Pedaladas contra el fascismo: cómo fue la carrera ciclista que se hizo en plena guerra civil
Celebrada en plena Guerra Civil, la vuelta ciclista Trofeo Pedal Antifascista fue un acto de propaganda de primer orden por parte del gobierno de la Generalitat
BarcelonaEl 14 de abril de 1937, ya en plena Guerra Civil y coincidiendo con el aniversario de la proclamación de la República, comenzaba una carrera ciclista que tenía como objetivo completar el recorrido entre el Frente de Aragón y Barcelona, en ese momento una de las principales ciudades de retaguardia. Fue una iniciativa del Comisariado de Propaganda de la Generalitat, conjuntamente con el diario El Diluvio y el Comité Pro Deporte Popular. Una carrera que iba a beneficio del Socorro Rojo Internacional, una entidad que se había refundado en 1936 en la capital catalana y que trabajaba para hacer frente al avance del fascismo.
La carrera se desarrolló en cinco etapas: del Frente de Aragón a Lleida, de Lleida a Tarragona, de Tarragona a Manresa, de Manresa a Girona y de Girona a Barcelona. Participaron una cincuentena de ciclistas, la mayoría de clubes barceloneses, y despertó mucho interés tanto en los pueblos por donde pasaba como en la prensa del momento. Unos 700 kilómetros de ruta que documentó gráficamente al fotógrafo Josep Brangulí, una figura fundamental para entender los inicios y la evolución de la profesión de reportero gráfico.
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De hecho, el Trofeo fue una iniciativa heredera de una carrera que ya había organizado El Diluvio entre 1934 y 1936, la Jaca-Barcelona, que se hacía en una etapa única, de 367 kilómetros, coincidiendo con el 14 de abril, para recordar la ruta que debían realizar unos militares sublevados en 1930 contra la monarquía de Alfonso XIII . Una acción que fracasó y que supuso que fueran fusilados, y este hecho convirtió a Jaca en la cuna de la nueva República. Conoce bien este episodio histórico el periodista y escritor Rafael Vallbona, uno de los grandes expertos en la historia del ciclismo en Cataluña y autor, entre otros, de lo imprescindible 100 pedaleadas por la historia del ciclismo, publicado por Cossetània. Vallbona explica que el objetivo del Trofeo Pedal Antifascista fue unir deportivamente el frente con la retaguardia y llevar el testimonio de quienes luchaban contra el fascismo en Aragón. Apunta que el punto de inicio debía ser Siétamo, pero que los combates obligaron a trasladarlo al pequeño pueblo de Peraltilla, en la comarca del Somontano. Había cincuenta ciclistas inscritos, pero sólo salieron cuarenta y cuatro, ya que algunos ciclistas valencianos no pudieron llegar a la salida por las dificultades de desplazamiento que existían en plena guerra. De hecho, muchos de los corredores eran soldados del ejército popular, que pidieron permiso para participar, y aunque no tomaron parte primeras espadas del ciclismo del momento, Vallbona sí destaca nombres como Salarich, Botanch, Campamá , Olmos o Viader, que eran conocidos bastante por los aficionados.
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Rafael Vallbona destaca que este trofeo no fue una carrera como las demás, sino que "era una operación de propaganda, teniendo presente que, en aquellos momentos, los tres deportes más populares eran el fútbol, el boxeo y el ciclismo" . "El ciclismo era muy popular gracias a todo un ídolo como era Mariano Cañardo, el mayor ciclista catalán de todos los tiempos", añade. El periodista explica que el ciclismo era "un deporte que arraiga enseguida en Catalunya por varios motivos, pero principalmente porque en Catalunya había una vocación de modernidad evidente". "Cuando se empieza a correr el Tour de Francia, enseguida hay gente que dice que hay que hacer una carrera como la de los franceses, que eran el gran ejemplo de modernidad. Y por eso nos encontramos con que la Volta a Catalunya data de 1911 –la tercera carrera más antigua del mundo, detrás del Tour y el Giro–, mientras que la Vuelta no empieza a disputarse hasta 1935. Y eso también hace que los primeros clubs de ciclismo se hagan en Cataluña, que la primera Federación Española de Ciclismo tenga su sede en Barcelona o que los primeros velódromos que hay en España estén en Cataluña (llega a haber una veintena)”. Una realidad que Rafael Vallbona enmarca también en "el enorme impulso que la Generalitat republicana dio a la práctica del deporte, potenciando disciplinas como el ciclismo o el patín catalán. El gobierno sabía que el ejercicio físico era importante y en éste impulso había una intención política muy clara", declara.
