Brasil

Empieza bajo la presión de Trump el juicio a Bolsonaro por intento de golpe de estado

El expresidente no se ha presentado ante el juez alegando problemas de salud

São PauloLlega la hora de la verdad para el expresidente Jair Bolsonaro y su núcleo más fiel de colaboradores a lo largo de su mandato entre 2019 y 2022. Este martes la segunda sala del Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño, formada por cinco jueces, iniciaba un juicio sin precedentes. Pero lo hizo sin el expresidente brasileño, que alegó motivos de salud para no presentarse ante el juez. Se trata del juicio más trascendente desde la redemocratización del país, por los cargos públicos implicados y porque seis de los juzgados son o han sido militares (hay tres generales y un almirante). Incluso supera al de Lula da Silva, encarcelado por corrupción, lo que le impidió participar en los comicios del 2018, que precisamente llevaron a la extrema derecha al poder, un proceso del que fue absuelto y con la causa archivada.

A Bolsonaro ya otros siete acusados, que formaban el núcleo duro del ejecutivo, se les imputan cinco delitos, entre ellos el de intento de golpe de estado a finales del 2022 para impedir que Lula da Silva, que había ganado las presidenciales, pudiera tomar posesión del cargo. Sumadas, las penas máximas de reclusión pueden llegar hasta los 43 años. Por eso el juicio ha despertado una expectativa sin precedentes, atrayendo a millones de brasileños a seguirlo en directo a través del móvil o la televisión.

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El llamado "núcleo crucial" de la trama golpista está formado, aparte del expresidente, por Alexandre Ramagem, ex director de la Agencia Brasileña de Inteligencia y diputado federal; Almir Garnier, excomandante de la marina; Anderson Torres, ex ministro de Justicia; Augusto Heleno, ex ministro del Gabinete de Seguridad Institucional; Mauro Cid, ex ayudante de órdenes de la Presidencia, que es el único delator del caso; Paulo Sérgio Nogueira, ex ministro de Defensa, y Walter Braga Netto, ex ministro de Defensa y de la Casa Civil.

De todos ellos, sólo el general Braga Netto, que era el candidato a vicepresidente de Bolsonaro en la reelección de 2022, está en prisión preventiva en Río de Janeiro por intentar interferir en las investigaciones. Bolsonaro cumple arresto domiciliario en Brasilia, por incumplimiento de las restricciones que el Supremo le aplicó. Su residencia es monitorizada 24 horas después de que en agosto la Policía Federal encontrara en su móvil una petición antigua del 2024 de asilo político a Javier Milei, presidente de Argentina.

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En principio, sólo dos de los reos seguirán presencialmente parte del juicio, que tendrá ocho sesiones. El resto lo harán telemáticamente, incluyendo a Bolsonaro. El martes 9 está prevista la votación de los cinco jueces y el viernes 12 se hará pública la sentencia.

La injerencia de Donald Trump

El juicio, en el que toda la clase política brasileña da por sentado que Bolsonaro será condenado a una pena muy severa, se celebra en un ambiente muy enrarecido por las injerencias de Donald Trump, que ha pedido que el proceso se detenga. El presidente estadounidense justificó la implementación de un tarifaço del 50% sobre las importaciones brasileñas, en vigor desde el 6 de agosto, por "la cacería de brujas" que sufre su aliado en el trópico.

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Paralelamente a los aranceles, la Casa Blanca sancionó al magistrado Alejandro de Moraes, que es el relator y ha liderado todos los procesos judiciales contra Bolsonaro, con la aplicación de la ley Magnitsky, conocida como "la pena de muerte financiera", un dispositivo para extranjeros creado para castigar a dictadores enemigos de Estados Unidos y acusados tergiversado. En la apertura de la vista, el magistrado ha denunciado que una "organización criminal" ha intentado coaccionar al alto tribunal para que se someta al "escrutinio de un estado extranjero".

De hecho, el gobierno de Lula trabaja ya con la hipótesis de que pueda haber nuevas sanciones comerciales estadounidenses con la condena a Bolsonaro. En el peor de los escenarios, dada la imprevisibilidad de Trump, no se descarta que incluso pueda decretar algún tipo de embargo o la ruptura de relaciones diplomáticas.

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En Washington el juicio será seguido por un equipo interno del departamento de Estado, miembros de la Casa Blanca y de los servicios de inteligencia. Estará el hijo del expresidente juzgado, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, que ha trasladado su residencia a Estados Unidos y que ha liderado los contactos con la administración republicana para que implementara aranceles contra su propio país.

Bajo la presión chantajista de EE.UU. y la mirada interesada de organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, el juicio a Bolsonaro ha adquirido una dimensión que va más allá de las mismas fronteras. Representa un test de estrés democrático y credibilidad internacional de las instituciones locales. En un cortísimo período, el gigante sudamericano ha pasado de ser el epicentro mundial de la extrema derecha, cuando Trump perdió las elecciones y Bolsonaro aún se mantenía en el poder, a ser ahora un laboratorio de regeneración democrática y de su estado de derecho.