Gloria a la princesa de Girona que abre sus puertas en el festival más irreverente
Glòria Ribera y Svetlana inician con una dura crítica al turismo de masas el Festival Z, creado por menores de 30 años
Gerona"Ya sabemos que aquí, en Girona, vaya sobrados de ciclistas, y para que no fallara la patrona, por eso me ha invitado". Entrando por el pasillo del Teatro Municipal, acompañada de la heredera vallense preferida de Cataluña, Jèssica Pulla, autoridades y un séquito de gigantes y cabezudos, Glòria Ribera (Guissona, 1994) encendió entre canciones este jueves por la tarde a los jóvenes reunidos en el Barri Vell con una crítica irreverente al turismo masificado. Era la inauguración del Festival Z, una propuesta igual de irreverente creada desde hace cinco años para menores de 30 años, que le iba como anillo al dedo. Con una corona en la cabeza, erigida en princesa de Girona, la cupletista y neovedet de Guissona se presentó como "su majestad Gloria Ribera de Leonor", porque de Borbón dice que no le gusta y "Ermesenda ya estaba pillado".
Fue una hora de espectáculo muy consistente y una magnífica escenografía (y coreografía), además de un riguroso directo musical, donde se fusionó la cultura popular catalana con la recuperación del ambiente de los años 20 del Paral·lel. Glòria Ribera se presenta como diva total, entroncando con los referentes de hace justo un siglo, cuando la disidencia tenía voz pero poco a poco crecían los fascismos (al igual que ahora). Como si fuera "la bomba de El Molino", Ribera reivindicó y rescató el legado de "mujeres que hablaban catalán" y que fueron consideradas las artistas con mayor proyección internacional del momento.
Una de ellas era Raquel Meller, nacida en Aragón pero que triunfó en el Paral·lel, donde dicen que paseaba acompañada de siete perros, con la canción Vende y vende. "Fue la diva más internacional de la Península y de más allá", dijo Ribera. O Ramoneta (Ramoncita) Rovira, que, mucho antes que Sara Montiel, puso voz al tango Fumando espero ("al hombre que yo quiero") de Joan Viladomat y Félix Garzo, uno de Manlleu y el otro de Móra d'Ebre. Meller ya cantaba hace cien años: "Vende y vende y vende, turista vente conmigo, / no quiero para pegarte mi vida / ya sabes pa' lo que digo".
Al toque de grajilla, en el escenario se mezcló el Somos y seremos con sardanas maquineras que hicieron convulsionar los renacuajos de la Falera Gironina. La tradición constantemente chocaba con la transformación que ha sufrido Barcelona, donde Ribera fue a vivir desde Guissona para estudiar en el Institut del Teatre. Pero sin desatender a Girona y la Costa Brava. "Sois la Menorca de Catalunya. Es duro", dijo tras terminar de cantar que feliz que estaba de "tener un piso como una jaula" en la capital de Catalunya.
Pasacalle y fin de fiesta con Svetlana
El Baraja niña cerró un show donde seguramente por primera vez el público bailaba en el pasillo del Teatro Municipal "como si fuera una carpa". Una muestra de la gran transformación que ha vivido este espacio desde que lo dirige Elena Carmona, que ya contó entonces con una gran desconocida Glòria Ribera para presentar su primera programación en el 2021. Pero la fiesta no acabó aquí. Un pasacalle salió del Municipal por el centro de Girona hasta el Auditorio del Centro Cultural la Mercè, donde por primera vez se pudo escuchar la presentación del disco Marrana de Svetlana.
El dueto barcelonés se ha catapultado gracias a hits de electropop que critican la turistificación de la capital catalana, pero que a su vez reivindican que no se marcharán nunca. Un show en el que, a diferencia del de Glòria Ribera, la música era grabada (y también muchas de las voces), pero que hizo vibrar con unas coreografías y bailarines de lujo.
Como dijo la directora del Festival Z, Eva Farré, "estamos aquí para defender lo que nos mantiene vivas", en una "fiesta compartida pero también un espacio de resistencia compartida". El Festival Z organiza todo tipo de actividades de artes escénicas entre Girona y Salt hasta este domingo.