Un mar, una momia y un columpio: 10 secretos que quizás no conoces de Montserrat

BarcelonaHay montañas que se escalan con las piernas, y otras que suben con el alma. Montserrat es de las segundas. Hay quien la ha bautizado como la montaña mágica, otros como el corazón espiritual de Cataluña, pero ningún nombre le hace justicia por completo; porque Montserrat no es sólo un sitio: es una presencia con cuevas misteriosas, agujas imposibles, ermitas colgadas e historias milenarias.

Este 2025, cuando el monasterio celebra mil años de vida, es el momento perfecto para redescubrirla con ojos nuevos. Más allá del santuario, de la Moreneta y de los monaguillos, Montserrat esconde un universo de secretos que no salen en los trípticos informativos ni en las guías de senderismo. Ermitas colgadas al vacío, miradores espectaculares, columpios que te hacen volar e historias de cuando todavía había un mar.

Hay quien sube para rezar, otros para escalar, para contemplar o para perderse entre las agujas. Seas del bando que seas, aquí tienes varios motivos para volver y redescubrirla.

Más de 6.400 vías de escalada

Todo el mundo sabe que Montserrat es uno de los paraísos de los escaladores, pero ¿sabías que hay más de 6.400 vías de escalada? Se trata de una cifra que le convierte en uno de los territorios más densamente escalables de Europa. El Cavall Bernat, con su silueta esbelta e inconfundible, es probablemente la vía más icónica: conquistar su cumbre es todo un ritual iniciático para muchos escaladores catalanes. Pero no es lo único que impone respeto: la pared norte de los Frailes Encantados, la pared del Aéreo, la pared norte de los Ecos o la pared oeste de San Jerónimo ponen a prueba incluso a los más valientes.

Un antiguo mar

Si hoy pisamos agujas, hace 50 millones de años habríamos nadado entre conchas. Donde se levanta Montserrat había un mar poco profundo lleno de vida acuática. Con el tiempo, el agua retrocedió y se fueron depositando sedimentos –grava, arena y barro– que, comprimidos durante milenios, dieron lugar a los conglomerados que forman su inconfundible silueta. Esta historia de piedra y paciencia hace que Montserrat forme parte del Geoparque Mundial de la Unesco de la Cataluña Central, reconocido por su interés geológico y paisajístico.

El camino de la Plata

Hay un camino a Montserrat que parece salir directamente de una leyenda. Es el camino de la Santa Cueva, el trayecto que conecta el monasterio con el lugar donde, según la tradición, se encontró la Moreneta en el 880. Pero lo que muchos no saben es que este camino está excavado literalmente en la roca, como si la montaña hubiera querido abrirse para dejar pasar la fe. Su nombre, camino de la Plata, no hace referencia al metal, sino a su elevadísimo coste: fue construido entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII gracias a las generosas donaciones de la marquesa de Tamarit. Hoy es un paseo cargado de simbología, con capillas y esculturas que acompañan al peregrino en cada paso.

15 ermitas antiguas

Que Montserrat ha sido refugio de monjes y eremitas no es un secreto. ¿Sabías que todavía hoy se pueden encontrar restos de estas ermitas centenarias? Esparcidas como si fueran pequeñas islas de silencio entre agujas y barrancos, muchas de estas ermitas –como San Onofre o San Juan– se construyeron aprovechando grutas naturales, espacios encajonados en la montaña que ofrecían cobijo y misticismo a partes iguales. El camino de las Ermitas, que se puede realizar a pie desde el monasterio, permite descubrir varias, aunque algunas sólo conservan cuatro piedras y un misterio. Estas construcciones son testigo de la vida contemplativa que floreció en Montserrat durante siglos, y que todavía hoy se puede respirar fuera de los circuitos turísticos.

