 plazas), la antigua escuela del pueblo de Bassegoda, hoy un espacio abierto con literas y chimenea. Como advierte Masó, hay que tener en cuenta que es necesario contactar con el Centro Excursionista Empordanés, la entidad que lo gestiona, para coger las llaves. Es la base perfecta para adentrarse en otoño en la Alta Garrotxa, un territorio salvaje, húmedo y solitario, lleno de bosques de encinas y robles. Ideal para subir al monte de Bassegoda (7,46 km, +620 m), una atalaya espectacular entre el Empordà y la Garrotxa.

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6.
Refugio Casa Bigodé (Pallars Jussà)

Parque Nacional de Aigüestortes (zona periférica), 1.100 m

En Envall, un pueblo abandonado durante más de treinta años, un proyecto cooperativo ha vuelto a dar vida en la Casa Bigodé. Este refugio guardado (24 plazas) es mucho más que un lugar en el que dormir: es un proyecto de rehabilitación cultural. Ofrece residencias artísticas y una clara filosofía de modernidad, confort y sostenibilidad, con una cocina vegetariana y de territorio. Es un lugar al que ir a otoño no sólo para caminar, sino para entender cómo se puede recuperar el patrimonio. Las rutas circulares desde Envall o hacia la Pobleta y el Cogulló (12,98 km, +756 m) son perfectas para disfrutar de los colores del bosque de Brea.

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7.
7. Refugio UEC Caro (Baix Ebre)

Parque Natural de Els Ports, 1.090 m

Aquí teneis una de las grandes sorpresas tarraconenses y la prueba de que hay vida (y mucha) más allá del Pirineo. En Els Ports, este refugio guardado (34 plazas), que acaba de cambiar de gestión, es una base de operaciones fantástica. "Es grande, ideal para grupos", apunta la autora. Y lanza la idea: "Es un buen sitio para hacer castañadas". La naturaleza aquí es salvaje, potente, y en otoño es más fácil ver fauna salvaje. "Es fácil ver cabras salvajes que a menudo te vienen a ver allí mismo, la gente se sorprende". Ideal para rutas por el macizo, como la ascensión al Monte Caro (7,48 km, +408 m) o, para los más valientes, rutas largas en BTT.