Orden

Lavar, planchar y ordenar: 9 consejos que te harán la vida más fácil con la ropa

Os proponemos algunos cambios de hábitos sencillos y al alcance de todos para ganar tiempo y espacio en casa

Clara Massons
y Clara Massons

BarcelonaNuestro consumo de ropa se ha multiplicado por cuatro desde el año 2000, pero paradójicamente no nos ponemos ni el 30% de lo que tenemos. La colada es uno de los trabajos domésticos que nos ocupan más tiempo, junto con limpiar y cocinar. Si queremos reducir el tiempo que dedicamos a poner lavadoras, tender, plegar, guardar la ropa, ordenar y hacer los cambios de armario, puede ser muy útil seguir estos consejos para simplificarnos la vida y ponérnoslo más fácil .

Separa de entrada

El primer truco para simplificarse la vida con la ropa comienza antes de la colada. Tendremos un par de cubos para la ropa sucia, o un cubo dividido en dos partes. En uno irá la ropa blanca o clara y en el otro la oscura o de color. ¿Qué diferencia hay entre separarla en el momento de desnudarse o separarla más tarde, frente a la lavadora? En primer lugar, ahorramos tiempo. Quitarse la ropa y guardarla en uno u otro cubo es automático. En cambio, separarla cada vez delante de la lavadora consume unos minutos y es improductivo, porque deberemos distinguir la misma ropa sucia un día y otro hasta que la ponemos a lavar. En segundo lugar, clasificándola de entrada vemos claramente si tenemos un volumen de ropa suficiente para poner una lavadora, o bien debemos esperar un día más. Y si nos gustan las rutinas, podemos sistematizar las lavadoras. Por ejemplo, lunes y jueves, ropa blanca; martes y viernes, de color; miércoles, sábanas y toallas, y el fin de semana, descanso.

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No escaldes la ropa

Tenemos la antigua creencia de que hay que lavar ropa a altas temperaturas, como las sábanas y toallas, para desinfectarlas. Sin embargo, hoy en día muchos tejidos no aguantan los 90 grados y se deterioran. Lo mismo ocurre con las toallas. Así que es necesario mirar bien la etiqueta del fabricante y no pasarse de la temperatura indicada si queremos optimizar la vida de nuestra ropa y la del planeta.

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Seca antes de la colada

Hace unos años descubrí algo que me hubiera gustado saber antes: la ropa mojada no se lava bien. Es decir, hay que poner la ropa en la lavadora seca. Así que dejaremos secar las toallas y la ropa de deporte empapa de sudor antes de ponerla en la lavadora para que se lave bien y no coja un olor desagradable.

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Evita las arrugas

Con la ropa limpia y aún en la lavadora, es momento de evitar las arrugas a toda costa. La forma es no dejar descansar la ropa. La ropa moja en la lavadora pesa, y eso es lo que crea las arrugas. En cuanto termina el ciclo de la lavadora, la pondremos a secar. Le extenderemos con cuidado para que no se arrugue ni se deforme, e incluso podemos utilizar perchas, por ejemplo para las camisas, siempre que no nos las deformen y nos dejen marcas en los hombros. Si utilizamos secadora, no la llenaremos “en bloque”. Separaremos las piezas mojadas de una en una para que estén más sueltas y el secado sea más eficiente. Así ahorraremos tiempo del ciclo y energía.

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Que la ropa no descanse

En el momento de recoger la ropa y ponerla en el primo de la colada corremos el riesgo de volver a crear arrugas, lo que significa tener que planchar, o tener que planchar más rato. La manera de evitarlo es plegarla enseguida para que no se apile ni se acumule. Y la experta en doblar ropa es Marie Kondo. La organizadora más famosa del mundo puso de moda una antigua forma de plegar kimonos de seda, pero adaptada a nuestros armarios actuales, más funcionales. Su método consiste en plegarla en vertical, haciendo un rectángulo. Mucha gente confunde el sistema con enrollar la ropa como un canelón, pero nada tiene que ver. Lo que quizá sea más desconocido es con qué intención hay que doblar la ropa. Marie Kondo nos dice que no podemos hacerlo de cualquier manera, deprisa y corrientes, sino que hay que doblar la ropa con cuidado; de esta forma le trasladaremos nuestra buena energía a través de las palmas de las manos, como si le diéramos un masaje. Y nuestra actitud debe ser en todo momento de agradecimiento hacia la ropa, por vestirnos y abrigarnos día tras día. Cuidar la ropa alarga su vida útil, lo que nos ahorra tiempo y dinero porque no tenemos que comprarlos tan a menudo.

