África

Pesqueros europeos que se esfuman en la costa de Senegal

La presencia persistente de la pesca de arrastre deja a las poblaciones de peces al punto del colapso y compromete la vida de los locales

BarcelonaEn un callejón del Raval el sindicato Top Manta estampa una sudadera cuyo eslogan se cuenta solo: "Mi sueño no era ser mantero, yo era pescador". "El tema no es que falte pescado, es que donde pescábamos ahora hay barcos extranjeros que han firmado contratos con nuestros gobiernos", explica Papalaye, representante del grupo. A más de 4.000 kilómetros de distancia del taller, en el puerto de Dakar se agolpan decenas de embarcaciones de pesca industrial de capital chino, francés, senegalés y también español. Una pesca extractiva que hace desaparecer la pesca tradicional y que, según varias ONG, está bajo sospecha de una batería de irregularidades.

En la última década la capital de Senegal ha sido protagonista de un crecimiento constante de la pesca industrial. Así lo demuestran las estadísticas oficiales del gobierno, que afirma que las capturas de los pesqueros han incrementado de las 418.000 toneladas a más de 530.000 en diez años. Una situación que, según Environmental Justice Foundation, deja el 57% de las poblaciones de peces en Senegal en un estado de colapso.

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El incremento de la pesca es visible a simple vista. Las imágenes satélite del puerto de Dakar que el ARA ha podido consultar y que OCEANA ha confirmado como válidas muestran un aumento progresivo y constante de las embarcaciones pesqueras. En la última imagen, de enero del 2025, se observan más de cincuenta barcos de grandes dimensiones, mayoritariamente de pesca de arrastre, pero también algunos palangreros y barcos factoría. Veinte tienen más de 45 metros de eslora.

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Parte del aumento de la pesca industrial se explica por la reciente llegada de empresas chinas, pero también por una alianza controvertida con Bruselas. En 2014 entró en funcionamiento un acuerdo bilateral entre la Unión Europea y Senegal mediante el cual las autoridades europeas pagaban 1,7 millones de euros anuales a cambio de permitir el acceso a sus embarcaciones.

Hace más de seis meses que el acuerdo caducó y se cerró la puerta a una renovación en medio de una crisis de las relaciones entre ambos actores. Bruselas acusaba a Dakar de no controlar la pesca ilegal y el nuevo presidente del país responsabilizaba a los europeos de la sobreexplotación de su espacio marítimo.

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Sin embargo, pese a este final abrupto, la pesca industrial europea (y española) no ha desaparecido del mapa. La Cámara de Comercio de España reconoce que en Senegal operan cuatro armadores españoles con múltiples embarcaciones consorciadas con empresas locales, y una investigación periodística de Follow The Money eleva las embarcaciones europeas –españolas y francesas mayoritariamente– a una quinta parte del total en Dakar. En un viaje en el 2021 el ARA pudo comprobar desde el terreno el malestar de los pescadores locales ante la presencia masiva –y más poderosa– de las naves extranjeras.

"Cuando los recursos empiezan a mermar en España, sobre todo en los ochenta y noventa, se buscan caladeros fuera. Se invierte mucho en ir a países de África Occidental que no se explotaban nada y traer aquí todo lo que se pescaba", explica Ignacio Fresco, investigador senior de OCEANA. "Eran acuerdos privados entre empresas y el gobierno local, que poco a poco se establecen en estructuras más complejas con instalaciones en Senegal y transbordadores para la exportación", continúa Fresco.

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Suspensiones del sistema de radar

Algunas de estas embarcaciones consorciadas o con bandera española son sospechosas de apagar el sistema de radar obligatorio para las embarcaciones de la UE, según denuncian las ONG OCEANA y ClientEarth. Una suspensión deliberada durante días que podría indicar la pesca ilegal en zonas protegidas para las capturas tradicionales de la población local –esencial para la seguridad alimentaria–. El ARA ha tenido acceso a dos ejemplos de presunta suspensión deliberada del radar AIS:

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Recorregut dels vaixells de pesca que apaguen el radar AIS
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La embarcación **EJE, construida en el 2000 y con bandera española, apaga el AIS el 10 de abril en zona de pesca de Guinea-Bissau –ya que no tiene permiso para pescar en Senegal–. El radar vuelve a encenderse el 15 de abril, también en zona de pesca permitida, y vuelve a apagarse el mismo día cinco horas después. Su posición ya no es localizable hasta veinte días después, cuando se dirige hacia Dakar, unas millas antes de volver a puerto. El **BAL III, en cambio, lleva la bandera de Senegal a pesar de ser titularidad de una sociedad mixta controlada por una empresa española. Puede pescar en el espacio marítimo de Senegal, pero no en zonas de pesca tradicional. Desaparece durante cinco días.

Aunque los datos de geolocalización tienen un margen de error, la prolongada y sistemática naturaleza de los vacíos plantea preocupaciones, según explican las ONG, por lo que piden que España intensifique la vigilancia.

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Madrid no controla los consorcios

La Secretaría General de Pesca es responsable de monitorizar las operaciones en el extranjero de barcos con bandera española, pero OCEANA y ClientEarth han presentado una denuncia a un tribunal de Madrid por no llevar a cabo la vigilancia en las empresas consorciadas. "Le pedimos a la autoridad española que investigue actividades irregulares de embarcaciones españolas con bandera senegalesa en el momento en que el beneficiario último sea una empresa española", explica Fresco. Según la ONG, esta obligatoriedad se desprende de la legislación europea que dice que "se aplica a los operadores de la UE que operan en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera".

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La respuesta que dan desde la administración española es que les falta jurisdicción y que le corresponde investigar en Senegal porque es el titular del pabellón. Pero Dakar está en el punto de mira para permitir a barcos sin bandera atracar a puerto –pese a ser perseguidos internacionalmente–, o para exportar más atún del legalmente permitido. Irregularidades que ya le han valido una tarjeta amarilla del sistema de amonestaciones europeo.