Un museo con obras de Monet y Caravaggio

A menudo pasa desapercibido, pero el Museu de Montserrat es una joya silenciosa. En su interior se esconden obras de Caravaggio, Monet, Dalí, Rusiñol, Casas y Picasso, entre otros muchos. También hay sarcófagos egipcios, iconos bizantinos y cerámica japonesa. La colección es tan heterogénea como asombrosa, y se ha ido construyendo a partir de donaciones privadas, compras y legados. Es probablemente uno de los museos más potentes de Cataluña fuera de Barcelona... y con uno de los mejores marcos posibles: los ventanales del museo ofrecen vistas directas al corazón del macizo.

La momia de Montserrat

Entre los tesoros del museo se encuentra una pieza insólita: una momia egipcia auténtica, con sarcófago incluido. Fruto de una donación de principios del siglo XX forma parte de la colección de antigüedades del museo. Aunque nada tiene que ver con la religión cristiana ni con la historia del monasterio, sí es una manera de acercar la cultura universal a los visitantes. Y quién sabe si también con la fascinación por la vida después de la muerte, algo que Montserrat explora desde hace mil años.

Un órgano de récords

Con 4.242 tubos, pesa 12.000 kilos y mide 12,5 metros de altura y 5,5 de ancho. Estas cifras lo convierten en el mayor órgano de Cataluña y uno de los mayores de Europa. Por eso es mucho más que un instrumento: es una voz que resuena entre las paredes del monasterio desde el siglo XVI. A lo largo de los siglos, varios monjes y músicos han contribuido a su evolución, entre los que destacan figuras como el padre Joan Cererols, compositor barroco y monje de Montserrat. Actualmente, el órgano moderno, inaugurado en 2010, acompaña a las celebraciones litúrgicas y conciertos, y mantiene viva la tradición musical del monasterio.

Un columpio con vistas

Montserrat tiene mil formas de dejarnos sin aliento, y son muchos los artistas que se han inspirado en la montaña e incluso series actuales, como Andor, parece que deben dejarse influir por este paisaje. Uno de los rincones más especiales y que no encontrarás en los mapas habituales está en Castellbell y el Vilar, en el Mirador de la Bauma, donde hay un columpio con vistas privilegiadas a la montaña mágica. Lo instaló la Asociación de Amigos de la Iglesia de la Bauma, que vela por el patrimonio local y ha convertido este mirador en un rincón único del sur del macizo. Para llegar, es necesario seguir el trazado del antiguo cremallera de Montserrat, hoy un camino de tierra. La ruta es corta y sencilla –sólo un kilómetro desde la iglesia de la Sagrada Familia de Bauma–, pero la recompensa es mayúscula: un asiento de madera, el aire fresco en la cara y Montserrat de fondo.

Los mejores miradores

El Mirador de Sant Jeroni, a 1.236 metros de altura, es el punto más alto de Montserrat y uno de los miradores más impresionantes del país. En días despejados, la vista abarca desde el Pirineo hasta el mar, pasando por toda la llanura del Anoia, el Bages y el Baix Llobregat. Pero no hace falta llegar tan arriba para quedar boquiabierto: el Mirador de la Cruz de San Miguel, a tan sólo 20 minutos del monasterio, ya regala una vista frontal y majestuosa de la abadía encajada entre rocas. Si lo que quieres es observar el macizo desde fuera, realiza la Ruta de los Siete Balcones de Montserrat, un itinerario que incluye siete miradores naturales y panorámicos de la montaña mágica desde diferentes pueblos del norte del Baix Llobregat, como Collbató, Abrera u Olesa de Montserrat.

Escondrijo, mina y vivienda

Las cuevas del Salnitre, en Collbató, han tenido muchas vidas. Durante el Neolítico fueron casa y lugar de entierro. héroe popular contra las tropas napoleónicas. A mediados del siglo XIX, la cueva empezó a recibir visitas ilustres, como Verdaguer, Rusiñol o Gaudí, y se convirtió en un referente de la espeleología catalana y en una parada obligada para los peregrinos de Montserrat hoy por los mejores espectaculares pasillos.