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El gobierno quería hacer llegar un mensaje político claro a la sociedad de retaguardia en favor del esfuerzo que hacían los soldados que estaban en el frente. Un mensaje que ayudaron a esparcir las crónicas diarias que se hacían en El Diluvio. "Además, la narración de las hazañas de los ciclistas también ayudaban a tener entretenida a la población y hacer que olvidaran por un rato el desastre de la guerra", explica Rafael Vallbona. Se realizaron actos paralelos a las ciudades donde terminaba cada etapa, y fueron recibiendo numerosas adhesiones. Como no se había fijado ningún premio económico, ayuntamientos, asociaciones deportivas e incluso artistas colaboraron con premios muy diversos para los ganadores, desde un cordero hasta una pieza de arte de las hermanas Samarini. De hecho, el trofeo final para el ganador de la carrera, el Pedal Antifascista, fue una obra del forjador del Baix Maestrat, Gerard Alegre, un premio que se llevó Josep Fisas, del Club Cicilista Montjuïc.
El deporte como herramienta de propaganda
Como apuntaba Rafael Vallbona, más allá de la vertiente puramente deportiva, la importancia de este evento viene debido a que fue un acto propagandístico de primer orden. Lo sabe bien Ester Boquera, periodista y profesora asociada de la Universidad Ramon Llull (URL), que recuerda que el fenómeno de la propaganda está estrechamente ligado a la historia de la guerra y muy especialmente durante la Guerra Civil española, cuando tiene una importancia primordial por el componente ideológico que tenía esa lucha, que se presentaba, en términos generales, como la lucha de la democracia contra el fascismo por parte de un bando y como la lucha entre nacionales y comunistas por parte del otro. Boquera, que es autora del libro Aplastamos al fascismo. El Comisariado de Propaganda de la Generalidad de Cataluña durante la Guerra Civil (PAMSA), explica que durante los primeros meses de la guerra fue "muy habitual que se organizaran actos de recaudación de fondos y solidaridad". "Hubo tantos, que llegó un momento en el que empezaron a regularse", añade. Y a menudo estos actos tenían como protagonista una actividad deportiva. En este sentido, Boquera recuerda cómo, históricamente, "el deporte ha sido utilizado por varios estados, tanto totalitarios como democráticos, como herramienta de propaganda y para transmitir sus valores, como ocurrió en la Alemania nazi con la utilización de los Juegos Olímpicos de 1936, o en contraposición, con la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona, un evento deportivo de carácter antifascista que buscaba difundir el valor de la diversidad cultural." "Esto se explica por esta vinculación que existe entre deporte y lucha, o por algunos valores asociados a ella, como la buena sintonía entre la gente de un mismo equipo y la cohesión en la lucha contra un enemigo común", señala .
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En el caso concreto del Trofeo Pedal Antifascista, Ester Boquera dice que había cierta creencia popular que apuntaba que en Cataluña se vivía muy bien a pesar de la guerra, porque las tropas franquistas no pisaron territorio catalán hasta abril del 38. "En este sentido, desde el Comisariado de Propaganda se hicieron muchas acciones para demostrar que Cataluña estaba comprometida en la defensa de la República y esta carrera se enmarca aquí. Sin olvidar el componente de emotividad, de vínculo entre retaguardia y frente", remacha.
Revivir la carrera, 80 años después
Coincidiendo con los ochenta años de la celebración de aquel Trofeo Pedal Antifascista, en el 2017, un grupo de aficionados al mundo de la bicicleta vinculados al grupo El Nervio de la Libertad se propuso rescatar del olvido aquella iniciativa y rememorar la carrera haciendo una reedición. Así, el 14 de abril de ese año un grupo de ciclistas cubrieron la primera etapa, entre Peraltilla hasta Lleida.
Uno de los impulsores, junto a Francesc Florensa y Pau Llop, fue Miquel Andreu. Explica que conocieron este episodio histórico a partir de una fotografía que encontraron "por internet, que mostraba el paso de una carrera ciclista por el puente viejo de Lleida". "Empezamos a estirar el hilo y vimos que se había hecho una carrera en plena Guerra Civil", expone. Intentaron hacerla, pero vieron que se escapaba de sus posibilidades por la exigencia que tenía, y entonces plantearon hacer una etapa cada año y abrir la participación a otras personas que quisieran sumarse a ella. Y así fue como en el 2017 realizaron la primera etapa, con una veintena de participantes.
A partir de esta primera experiencia, al año siguiente realizaron la segunda etapa, a la que se fue sumando más gente. "En ese caso, por ejemplo, hicimos parada en el Priorat, donde ofrecimos una explicación sobre la presencia de los brigadistas internacionales, ya que cada año, más allá de realizar el recorrido, hemos querido dar protagonismo a la reivindicación de la memoria histórica" , señala. En 2019 cubrieron la tercera etapa, entre Tarragona y Manresa, mientras que las dos últimas las tuvieron que hacer en 2022 y 2023, después de un paro obligado por la pandemia.
Miquel Andreu explica que en octubre del año pasado, una vez completadas las cinco etapas, hicieron una gran fiesta final para celebrarlo, pero no quisieran que la iniciativa muriera aquí. En este sentido, están trabajando la opción de realizar encuentros temáticos con recorridos circulares que faciliten la logística, recorriendo diferentes puntos del territorio que estén vinculados a algún episodio de la guerra y complementarlo con algún acto de memoria histórica.