No solo un icono sexual: las otras caras de Marilyn Monroe
La película 'Blonde', que se estrena este miércoles en Netflix , recuerda la figura de la actriz
Barcelona“Sus pechos están hechos de granito pero su cerebro de queso suizo”. Con esta frase –bastante poco elegante– definió Billy Wilder a Marilyn Monroe. Director y actriz trabajaron juntos dos veces y el cineasta jugó un papel capital en la construcción de Monroe como icono sexual. Él es el responsable de una de las imágenes más recordadas de la historia del cine: Monroe en La tentación vive arriba con el vestido blanco que vuela debido al aire que sale de la rejilla del metro. “Al principio todo era inocente y divertido, pero Billy Wilder seguía rodando y rodando y un grupo de hombres no dejaba de aplaudir y gritar «Más, Marilyn, más, déjanos ver más». Lo que se suponía que tenía que ser una escena divertida acabó siendo una escena sexual”, explicó la actriz sobre el rodaje de esta secuencia, que tuvo que repetir hasta 14 veces en una céntrica calle de Nueva York y 40 veces en el estudio.
La estampa de la actriz con el vestido levantándose por efecto del aire es seguramente una de las que más contribuyó a convertirla en un objeto de deseo y, a la vez, dificultó que se le reconocieran los méritos interpretativos. “Un sex symbol acaba transformándose en una cosa, y yo simplemente odio ser una cosa”, afirmaba Monroe, a la que esta semana se recuerda con el estreno de la película Blonde en Netflix. Ella no era, en efecto, “una cosa”, y detrás de su belleza y su trágico final hay una figura que en los últimos años ha sido reivindicada por su inteligencia y restituida por el movimiento feminista. A pesar de lo que pudiera pensar Wilder, el cerebro de la actriz no estaba lleno de agujeros: tenía un coeficiente intelectual de 165, cinco puntos más que Einstein, y era una mujer que estaba obsesionada por mejorar en su profesión. “Algunas personas han sido desagradables. Si digo que quiero crecer como actriz, me miran el cuerpo. Si digo que quiero progresar, aprender mi oficio, se ríen. De alguna manera, no esperan que me tome seriamente mi trabajo”, se quejaba.
Empresaria y defensora de los derechos civiles
La belleza de Monroe ha borrado muchas de las cosas remarcables que hizo a lo largo de la vida. Ella fue, en parte, responsable de acabar con el sistema de estudios que reinaba en Hollywood durante los años 50, cuando era imperativo firmar con MGM, Paramount, Warner Brothers, RKO o Twentieth Century Fox si se quería tener una carrera cinematográfica. En noviembre de 1954, después de acabar de filmar La tentación vive arriba, Monroe cambió Hollywood por la costa este y una vez ahí decidió fundar su propia productora, Marilyn Monroe Productions, con la ayuda del fotógrafo Milton Greene, una decisión que no fue bien recibida por la Fox. La actriz, que se convirtió en la primera mujer en tener productora propia desde los tiempos de Mary Pickford, quería más control sobre su carrera y deseaba dejar atrás los papeles sexuales que hasta ese momento le ofrecían. Monroe entró en una batalla legal contra la Fox que duró un año y fue ridiculizada por la prensa y parte de la profesión, pero inició un camino que después otras muchas actrices, como por ejemplo Reese Whiterspoon o Kaley Cuoco (The big bang theory), han seguido. Fundar su propia compañía no fue el único movimiento de Monroe para cambiar su carrera mientras vivía en Nueva York: empezó a dar clases de interpretación con Lee Strasberg, el mismo profesor que formó a actores de prestigio como Marlon Brando o Paul Newman.
Fue en esa misma época cuando la actriz conoció a Ella Fitzgerald, cantante a la que admiraba y con la que compartía el hecho de haber tenido una infancia traumática. La reina del jazz ya era conocida y actuaba en pequeños clubes, pero el racismo de la época le impedía actuar en locales para blancos, como por ejemplo el Mocambo, el bar de moda en Hollywood y el lugar donde se reunían estrellas como Lauren Bacall, Ava Gardner o Elizabeth Taylor. El responsable del local se negó a fichar a Fitzgerald argumentando que estaba demasiado gorda y esto hacía que no fuera lo suficientemente glamurosa. Cuando Monroe se enteró movió ficha: si el propietario dejaba actuar a la cantante durante una semana, ella se comprometía a estar cada día a primera fila, una gran maniobra de publicidad para el club. Monroe cumplió la promesa y las entradas para ver a Ella Fitzgerald se agotaron, hecho que obligó al propietario del Mocambo a contar con la cantante durante una semana más. "Después de aquello, nunca más tuve que actuar en locales pequeños", explicó la cantante en una entrevista a la revista Ms. en 1972.
La relación entre ellas dos no acabó aquí. Posteriormente, y en pleno movimiento a favor de los derechos civiles de las personas negras, Monroe siguió yendo a los conciertos de Fitzgerald. Según explica el biógrafo de la cantante, Geoffrey Mark, la actriz viajó hasta Colorado para ver a su amiga actuar y cuando se dio cuenta de que no la dejaban entrar por la puerta principal por el hecho de ser negra se indignó y se negó a entrar en el local a menos que lo hiciera con Fitzgerald por la entrada delantera. Monroe, evidentemente, se salió con la suya. "Tengo una gran deuda con Marilyn Monroe... era una mujer realmente inusual. Un poco avanzada a su tiempo. Y ella no lo sabía", reconocía Fitzgerald en Ms. A pesar de que fueron íntimas durante muchos años, la amistad se enfrió a medida que Monroe siguió adentrándose en sus adicciones, un mundo que Fitzgerald no compartía porque era abstemia y no fumaba.
Reivindicación feminista
A pesar de que seguramente ella nunca lo vio así, el apoyo que Monroe dio a Fitzgerald fue un ejemplo práctico de sororidad. En las últimas décadas, varias intelectuales feministas han revisado la biografía de la actriz desde la perspectiva de género, un movimiento que ha permitido ver a Monroe más allá del icono sexual. El año 1972, cuando se cumplían diez años de la muerte de la actriz, la revista Ms. publicaba un ensayo de Gloria Steinem titulado The woman who died too soon (La mujer que murió demasiado pronto) dedicado a la actriz. Tuvo una respuesta inesperada por parte de las lectoras, que se sentían identificadas con algunos aspectos de la vida de Monroe. "Cuando llegó el movimiento feminista, las mujeres fueron más capaces de admitir que se sentían identificadas con su vulnerabilidad y con el hecho de ser consideradas solo un objeto sexual, que se veían reflejadas en los abusos sexuales que sufrió cuando era una niña", argumentaba Gloria Steinem en una entrevista a la televisión pública norteamericana, la PBS.
Marilyn Monroe no vivió el movimiento feminista, pero quizás habría formado parte si hubiera estado viva. Así lo cree la académica Lois Banner, autora del libro Marilyn: The passion and the paradox (Marilyn: la pasión y la paradoja). "Sin duda hizo acciones que se podrían denominar feministas. Toda su vida fue un proceso de autoformación. Fue un genio de la autocreación y ella sola se convirtió en una actriz y una estrella. Formó su propia productora, luchó a muerte contra los magnates y denunció públicamente el abuso sexual que sufrió cuando era pequeña: un acto feminista importante y no reconocido. Ella se negó a callar en una época en la que se creía que estos abusos no eran frecuentes y, cuando pasaban, se culpabilizaba a la víctima. Este tipo de denuncias fueron muy importantes para el movimiento feminista de los años setenta".