Inundaciones en Libia

Derna, la esperanza de una reunificación de Libia

La crisis humanitaria ha logrado romper, al menos temporalmente, con las pugnas geoestratégicas internacionales que han desangrado Libia desde el 2011

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Los equipos de rescate de Derna (Libia) recuperan cadáveres tras las devastadoras inundaciones.

Derna (Libia)El bombero uniformado de rojo dirige la excavación. Es el jefe de la brigada turca que llegó poco después de que la inundación más mortífera registrada en África desde 1900 arrasase buena parte de la ciudad de Derna. Desde que en 2014 Libia se dividiese en dos partes, Turquía ha sido uno de los grandes aliados del Gobierno del oeste, apoyado también por las Naciones Unidas y la Unión Europea. Sin embargo, Derna se encuentra en el este, bajo el Ejecutivo del mariscal Jalifa Hafter, apoyado por Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Rusia. Pero la crisis humanitaria provocada por el colapso de dos represas ha conseguido romper, al menos temporalmente, con las pugnas geoestratégicas internacionales que han desangrado Libia desde la caída del régimen de Gadafi en 2011, para la que fue determinante la intervención de la OTAN.

 Junto al equipo de bomberos turcos, criban la montaña de lodo que tapona una de las calles centrales de Derna, supervivientes de la inundación y libios llegados de todos los rincones del país, incluido el lado occidental. “Esta catástrofe nos ha hecho volver a sentirnos un solo pueblo, por encima de divisiones políticas”, explica Ahmed Aljaer, un joven de Trípoli que, junto a algunos conocidos, viajó en coche hasta Derna para ayudar en lo que pudiesen. Su esperanza es compartido por muchos otros de los libios entrevistados, que ven cómo soldados del Ejército de Hafter trabajan junto a unidades del lado occidental. “Hasta la tregua de 2020, nos matábamos los unos a los otros. Ahora sí creo que la reunificación es posible”, expone un soldado que no puede dar su nombre porque, como todos los militares, no tiene autorización para hacer declaraciones.

 A su alrededor, bomberos y paramédicos rusos, emiratíes y saudíes buscan cuerpos en la costa y bajo toneladas de lodo y escombros junto a sus homólogos italianos, españoles, turcos, aliados del Gobierno de Trípoli. Todos ellos llevan más de diez horas cavando, arrancando trozos de tela atrapados en el barro para ver si al final, hay un brazo, una pierna, una persona. Empieza a atardecer, la excavadora se retira porque el conductor está exhausto, y ahí siguen ellos, los supervivientes de la riada, buscando a sus vecinos y vecinas, vestidos con los trajes y las mascarillas que, inevitablemente, en el Norte Global nos siguen retrotrayendo a nuestra gran crisis, la pandemia de covid-19.

 Según las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, las olas gigantes provocadas por la rotura de las represas cuyo deficiente mantenimiento había sido denunciado por diversas organizaciones desde hacía años, habrían provocado la muerte de unas 4.000 personas y la desaparición de, al menos, unas 9.000. Como en otros países árabes, muchas familias suelen vivir en el mismo edificio o en construcciones contiguas, por lo que son muchas las que han perdido cinco, diez o hasta veinte miembros. Por ello, el responsable de la morgue en la que en los primeros días se preservarom los cadáveres hasta que, por el riesgo de un brote de cólera, se empezaron a trasladar directamnte a la fosa común, sostiene que la mayor necesidad de la población de Derna en estos momentos es en el terreno de la salud mental. “En los primeros días veíamos que la gente no lloraba. Estaban en estado de choque, en estado de negación, incluidos los niños. Necesitamos psicólogos para ayudarles a lidiar con esta trauma”, explicaba antes de trasladarse al Hospital Universitario, donde siguen tratando a heridos de la tragedia.

Más destrucción que en tres guerras

 Desde 2011, Derna ha sido uno de los enclaves que más ha sufrido las tres guerras que se han sucedido tras el levantamiento popular que, a través de la intervención de la OTAN, derrocó el régimen de Muamar el Gadafi.

 “Desde entonces, todo ha ido siempre a peor”, explica Fatima Mohamed en una escuela reconvertida en refugio donde vive desde que perdió su casa y a dos familiares por la riada. “¿Por qué no arreglaron bien las represas si se sabía que estaban en mal estado? ¿Por qué siempre tiene que ocurrirnos lo peor en Derna?”.

 Además de las dos guerras civiles que han desangrado Libia desde 2011, Derna fue una de las ciudades que Estado Islámico convirtió en uno de los bastiones de su Califato en 2014. La guerra que los soldados del mariscal Hafter libraron con los fundamentalistas se alargó durante dos años, en los que además de los bombardeos del Ejército libio, sufrió los de Turquía y Estados Unidos contra los fundamentalistas.

 Sin embargo, el grado de destrucción y de dolor provocado por la inundación es incluso superior al que provocaron las tres guerras, según sostienen la mayoría de los entrevistados. “Todo esto que ves no ha podido ser resultado sólo de una catastrofe natural, tiene que haber sido designio de Dios. No puedo explicármelo de otra forma”, concluye un hombre cabizbajo ante la casa en la que vivía su madre. Bajo el brazo sostiene una tabla de madera de cortar verduras. Se la regaló hace años. Es lo único que ha podido recuperar de ella.

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