Los vestidos de Lady Di: de la inocencia al empoderamiento

La película ‘Spencer’ vuelve a poner de actualidad la importancia de los ‘looks’ de la princesa de Gales como forma de expresión

Bet Coll-Vinent
y Bet Coll-Vinent

BarcelonaEl jersey de lana con ovejas blancas colocadas simétricamente sobre un fondo rojo cereza destaca por la oveja negra solitaria del medio. Diana Spencer se lo puso por primera vez en 1981 para asistir a uno de los partidos de polo del príncipe Carlos, y entre caballos, realeza y paparazzis, el jersey quedó inmortalizado. Lo que inicialmente parecía una pieza más del vestuario primerizo y adolescente de la princesa Diana ha acabado constituyéndose como un elemento iconográfico capaz de narrar la historia de su vida: la princesa del pueblo a ojos del mundo y la oveja negra de su familia.

La dificultad para actuar y opinar tal como le placiera redefinió el rol e hizo aumentar el protagonismo de su indumentaria, convertida entonces en su nueva voz: “Desde el momento en el que se convirtió en un miembro de la familia real, ella misma se dio cuenta de que vivía amordazada”, dice Eloise Moran, escritora y autora del libro The Lady Di look book: what Diana was trying to tell us through her clothes. “La sociedad del momento asociaba a Diana con el rol de princesa y, como consecuencia, su ropa era lo único que realmente importaba, mientras que en el caso del príncipe Carlos lo que destacaba era lo que hacía y lo que decía”, añade Moran. Esta "superficialidad" que todo el mundo le asociaba se convirtió en su mejor aliado a la hora de comunicar la historia que no le dejaban explicar. Su vestuario encarnaba el relato de su persona y, con el paso de los años, fue ganando simbolismo y sentido autobiográfico con diseños que mimetizaban la ruptura con la feminidad marcada por el establishment y los cánones estéticos victorianos tan característicos de la monarquía británica.

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Diana recupera su apellido 

Y todo esto se puede volver a ver ahora en la gran pantalla gracias al vestuario utilizado en la película Spencer, dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por Kristen Stewart. Se estrena este viernes, 19 de noviembre, y nos ofrece el retrato de una mujer en crisis. El film está ambientado en la celebración navideña que ofrece anualmente la reina de Inglaterra en Sandringham House, en Norfolk. Spencer nos muestra los tres días decisivos que llevaron a la separación de la princesa Diana y el príncipe Carlos, en 1991, y retrata ficcionalmente los altibajos emocionales y burocráticos que conllevó esta decisión.

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El impacto mental y físico que supuso para Diana formar parte de la familia real, incluyendo una depresión y un trastorno de la conducta alimentaria, es también parte del hilo narrativo de la película, que juega con los contrastes entre los Windsor y ella.

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La celebración del acontecimiento real requiere un código estilístico muy concreto que en la ficción ha sido reproducido por Jacqueline Durran, ganadora del Oscar a mejor vestuario por películas como Little women o Anna Karenina. En Spencer, Durran oscila entre el estilo de la princesa Diana –clásico, romántico y premeditado– y el estilo de Diana Spencer –deportivo, andrógino y disruptivo–. “Tuve que establecer un contraste entre la ropa formal y restrictiva que vestía durante su vida oficial y la ropa que llevaba cuando podía ser ella misma”, explica Durran. Para poder narrar su historia, era crucial distinguir el estilo de cada momento y convertirlo en una alegoría. “Diana evoluciona de una chica inocente a una mujer que intenta desesperadamente seducir y cautivar a su propio marido, pasando por una madre de dos niños pequeños y finalmente una persona liberada que controla su propia vida”, constata Anna Rowe, historiadora de la moda y profesora de arte y arquitectura en la IED.

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La maison francesa Chanel ha sido la encargada de vestir a Kristen Stewart en los momentos cruciales de la película, donde la acompañan conjuntos de tweed, perlas gigantes, botones dorados y bloques de color muy marcados con reminiscencias ochenteras evidentes: americanas masculinas, hombreras y accesorios XXL. “Las piezas de Chanel son como un tipo de elemento amuleto que personifica en la ropa el apoyo que no encontraba en ninguna parte más”. Durran también rescata el vestido de novia de Diana en una escena onírica u otras piezas vintage que aparecen en escenas clave como la del billar, en la que el príncipe Carlos exige a su esposa la coexistencia de dos Dianas: “la Diana auténtica y la Diana a la que le hagan las fotos”.

Spencer también mezcla en el vestuario a las dos Dianas, pero en este caso se trata de la reprimida princesa de Gales y la auténtica Diana Spencer: del vestido blanco satinado encorsetado que la princesa luce en la cena de Navidad a los tejanos y jerseys de lana que viste para jugar con sus hijos.

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El anhelo de cotidianidad

Y es que el protocolo estético impuesto por la Corona británica limitaba las opciones de vestuario de la princesa de Gales. “Cuando Diana se desvincula de la familia real, su vestuario hace un cambio sustancial. Su rol ya no restringía a su persona y el armario se convierte en más sofisticado y menos inocente y complaciente”, detalla Anna Rowe. Tal como lo bautiza Eloise Moran, el revenge dressing (vestirse para la venganza) se hace patente sobre todo a partir del momento de la separación con el príncipe Carlos. “Personifica la sensación de renacer después de una ruptura, una sensación universal que cualquiera de nosotros ha podido sentir también en algún momento”, explica.

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Hacia mediados de los 80, cuando el príncipe Carlos vuelve a su affaire con Camilla Parker Bowles, el estilo de Diana da un primer cambio notable y adopta un look más disruptivo: con purpurina y brillantes, faldas más cortas y vestidos más atrevidos. Jugaba con la estética formal ochentera y el estilo casual deportivo, en el cual primaba la comodidad de vestir con mallas ciclistas y zapatillas de correr. Sin embargo, no será hasta principios de los 90 cuando su indumentaria se convertirá en una respuesta clara en contra de los dictados de la familia real y la prensa del corazón.

Es entonces cuando Diana Spencer se desvincula definitivamente del rol de princesa perfecta y modifica el desenlace esperado del cuento de hadas. Esta ruptura oficial con la Corona va acompañada de una vuelta a la vida normal y mundana. “Podemos considerar a Diana una influencer póstuma –explica Moran–, con unas preocupaciones y unas decisiones a tomar que se parecen mucho a las que cualquier mujer puede tener actualmente”. El anhelo de cotidianidad que ella siempre había querido proyectar en su personaje y en sus decisiones es lo que la acercaba, y la acerca todavía, a toda la ciudadanía.

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El icónico 'vestido de la venganza'

El 29 de junio de 1994, el príncipe Carlos anunciaba públicamente en una entrevista televisiva que, efectivamente, había sido infiel a su mujer. Aquella misma noche, Diana Spencer aparecía en la ceremonia solidaria organizada por la revista Vanity Fair luciendo un vestido que actualmente se conoce como revenge dress, el vestido de la venganza. Con los hombros destapados y una falda corta, este vestido se había diseñado tres años antes, pero Spencer no lo había podido llevar debido al estricto protocolo estético de la realeza. La decisión de llevarlo en un día tan representativo como ese ofrecía un mensaje claro y conciso a su exmarido: mejor sola que mal acompañada.