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Minimiza sin miedo

Es el momento de guardarla en el armario. Hay que tener claro que un armario simplificado es el que está bien ordenado y sólo contiene ropa que nos ponemos porque nos encanta. El resto de piezas que guardamos “por si acaso” o por el remordimiento de haber gastado mucho dinero debe ir fuera. Podemos venderla, regalarla o reciclarla. La ropa que no nos ponemos nos estorba y nos hace perder el tiempo a la hora de escoger qué nos ponemos cada mañana. Además, esta ropa confinada en la oscuridad del armario nos envía mensajes: "Te gastaste un dineral y no te lo pones", "No te has adelgazado", "Siempre te pones lo mismo pero tienes el armario lleno"… Estas recriminaciones y muchas otras las sentimos cada vez que abrimos el armario. Al menos dos veces al día, cada mañana y cada noche, aunque sea sutilmente. ¿No vale la pena dedicar un rato, una vez a la vida, a hacer una elección exhaustiva y dejar nuestro armario aseado y cuidado para siempre?

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Plegamos en vertical

Ya lo hemos comentado: una de las maneras de mantener el armario ordenado y visualmente relajante es con el plegado vertical de Marie Kondo. Con la ayuda de contenedores o separadores sin tapa (podemos empezar con cajas limpias de zapatos que tengamos en casa) colocaremos la ropa plegada en vertical y ordenada por categorías y colores. De claro a oscuro. Nuestros cajones serán una fuente de placer y orden zen que se mantendrá aseado sin esfuerzo. Si sólo tenemos estantes en el armario, las cajas sin tapa o contenedores nos harán de cajones de la ropa. Ahora bien, la ropa demasiado esponja, como un top de verano, o demasiado rígida, como una chaqueta, la colgaremos de largo a corto, de claro a oscuro, o de grueso a delgado. El criterio que más nos convenga. De esta forma tendremos un armario que habrá multiplicado por cuatro su capacidad gracias al plegado, y podremos ver toda nuestra ropa, que ahora sí que nos encanta, a simple vista.

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Dan-sha-ri para la ropa

La manera de mantenerlo ordenado no es ordenándolo continuamente, como mucha gente piensa. La organizadora japonesa Hideko Yamashita nos recomienda con su método Dan-sha-ri que cerramos las compuertas en exceso porque, según ella, es una de las causas del desorden. Cuantas más cosas tenemos, más cuesta gestionarlas y las acabamos metiendo de cualquier manera, pensando “Ya lo ordenaré”. Así que la clave es pensárselo muy bien a la hora de hacer nuevas adquisiciones, aunque sean gratuitas, porque pueden desestabilizar ese orden de casa que tanto nos ha costado conseguir. La segunda forma de mantener ordenado un espacio es no desordenarlo, así de simple. Dejando cada cosa en su sitio cuando lo has utilizado dejas de ordenar para siempre y empiezas a encontrar tiempo para cosas que antes no podías hacer.

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El cambio de armario en 3 minutos

Otra de las amenazas de nuestro querido orden es el cambio de armario. Especialmente el de nuestros hijos. Si quieres hacerlo en tres minutos, minimiza. No tengas miedo de reducir y conservar sólo lo que realmente se ponen y les encanta. Si tienes un armario hondo, utiliza la profundidad para poner la ropa de otras temporadas. Es decir, detrás del contenedor o caja sin tapa del pantalón largo guardarás el contenedor de las bermudas. Detrás de las camisetas de algodón, tendremos las de manga corta. Nuestro cambio de armario consistirá en intercambiar los contenedores. En este proceso tendremos una caja grande al lado para poner lo pequeño y poder guardarlo para los hermanos pequeños, darlo a alguien o venderlo. Y otra bolsa para poner toda la ropa que ya no puede aprovecharse. Si no te cabe toda la ropa del año en el armario, puedes utilizar cajas para la ropa de temporada y vas rotando la ropa dos veces al año.

Cada casa y familia tiene sus trucos y preferencias. Sistematizar y organizarse no es rigidez, sino dedicar a cada tarea sólo lo necesario y poder disponer de tiempo y energía para hacer lo que realmente nos encanta.