Así es como puedo seguir estudiando en Kabul, a pesar de la prohibición de los talibanes
KabulSiempre he soñado con realizar un máster de periodismo. Era un sueño factible hasta que los talibanes volvieron al poder en el 2021 y se convirtieron en una pesadilla para todas las mujeres que vivimos en Afganistán. Nos expulsaron de los institutos y universidades, y nuestro futuro quedó de repente descabezado. Los planes que un día parecían factibles resultan ahora totalmente inalcanzables.
Con todo, no me doy por vencida y sigo pensando que los talibanes no estarán en el poder toda la vida. Esa esperanza me llevó a buscar una beca para estudiar en el extranjero. Sin embargo, conseguir una beca no es fácil. Tienes que aportar un montón de documentación académica, realizar exámenes y pruebas de capacidad, y tener mucha paciencia en un lugar como Afganistán, donde nada es estable y todo puede cambiar en cualquier momento.
Me di cuenta entonces de que, sin un certificado oficial de inglés, no tenía ninguna posibilidad de que se abriera una puerta a una oportunidad, aunque sé hablar y escribir perfectamente este idioma. Así que decidí apuntarme a un curso online de inglés, hasta que una amiga me propuso ir juntas a clases presenciales en Kabul. "¿Pero las mujeres podemos ir?", pregunté extrañada. "Sí, las chicas siguen asistiendo a clase", aseguró ella.
Un sitio inmejorable
Pese a mis reticencias, fui. Las clases se hacían en una ubicación inmejorable: en un apartamento en la quinta planta de un edificio donde también hay un centro comercial bastante concurrido. El movimiento de gente permite pasar desapercibida. Sin embargo, entré angustiada y la primera pregunta que hice al responsable de las clases fue: "¿Es peligroso estudiar aquí? ¿Y qué haremos si vienen los talibanes?". El hombre se mostró tranquilo y me aseguró que no tenía que sufrir nada porque, en caso de que los talibanes nos descubrieran, tenían una solución. No me especificó cuál, sin embargo.
Sus palabras no me calmaron, y aún me preocupé más cuando vi que los profesores del curso eran todo hombres. Los talibanes han prohibido que los hombres den clase a las niñas, al igual que una mujer tampoco tiene permitido enseñar a los niños. De hecho, días atrás detuvieron a un profesor ya sus alumnas en la provincia de Balkh, en el norte de Afganistán, acusados de "inmoralidad".
Yo no tengo ningún problema en que un hombre me dé clase y ya he tenido profesores hombres, pero ahora, con las restricciones de los talibanes, no podía evitar estar nerviosa. Con todo, tenía un objetivo muy claro: prepararme para realizar un examen oficial de inglés y conseguir el ansiado certificado para solicitar una beca en el extranjero. Así que acepté el riesgo.
La cosa, sin embargo, todavía se complicó más cuando comprobé que en el curso los chicos y chicas estudiaban juntos, en la misma aula, algo que los talibanes también han prohibido totalmente. Si nos encontrábamos, no tendríamos ninguna excusa y seríamos detenidos.
Esa noche, cuando volví a casa, mi padre me preguntó por las clases. Contesté que el espacio era seguro, que el profesorado eran mujeres y que no había ningún problema. Mentí, porque si hubiera dicho la verdad, posiblemente no me hubiera dejado volver.
En concreto, en mi clase éramos siete chicas y seis chicos, y el profesor era un hombre. Durante las dos primeras semanas, todo fue a la perfección, hasta que un día, a las tres y media de la tarde, sonó de repente una fuerte alarma justo en el momento en que estábamos dando una clase de debate. Me quedé sin palabras. El profesor y los chicos se fueron corriendo, y una de las alumnas se sentó detrás de la mesa del docente para fingir que era la profesora. Otra chica me gritó "¡Ponte la mascarilla!" y me cubrí el rostro rápidamente. Entonces me di cuenta de que la policía de la moral de los talibanes acababa de llegar. Las manos me temblaban y me sentía como alguien que espera ser arrestado después de haber cometido un delito. ¿Cuál sería mi destino?
Sobornos a los talibanes
Al cabo de diez minutos, el profesor y los alumnos hombres volvieron. "La alarma que sonó es un timbre de alerta por la llegada de los agentes del ministerio de la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio", explicó el responsable del curso, sin dar importancia al incidente. "No se preocupe, sabemos cómo negociar con ellos", añadió sin dar más detalles, pero supuse que les sobornaban para que nos dejaran estudiar.
A pesar del susto, sigo yendo a las clases presenciales de inglés. Reconozco que voy angustiada, no puedo evitarlo. Pero intento mantener la calma pensando que, me guste o no, ésta es la única alternativa que tengo para conseguir un certificado oficial de inglés y poder marcharme algún día de Afganistán para continuar los estudios.
De hecho, las clases se han convertido no sólo en una manera de aprender un idioma, sino de mantenerme viva. Cada vez que me siento con otras mujeres y aprendo una palabra nueva, siento que no estoy completamente silenciada. Tengo la sensación de avanzar, poder elegir y que mi futuro no me ha sido arrebatado del todo.