Cuerpo y Mente

"Todos somos un poco extraños"

Hablamos con el psicólogo y doctor Sergi Rufi, autor del libro 'La belleza de la rareza'

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Cuerpo y Mente

Barcelona“Las únicas personas que me interesan son las que están sonadas, las que están locas por vivir, locas por hablar, deseosas de todo al mismo tiempo, aquellas que nunca bostezan ni dicen tópicos, sino que queman, arden, arden como cirios en medio de la noche”. Esta cita, escrita por Jack Kerouac en 1957 en el célebre libro En la carretera, es probablemente una de las mejores definiciones que se han hecho nunca sobre todas las personas que se salen de lo establecido, de lo que la sociedad considera como normal.

Casi setenta años después, hablar de personas “extrañas” sigue estando a la orden del día. Incluso parece que todavía sea necesario reivindicar que es positivo contar con rasgos que te diferencian del resto, más allá de formar parte de una masa gris y uniforme. Al menos esto es lo que sugiere la reciente publicación del libro La belleza de la rareza (Libros Cúpula, 2024).

En sus páginas, el doctor en psicología Sergi Rufi, con un tono rebelde y provocativo, al igual que los tatuajes que cubren todo su cuerpo y su rostro, explica qué significa ser diferente en esta sociedad y da claves para poder vivir una vida "de forma auténtica, sin vergüenza ni culpa".

“Ahora ser raro está de moda, pero es el raro estético, porque después vas a hablar con esa persona y no tiene discurso –asegura Rufi–. “En mi época, en los noventa y dos mil, el raro lo era por dentro y por fuera. Era gente diferente en ética y estética”.

Lejos de lo que podría parecer, el psicólogo asegura que todos somos extraños, aunque en distintos grados. “Hay gente que es rara con el gusto musical, otra que lo es con el sexo o la ropa. Pero, para poder trascender el punto estético, siempre debe haber un “fondo de armario” más interno para definir a las personas “extrañas”.

“Son todas aquellas personas que no son convencionales, que tienen un gusto propio, que son sensibles y con tendencia a la introversión, la soledad y la intermitencia”, continúa el psicólogo, quien también remarca que suelen ser personas inteligentes que han sido culpabilizadas por no encajar en el modelo familiar o social que se les pedía .

El peso de la culpa

“En el fondo, todo el mundo es un poco raro si se lo permite. Sólo hemos aprendido a esconderlo para encajar mejor”, explica Rufi. De este modo, así como a un bebé le hemos enseñado a controlar sus impulsos para que pueda adaptarse a la sociedad, el psicólogo considera que sería bueno poder realizar un proceso inverso y recuperar toda la originalidad innata que llevamos dentro . "Así podremos volver a conectar con las sensaciones de libertad, creatividad y diversión", continúa. En otras palabras, todo lo escaso, anormal y diferente, nos atrapa porque “nos desatasca y nos abre nuevas vías” para ver el mundo.

Y qué pasa si queremos hacer caso a nuestra esencia más interna y mostrarnos tal y como somos? "Se despierta la culpa: culpa y angustia por ser diferente, por haber fallado a los padres, por no encajar en la sociedad", explica Rufi. Un sufrimiento que el psicólogo intenta explicar desde una base: “Es importante comprender que no somos libres, que somos consecuencia de muchas variables de índole genética, biológica y ambiental. Yo no he escogido mis gustos, yo soy coherente con mis gustos y no los reprimo. Si vives tu rareza de forma natural, esto te permite ser quien eres”, dice el autor del libro.

Pero conseguirlo no siempre es fácil. La culpa suele ser un elemento muy presente a lo largo de la vida: “Tu padre te hacía sentir mal porque no sacabas excelentes, el profesor te hacía sentir que eras un mal estudiante, el cuidado te decía que eras un mal cristiano y ahora el gurú espiritual te dice que no medites lo suficiente. La culpa siempre es la moneda de cambio en las relaciones humanas”, asegura.

Es cuando nos liberamos del sentimiento de culpa por no encajar en lo que la sociedad considera como normal, “que conseguimos conocernos, comprendernos, amarnos y vivir mucho más a gusto en nuestra piel. Y, por encima de todo, nos permite facilitarnos la vida, en vez de complicárnosla”, dice el psicólogo.

Finalmente, el autor asegura que, hasta que no se demuestre lo contrario, la rareza es nuestro don personal, lo que podemos compartir con el resto del colectivo para poder evolucionar juntos. Eso sí, para poder vivirla plenamente y confiar en ella, primero debemos aprender a dejar de sentir culpa. Quizás sólo así, en plena libertad, podremos quemar, quemar y quemar como cirios en medio de la noche, tal y como escribía el escritor norteamericano.

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