Amnistia Internacional denuncia que China encierra a hijos de exiliados uigures en orfanatos

Hasta un millón de niños pueden estar en manos del gobierno de Pekín y separados de sus padres, según la organización

Mar Bermúdez i Jiménez
y Mar Bermúdez i Jiménez

BarcelonaUn informe publicado por Amnistía Internacional denuncia que China tiene más de un millón de niños, hijos de familias uigures exiliadas, cautivos en orfanatos estatales y separados de sus padres. El documento insta al país a liberar los menores recluidos sin consentimiento de sus parientes.

Amnistía Internacional (AI) expone los hechos con historias personales de padres que se fueron de la región autónoma de Xinjiang, en el noroeste de China, dejando a sus hijos a cargo de familiares, sin saber que estaba a punto de empezar una campaña sin precedentes contra las minorías étnicas de la región.

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Durante décadas los uigures, una minoría musulmana, han sido víctimas de discriminaciones por razón de etnia y religión. Desde 2014 la región está sometida a un alto grado de vigilancia como parte de la "guerra popular contra el terror", declarada por China, bajo el pretexto de combatir "el extremismo religioso". En 2016 las medidas de vigilancia y control sociales se empezaron a extender rápidamente y en 2017 se dirigían especialmente hacia los uigures, kazajos y otras minorías musulmanas.

AI calcula que desde entonces un millón de personas o más han sido detenidas arbitrariamente en centros que el gobierno chino asegura que son de transformación "a través de la educación" o formación "profesional" en Xinjiang. La organización denuncia que se trata de campos de detención donde se practican varias formas de tortura y maltratos, incluidos el adoctrinamiento político y la asimilación cultural, trabajos forzados, esterilizaciones, abusos sexuales y violaciones.

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La campaña de detención masiva combinada con la represión sistemática han impedido que los padres y madres uigures puedan volver a China para cuidar de sus hijos y han hecho imposible que estos abandonen China para reunirse con sus padres en el extranjero.

"Ahora mis hijos están en manos del gobierno chino"

Como el acceso a Xinjiang está fuertemente restringido, Amnistia habla con uigures que pudieron huir antes de que la represión se intensificara. Un ejemplo son Mihriban Kader y Ablikim Memtini. Huyeron de Xinjiang hacia Italia en 2016 después de ser asediados por la policía y presionados para que abandonaran sus pasaportes. Dejaron cuatro hijos temporalmente con sus abuelos, pero la abuela fue llevada a un campo de detención y el abuelo fue interrogado por la policía. "Los otros parientes no se atrevían a cuidar a mis hijos después de lo que les había pasado a mis padres", relata la madre. "Tenien miedo de que también les enviaran a los campos".

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En noviembre de 2019, la pareja recibió un permiso del gobierno italiano para que sus hijos se pudieran reunir con ellos, pero la policía china los capturó y les envió a un orfanato estatal. "Ahora mis hijos están en manos del gobierno chino y no estoy segura de si los podré volver a ver nunca más", lamenta Mihriban.

"Lo único que me hace avanzar en la vida es que quiero saber que está vivo"

Otra historia publicada por la organización es la de Rizwangul. Según su testigo, la mujer trabajaba como comerciante en Dubai en 2014 y su hijo, entonces de 3 años, vivía con sus abuelos en China y ella lo visitaba con frecuencia. En marzo de 2017, cuando se disponía a ir a China para cuidar a su madre enferma, la advirtieron que su primo había sido enviado a un campo de detención. Su hermana se hizo cargo de su hijo y le dijo que no les trucara, puesto que los controles eran extremos. Asegura que desde entonces no ha podido contactar con su hijo. "Es realmente difícil para los otros entender lo que siento", relata. "Solo quiero saber que está vivo, que está seguro y que está bien".