Efeméride

El día en que las mujeres cogieron las armas para defender a Girona

El 19 de septiembre de 1809 la ciudad logró repeler al ejército napoleónico con el apoyo de las Bárbaras, la primera compañía militar del Estado integrada por mujeres

GeronaTal día como hoy hace 216 años, una Girona muy debilitada por meses de asedio de las tropas napoleónicas conseguía repeler un enésimo ataque del ejército francés. Era el 19 de septiembre de 1809 y ese día se exaltaría hasta el franquismo como el Gran Día de Girona, en el que el absolutismo logró vencer a un ejército de valores republicanos. Solo algunas voces, como la del escritor y periodista gerundense Prudenci Bertrana, se atreverían a poner en cuestión el relato oficial, lo que le supuso rechazo público, una detención y tener que ir a vivir a Barcelona.

Pero la hazaña del 19 de septiembre fue más que efímera. Tres meses después el general español Mariano Álvarez de Castro, enloquecido, finalmente capitulaba y abría las puertas de una ciudad que en poco más de año y medio perdió la mitad de una población de semillas sólo 10.000 habitantes (ahora son más de 100.000) fuera por la guerra, por el hambre o por las enfermedades. Unos hechos que hoy son desconocidos por la mayoría de jóvenes, porque poco se enseña en las escuelas.

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Hablamos del asedio de Girona durante la Guerra del Francés o conocida también como de Independencia. La que da nombre a una de las plazas con mayor vida de la ciudad. Bares y restaurantes rodean una escultura de un Álvarez de Castro heroico que durante los años del Proceso solía tener una estelada en sus manos, muestra de hasta qué punto las palabras toman nuevos significados a lo largo de los siglos.

Lazos rojos en el brazo

En la escultura, el general dirige un soldado sobre un fusil con cadáveres de franceses encima. Lo que no existe en este monumento ni en ningún otro de la ciudad –salvo un mausoleo en la iglesia de San Félix– es la alusión a unas de las grandes protagonistas de los asedios: un grupo de doscientas mujeres que se unieron para crear la primera compañía militar femenina del Estado. Era la Compañía de Santa Bárbara, cuyas integrantes eran más conocidas directamente como las Bárbaras, identificadas con un lazo rojo en el brazo.

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Su tarea consistía en socorrer a los heridos y llevar agua y aguardiente a primera línea, pero documentos de la época las sitúan delante, empuñando un arma si era necesario. Lo recogen Teresa Sagrera y Ramon Gasch en la novela histórica ambientada en Girona Lazos de sangre (Columna, 2022), en la que explican los asedios de Girona desde la mirada femenina tras una cuidadosa documentación de los hechos. "Son mujeres que se autoorganizaron y tenemos constancia de que ya existían durante el primer asedio de Girona –detalla Sagrera–. Su tarea era socorrer y repartir munición. Eso no quiere decir que mientras estaban en el lugar no la acabaran utilizando. Pero su objetivo primero era de defensa de la ciudad en el sentido más humanitario".

Ya en los escritos de la época, el general que dirigía los franceses, Laurent Gouvion Saint-Cyr, remarca el papel de las gerundenses. "El más leve aliento de viento hacía volar y descubrir los lazos que distinguían a las mujeres de Santa Bárbara, algunas de las cuales ganaron en esta jornada las recompensas y distinciones de los valientes", escribió en su diario de campaña en 1836. Resaltaba los lazos rojos, que llevaban como símbolo del rey absoluto Ferr boina la bandera de la Revolución Francesa.

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Heroínas del siglo XIX

El paso del tiempo y el interés de los poderes monárquicos y religiosos por enaltecer el papel de la ciudadanía en los sitios de Girona convirtieron a las Bárbaras en auténticas heroínas. "Incluso los franceses confesaban que luchaban no sólo contra soldados, sino contra mujeres que parecían amazonas", escribiría el historiador y político liberal Emili Grahit en 1896 en Historia de los sitios de Gerona. El pintor Ramon Martí Alsina las inmortalizó en tres cuadros: el enorme El gran día de Gerona (colgado en el auditorio Josep Irla de la delegación del Gobierno en Girona), Las heroínas de Girona (en el salón de plenos de la Diputación de Girona) y La Compañía de Santa Bárbara (al fondo del MNAC).

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En la práctica, según Sagrera, "estas mujeres, la mayoría jóvenes y sin hijos, defendían su casa", más allá de los idearios. "Girona vivió una arrasada total –añade–. Sabiendo que no tenían nada que ganar, Álvarez de Castro llevó a la ciudad al suicidio colectivo". Pese a no tenerse constancia de que cobraran o recibieran racionamiento durante la guerra, sí que algunas de las comandantes acabaron teniendo una pensión vitalicia, como fue el caso de Maria Àngela Bivern, nacida en Palol d'Onyar y que se alistó a los 22 años, siendo soltera.

La escuadra de Bivern se reunía en la plaza del Vino, mientras que el resto lo hacían en la plaza de Sant Pere, en la del Hospicio y en la del Mercadal. Sagrera también destaca que tenían una "organización democrática" entre sí y lamenta que no se las haya tenido en gran consideración. "No eran consideradas parte de la guerra –concluye–. Pero si no fuera por su labor, sin hombres en la ciudad porque se habían ido a la Cruzada Gerundense, ¿quién habría cuidado de los hijos, de los mayores y de la intendencia humanitaria?"

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Cuatro escuadras femeninas
  • Plaza San Pedro

    Lucía Jonama de Fitzgerald fue una de las grandes protagonistas de la Guerra de la Independencia en Girona. O al menos así se recuerda por aparecer en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Nacida en la Bisbal d'Empordà, era conocida por el apellido de su marido, de origen irlandés. Cuando estallaron los asedios tenía 24 años, llevaba dos años casada y no tenía hijos y una de sus hermanas también formaba parte de las Bárbaras. La escuadra se reunía en la plaza Sant Pere, la más cercana al castillo de Montjuïc, de donde los soldados acabaron marchando por el avance de los franceses.

  • Plaza del Vino

    En la plaza del Ayuntamiento de Girona se encontraba la segunda escuadra, comandada por Maria Àngela Bivern, nacida en Palol D'Onyar. Tenía 22 años y todavía estaba soltera cuando se alistó. En su caso, era una firme devota de Fernando VII y recibiría el reconocimiento personal del monarca en 1814. Se le otorgó una pensión vitalicia.

  • Plaza del Hospicio

    Hoy en día ya no lleva ese nombre, pero antiguamente la Casa de Cultura de Gerona era un hospicio. Entre el Hospital Santa Caterina, hoy la delegación del Govern, y la Casa de Misericordia se reunía la tercera escuadra cuando era necesario, la de Santa Dorotea. La comandaba la joven Raimunda Nouvilas, nacida en Castelló d'Empúries, que con 19 años empezó a socorrer a los soldados hasta que la muerte de su madre la obligó a dejar Girona. Un cuadro de ella de 1850 se conserva hoy en el Museo de Historia.

  • Plaza del Mercadal

    Inicialmente debía haber sólo tres escuadras, pero a raíz de la necesidad y la petición de voluntarias se formó otra que también se reunía al otro lado del Onyar, en la plaza del Mercadal. De su comandante, no tenemos tanta información: se llamaba Carme Custy, también conocida como Custis.