Escapadas

Cuevas, minas y catacumbas: un viaje por la Europa subterránea

Bajo tierra hay un mundo paralelo lleno de misterios, bellezas ocultas y construcciones con mucha historia

BarcelonaHay una Europa que no se ve a simple vista. No tiene cúpulas doradas ni balcones floridos, pero esconde esculturas de sal, ríos interiores y galerías que se adentran en las entrañas del continente. Es una Europa subterránea, oscura, pero fascinante, llena de cuevas que parecen palacios góticos, de minas abandonadas convertidas en museos vivos y de catacumbas donde todavía resuena el murmullo de los siglos.

Este es un viaje hacia abajo, literalmente. Un descenso que nos lleva a conocer la otra cara del paisaje: la que no alumbra el sol, pero que brilla con una luz propia. En este mundo paralelo, el tiempo se mide en capas de roca, sedimentos y leyendas. Encontramos el arte natural de las estalactitas, las cicatrices de la explotación minera e incluso las huellas invisibles de las creencias y rituales de hace milenios. Porque bajo nuestros pies, Europa conserva su memoria más profunda: la que puede respirarse entre paredes húmedas y silencio denso.

Cargando
No hay anuncios

Para hacer este viaje necesitamos poca cosa: un frontal, un buen calzado y respirar hondo para dejarnos sorprender por una Europa misteriosa entre estalactitas, pasillos infinitos y secretos listos para ser descubiertos. ¿Nos acompañas?

1.
Catacumbas de Roma. Italia

Bajo el frenético asfalto de Roma, se extiende un universo fúnebre y fascinante: decenas de kilómetros de catacumbas excavadas entre los siglos I y IV. En los márgenes de las antiguas vías romanas, como la vía Appia o la vía Nomentana, este laberinto subterráneo conserva miles de tumbas y testigos únicos de los rituales funerarios de las primeras comunidades cristianas y judías. De las más de sesenta catacumbas localizadas, sólo cinco se pueden visitar hoy: San Calixto, San Sebastián, Domitila, Priscila y Santa Agnès. Frescos, criptas y osarios decorados hablan de un tiempo de fe, persecución y misterio, donde reposan los restos de mártires, fieles y hasta dieciséis papas. Algunas galerías son aún inexploradas, como si Roma guardara sus secretos más antiguos en el corazón de la tierra.

Cargando
No hay anuncios
2.
Ciudad subterránea de Naours. Francia

A 33 metros bajo tierra, en el corazón de la Picardía, hay un laberinto de galerías que durante siglos ofreció refugio a los habitantes de Naours. en 3.000 personas encontraron escondrijo. En 1887, el abad Ernest Danicourt redescubrió este espacio olvidado y lo abrió al público. un museo que recrea oficios tradicionales picardos.

Cargando
No hay anuncios
3.
Mary King's Close de Edimburgo.

En el subsuelo de la Royal Mile, el corazón histórico de Edimburgo, encontramos el Mary King's Close, una calle del siglo XVII cerrada, olvidada y literalmente tragada por el crecimiento de la ciudad. Es la única calle preservada de ese tiempo y que nos muestra la cara más oscura y fascinante de la capital escocesa. Antiguos residentes, epidemias, supersticiones y una ciudad que crecía hacia arriba mientras sepultaba a los más desfavorecidos. Ahora, actores caracterizados y excursiones nocturnas llenas de misterio dan vida a ese laberinto de pasado empedrado. Estas visitas teatralizadas, ya menudo a la luz de las velas, te llevarán por cámaras y pasillos llenos de recuerdos –y alguna inquietante sombra–. Tanto si te atraen las historias urbanas como si buscas emociones fuertes, éste es un viaje al pasado que no se olvida fácilmente.

Cargando
No hay anuncios
4.
Volcán Thríhnúkagígur.

A medio camino entre la ciencia y la fantasía, Islandia esconde una experiencia única en el mundo: entrar en un volcán. El Thríhnúkagígur —nombre que significa cráter de tres picos— es la única cámara magmática visitable del planeta. A sólo media hora de Reikiavik, es un volcán que entró en erupción hace 4.000 años e, inexplicablemente, dejó su cuarto vacía sin que se derrumbara la cavidad interior tras la salida de la lava. Ahora, sin riesgo de que, de momento, vuelva a entrar en erupción y gracias a una estructura metálica que desciende como un ascensor de mina, se puede descender 120 metros hacia las entrañas de la Tierra. Allí te espera una cueva gigantesca llena de paredes pintadas de amarillos, naranjas, rojos y verdes. Una paleta natural y viva que parece sacada de un sueño geológico. Es una experiencia única que podría haber salido de un libro de Julio Verne. Pero no es ficción, basta con ir a Islandia para hacerlo posible. Eso sí, el acceso está limitado a los meses de verano.

Cargando
No hay anuncios
5.
Minas de sal de Wieliczka. Polonia

Cerca de Cracovia, a tan sólo 14 kilómetros del centro histórico, se abre un mundo secreto y resplandeciente que parece sacado de un cuento fantástico: las minas de sal de Wieliczka. En funcionamiento desde el siglo XIII, estos túneles de más de 300 kilómetros y 327 metros de profundidad forman una auténtica ciudad subterránea de sal. Pasillos infinitos, esculturas que brillan como si fueran de mármol, muros traslúcidos y un microclima con propiedades curativas te rodearán cuando las visites. La mayor sorpresa llegará al corazón de la mina: la capilla de Santa Kinga, una iglesia majestuosa excavada en sal, con vitrales, retablos y luces que cuelgan como estrellas congeladas. Reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Wieliczka es mucho más que una antigua explotación minera: es un santuario, una obra de arte colectiva y una prueba de que incluso en las entrañas de la Tierra se puede construir belleza y espiritualidad.

Cargando
No hay anuncios
6.
La cueva de hielo Eisriesenwelt. Austria

Conocida como el mundo de los gigantes de hielo, Eisriesenwelt es la cueva de hielo más grande del mundo. Un laberinto de más de 40 kilómetros de galerías subterráneas donde el agua congelada ha esculpido paredes relucientes, figuras colosales y estalactitas en el interior del macizo del Tennengebirge, a unos 40 km al sur de Salzburgo. Para llegar hay que tomar un teleférico y subir 1.400 escalones hasta la boca de la cueva, donde recibirás una luz de carburo para iluminar la travesía. En su interior, la luz temblorosa mostrará paisajes que cambian cada temporada y una temperatura bajo cero todo el año. Sólo es visitable entre mayo y octubre, pero la experiencia de andar dentro del hielo eterno vale cada paso. Un viaje al corazón frío de la Tierra.

Cargando
No hay anuncios
7.
Berlín subterránea. Alemania

En los sótanos de la capital alemana se esconde un mundo paralelo de pasillos secretos, refugios antiaéreos y túneles de escape que tuvieron un papel clave durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Y es gracias a la asociación Berliner Unterwelten que hoy este pasado sumergido es visitable. Con su tour más famoso puedes adentrarte en un búnker original de la Segunda Guerra situado debajo de la estación de Gesundbrunnen: un laberinto de hormigón que acogía hasta 1.300 personas durante los bombardeos. Aún se pueden ver objetos originales, inscripciones en paredes y salas que han quedado congeladas en el tiempo. Y es sólo el principio. Otras rutas exploran antiguos túneles ferroviarios reconvertidos en bunkers nucleares durante la Guerra Fría, estaciones de metro abandonadas o pasillos excavados para ayudar a atravesar el Muro. Una experiencia inmersiva y sorprendente, que invita a mirar a Berlín con nuevos ojos.