"Gala decidía y dirigía la imagen de ella y de Dalí como pareja"
La Fundación Gala-Salvador Dalí y La Roca Village se unen para sacar a la luz los trajes icónicos de la musa del pintor, unas prendas que exploran su personalidad poliédrica
BarcelonaVestía a la moda de cada década adaptándola a su gusto. Dentro de su extenso armario estaban representados los diseñadores más solicitados: desde la androginia de Chanel hasta la elegancia de Dior, pasando por la excentricidad de Schiaparelli, entre otros. Sabía vestirse para cada ocasión para generar asombro y llevarse el flash o la reseña y promocionar la obra artística de su marido. Su poder de influencia generaba fascinación y alguna envidia, pero sobre todo jugaba y experimentaba, y no le molestaba convertirse, por un instante, en el centro de atención. Y eso, que ella misma era un misterio, incluso para el propio Dalí. Esta enigmática mujer que hoy identificaríamos como una it girl, no acumulaba likes en Instagram ni visualizaciones en TikTok, pero se convirtió a conciencia en uno de los iconos de estilo del siglo XX en Cataluña. Ella era Gala Dalí, “una mujer que generaba magnetismo a su paso”, como aseguran quienes estudian su figura.
Ahora, coincidiendo con el 130 aniversario de su nacimiento en la ciudad rusa de Kazán, la Fundación Gala-Salvador Dalí y La Roca Village han querido explorar su enigmática personalidad a través del relato de la moda con un proyecto expositivo llamado El despertar del mito: Gala Dalí, que comienza en Púbol, "el refugio de la dama del castillo" y se alargará durante todo el año. "Gala necesitaba huir de los admiradores y de los fotógrafos que rodeaban a Dalí en Portlligat y se encerraba aquí, dentro de su propio castillo, para vivir una soledad propia", recuerda Montse Aguer, directora de los Museos Dalí.
Es precisamente en esta fortificación medieval que le rinde homenaje, regalo de Dalí a Gala y símbolo de su amor cortés, donde comienza la aventura de descubrir, capa a capa, la esencia de la musa y esposa del genio del surrealismo. “Gala trajo las riendas de su vida, y la forma en que se viste y cómo quiere ser mirada es su manera de reivindicarse”, continúa Aguer, que pone el foco en otras facetas no tan conocidas de Gala Dalí como en "colaboradora de proyectos artísticos y editoriales, promotora y representante de Dalí, testimonio privilegiado y sobre todo recopiladora de su obra, de la que es partícipe", concluye.
Vistiendo y desvestindo el mito
Para redefinir el legado de Gala, ambas entidades han buceado en el armario del artista, formado por un millar de piezas, para extraer una muestra representativa de 24 trajes que se presentarán en tres temporadas, emulando los ritmos de la moda. Algunos pertenecen a creadores ilustres como Givenchy, Pierre Cardin y Christian Dior. También se encuentran diseños de alta costura de Barcelona como la desaparecida firma El Dique Flotante y vestidos sin etiqueta porque Gala entendía la moda más allá de la marca. Todos ellos restaurados por un equipo de especialistas en materiales textiles que han trabajado respetando su época y estilo originales.
La primera temporada, titulada Colección Primavera-Verano, es la que se muestra actualmente y hasta junio en el Castillo de Púbol. Consta de una primera remesa de ocho outfits que muestran cómo Gala manipuló su identidad de forma artística. “El traje representa una segunda piel. Es el reflejo de quién es y de lo que quiere ser, más allá de su talento vinculado a Salvador Dalí”, dice Bea Crespo, coordinadora del Centro de Estudios Dalinianos y comisaria de la exposición conjuntamente con la periodista Noelia Collado, directora de contenidos de La Roca Village. Para entender el valor de las piezas escogidas y el carácter performativo de la musa de Dalí, deben contextualizarse históricamente, pero hay un hilo que las ata todas. "Gala entendía la moda como una forma de expresión y autodescubrimiento sin restricciones y se movía a la perfección al margen de las convenciones", explica Collado.
La moda que conecta con la obra de Dalí
Así, la exposición arranca en la década de los 30, un año más tarde del primer encuentro entre Gala y Dalí en Cadaqués que marcaría el romance amoroso. Gala volvía de París como la mujer moderna que era y vestía pantalones palazzo, conjuntos de chaqueta con pantalón y blusas de espíritu más relajado, influenciada por Coco Chanel, que fue capaz de dar a las mujeres la libertad de movimiento en la vestimenta. "Representaba los movimientos de vanguardia y sabía mezclar los códigos masculino y femenino en su indumentaria", argumenta Collado. Hay una blusa diseñada por Oleg Cassini pintada con un estampado artístico de ojos intimidatorios que ilustra esta etapa estética: "Paul Éluard decía en uno de sus poemas que tenía una mirada que atravesaba murallas", recuerda Bea Crespo. O también una blusa marinera que recuerda el mítico diseño de Chanel que ha quedado inmortalizada en obras como El espectro del sex-appeal (1934) o el cuadro mítico donde Dalí pinta a su esposa de espaldas.
De hecho, las referencias a las obsesiones del genio del surrealismo eran constantes por motivos artísticos, pero también promocionales: "Gala decidía y dirigía la imagen de ambos como pareja", añade Collado para explicar cómo Dalí sí que era consciente de su poder de influencia. Dos piezas evidencian esta alianza: un traje rosa con un estampado daliniano que recuerda al efecto óptico de ruinas del Castillo de Púbol y que hace referencia al Vestido de Lágrimas, una colaboración entre Dalí y Elsa Shciaparelli de 1938; y un diseño de Givenchy con estampado de ostras.
"Hay elementos gastronómicos con claras connotaciones eróticas", afirma Crespo. Con el paso de las décadas, el estilo de Gala se sofisticaría, jugando con el artificio y las siluetas femeninas impuestas por el New Look de Dior, diseñador con el que la pareja mantuvo una relación de amistad. En este sentido, hay un traje que no puede pasar por alto por la fascinación que despertaba, un conjunto multicolor formado por una blusa y una falda larga de lamé que firma este diseñador y que el propio Dalí llamó como “lo más difícil de pintar del mundo”. De hecho, el pintor consideraba que sería "su obra más cara", si lo conseguía plasmar, pero se le resistió.
Una leyenda actual y contemporánea
Acompañan al legado de “la mujer invisible” que existió más allá de la tela y el papel, los retratos de los vestidos que ha hecho el artista Jordi Bernadó,que vincula la mirada del espectador con la del mito ausente. En paralelo, en la exposición en el Castillo de Púbol, desde La Roca Village la ilustradora Carla Fuentes reimaginará la figura de Gala a través de las grandes fachadas del centro para acercarla a las nuevas generaciones conectando la moda con el arte y la creatividad. "Esta artista sigue siendo misteriosa e influyente, y entre todos queremos despertar su mito", recuerda Elena Foguet, directora de negocio de The Bicester Collection Spain. La enigmática Gala ya lo previó entonces. "Quiero pasar a la historia como una leyenda", declaraba en la revista Garbo 1964. 60 años más tarde, esta cita de la mujer, que no vive a la sombra de un genio, cobra un nuevo sentido.