Los estudiantes de la Universidad de Kabul que se han quedado sin profesores

El campus continúa cerrado más de un mes y medio después de la llegada de los talibanes al poder

Enviada especial a KabulDos talibanes descansan repanchingados con sus Kalashnikovs en un sofá destartalado que han colocado en la entrada de la Universidad de Kabul. Vigilan el acceso a un campus que antes era un enjambre de jóvenes y ahora está desierto. No hay estudiantes, ni profesores. Las clases se paralizaron un día antes de que los radicales llegaran a la capital el pasado 15 de agosto, y desde entonces no se han retomado. Y no se sabe ni cuándo ni cómo empezarán.

El nuevo rector, Mohammad Ashraf Ghariat, ya ha anunciado que las mujeres no podrán estudiar ni trabajar en la universidad hasta que no se cree un entorno islámico, aunque no se sabe muy bien eso qué quiere decir. Muchos estudiantes ya dan por hecho que nunca podrán acabar la carrera y los profesores que quedan quieren irse del país, si no lo han hecho ya. Ésta es la historia de los alumnos de la facultad de Lengua, Historia y Literatura Hispánicas y de su futuro incierto, pero podría ser la de cualquier otro estudiante de la Universidad de Kabul.

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En la entrada de cada uno de los edificios del campus hay una especie de vigilante para evitar que posibles desaprensivos aprovechen la ocasión para saquear la universidad. Las aulas continúan abiertas, aunque no haya alumnos, sólo pupitres cubiertos de polvo. En una de las aulas de la facultad de Lengua, Historia y Literatura Hispánicas aún quedan vocablos en castellano escritos con tiza en la pizarra: “poblados”, “auténticos”, “superficie”… Son de la última lección que se impartió.

“Era una clase de comprensión lectora y el profesor que la hacía ya no está aquí, fue evacuado a España”, asegura Najibullah Afghan, uno de los dos únicos profesores que quedan en la facultad y que habla perfecto español. Inicialmente había cinco, pero tres fueron evacuados de Afganistán por el gobierno español en septiembre. Y de los dos que continúan en Kabul, una es una mujer, así que no podrá reincorporarse a las aulas según las palabras del rector.

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“En la facultad hay 120 alumnos y cuatro cursos. Es imposible que yo solo me pueda encargar de todas las materias”, afirma Afghan. Además, confiesa, él también se quiere ir de Afganistán. De hecho solicitó ser evacuado con el resto de los profesores, pero nunca recibió una respuesta. “Aquí no hay recursos, ni dinero, ni esperanza”. Desde agosto ni trabaja ni cobra ningún sueldo.

Las universidades privadas reabrieron sus puertas hace semanas después de, eso sí, tomar medidas drásticas para que hombres y mujeres no estuvieran juntos en una misma aula, tal y como lo exige el nuevo gobierno talibán. Algunas optaron por redistribuir las clases, de manera que las chicas van a la universidad por la mañana y los chicos por la tarde. Otras han dividido las aulas en dos con una cortina para que hombres y mujeres no estén juntos ni se puedan ver las caras.

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Los talibanes han dado a entender que su objetivo era hacer algo similar en las universidades públicas, pero tras más de un mes y medio, todas continúan cerradas. La de Kabul es la más grande: tiene unos 24.000 estudiantes. “No han hecho nada. Aquí lo único que ha cambiado es que los pocos profesores que vienen a la universidad ya no visten traje, sino shalwar kamize”, comenta Afghan, refiriéndose al tradicional vestido musulmán de blusón ancho y pantalones bombachos.

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La cita es en la cafetería Friends del barrio de Kart-e-char, en el oeste de Kabul. Es un local que desde fuera no parece nada del otro mundo, pero dentro hay una bolera y mesas de billar donde diversos jóvenes juegan animadamente. Todo muy al estilo occidental. El lugar lo han elegido ellos: trece chicos y cuatro chicas, que son estudiantes de la facultad de Lengua, Historia y Literatura Hispánicas.

“A mí me gusta mucho la música española”, afirma una de las estudiantes que ha acudido a la cita, Fereshta Shaquri, para justificar que se decantara por estudiar español. Tiene 22 años y estaba en segundo curso. Maluma, Enrique Iglesias, Luis Fonsi... son algunos de los cantantes que le encantan. El resto de estudiantes también admiten que sobre todo la famosa canción Despacito es la que les despertó el interés por este idioma. Y según dicen, no fue nada fácil conseguir estudiar en la facultad. Para acceder, hay que obtener una cualificación especialmente alta en la selectividad, porque hay pocas plazas y es el único lugar en Kabul donde se puede estudiar español.

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Pero después de tanto esfuerzo, ahora ven que todo se va por la borda. “Nos quedamos de piedra cuando nos enteramos de que casi todos los profesores se habían ido”, lamenta otro joven, Mohammad Ilyas, que tiene 21 años y sólo le faltaba un único semestre para acabar la carrera. Ahora no sabe ni si se podrá licenciar. “Me alegro por ellos, pero nos sentimos traicionados”, comenta otro, Faisal Ahmad Noori, de 23 años. Estaba en tercer curso.

Y lo peor es que no ven ninguna solución inmediata. Las chicas dan por hecho que no podrán regresar a las aulas. Y ellos se preguntan cómo, si no hay profesores. Hacer clases online tampoco es viable. “Aquí la conexión de internet es malísima”, argumenta Abdullah Hakimi, que tiene 23 años y también estaba a punto de acabar la carrera. La única salida, aseguran, sería disponer de una beca para finalizar sus estudios en España. “Ya que no podemos pedir que repatríen a los profesores, al menos que nos lleven a nosotros”.

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