Abogados, médicos, estudiantes, ingenieros... se enrolan en Ucrania para coger las armas
La Defensa Territorial organiza a los civiles para operar en coordinación con el ejército
Enviada especial a Lviv (Ucrania)En el centro de reclutamiento de la Defensa Territorial de Lviv, la principal ciudad del oeste de Ucrania, hacen cola desde primera hora de la mañana abogados, maestros, estudiantes, ingenieros, médicos... La mayoría son hombres, pero también hay algunas mujeres. No tienen ninguna formación militar, pero están dispuestos a dejarlo todo para defender su país de la invasión de Rusia. La moral es alta porque en cinco días de bombardeos, a pesar de su clara superioridad, las tropas rusas no han podido tomar por ahora ninguna gran ciudad y consideran que si están en condiciones de hacerlo, participar en el combate es un deber. Sus vidas estallaron el pasado miércoles, cuando empezó una invasión que hasta el último momento no se acabaron de creer. De vivir en paz a vivir en guerra, apenas ahora están saliendo del estado de choque. El gobierno ha llamado a filas a todos los hombres de entre 20 y 60 años, pero la gente se presenta voluntariamente.
"Defenderemos nuestro pueblo, nuestra tierra y resistiremos", dice con la voz muy calmada Olga Kostenko, una maestra de 53 años, mientras espera a que la llamen por el nombre en el centro, que antes era una escuela de secundaria. En la entrada hay una puerta protegida con sacos de tierra y una bandera ucraniana. Un hombre que tiene muchos papeles en las manos va dando instrucciones con un equipo de sonido montado sobre una mesa plegable: dice que no se pueden grabar imágenes por motivos de seguridad. Admite que no tiene ninguna experiencia militar, pero nos explica que de joven fue campeona de tiro con arco, en la época de la Unión Soviética. "Es cosa de todos los civiles de Ucrania defender nuestro país de la agresión rusa. Y las mujeres también tenemos que estar ahí: para combatir, para curar a los heridos o para lo que haga falta". A diferencia de lo que suele pasar en contextos de guerra, la implicación militar de las mujeres es motivo de orgullo. Hace unos días la muerte de la primera da soldado ucraniana causó conmoción.
Respuesta imprevista
En Kiev, las autoridades ucranianas aseguran que han repartido 25.000 Kaláshnikov entre los civiles por la guerra urbana. La Defensa Territorial organiza desde 2014, cuando empezó la guerra en Donbás, civiles que luchan en coordinación con el ejército. El sábado un asesor de la presidencia aseguraba que esta ha sido una de las claves para aguantar el embate de las tropas rusas los primeros días: "La gente ha salido para defender su casa, y esto no se lo esperaba el Alto Mando Ruso". El sábado abrieron la Defensa Civil a los voluntarios de otras nacionalidades que también viven en el país, y el gobierno asegura que ya han recibido miles de peticiones.
El excampeona de tiro con arco se ha presentado al reclutamiento de Lviv con su hijo, Dimitro Hordus, un estudiante de ingeniería eléctrica de 26 años. Cada cual tiene sus argumentos para confiar en la victoria. "Rusia es un país corrupto, y el presupuesto militar no se gasta en armamento, sino que va a parar a algunos bolsillos... Dicen que tienen muchas bombas, pero seguro que muchas solo existen en el papel".
Lviv está en la retaguardia, pero también se preparan por si llegan los invasores. En muchas casas han empezado a fabricar cócteles molotov, siguiendo las instrucciones dadas por el ministerio de Defensa. Y las tácticas de guerra urbana son ingeniosas: trabajadores municipales retiran las placas con los nombres de las calles, y en las carreteras hacen el mismo con las indicaciones de las poblaciones. El objetivo es que los soldados rusos se desorienten si intentan ocupar la ciudad.
Unidos por sobre de las diferencias
En la cola del reclutamiento es fácil comprobar que los ucranianos se han unido contra la invasión por encima de las diferencias etnolingüísticas. Los rusófonos –de cultura rusa y a menudo con familiares en Rusia– también se han movilizado. Nos lo explica Thimour Khalilov, hijo de un militar de la época soviética, que pasó su niñez en Rusia y de joven se trasladó a la región de Lugansk, en el Donbás. Está en Lviv porque ha acompañado a su mujer hasta la frontera con Polonia y ahora se quiere alistar: asegura que tiene todas sus pertenencias en el coche y que no sabe si su piso todavía existe. Tampoco tiene experiencia militar, pero ha participado en misiones humanitarias en el Donbás bajo control ucraniano.
"Mi germano está en Jarkov [la segunda ciudad de Ucrania, al este] y no puede salir de allí, mi padre es oficial del ejército y no sé ni siquiera donde está, mi cuñada está encerrada en un refugio con sus dos hijas pequeñas en Avdivka. Yo no me puedo quedar sin hacer nada". Él, que ha crecido en Rusia y tiene amigos y familiares, asegura que "nadie en Rusia entiende que Ucrania pueda representar ninguna amenaza, porque lo único que queremos es construir un país próspero y democrático: mi tío está allí y está contra la guerra".