Irán ejecuta a un ciudadano angloiraniano condenado por espionaje
Londres califica de "cruel y cobarde" la muerte de Alireza Akbari, acusado de trabajar para los servicios secretos británicos
BarcelonaEl gobierno de Irán ha informado de que ha ejecutado a Alireza Akbari, un ciudadano con doble nacionalidad iraní y británica condenado bajo la acusación de trabajar para los servicios secretos del Reino Unido. El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha calificado el asesinato de Akbari, que había sido viceministro de Defensa del gobierno iraní entre 1997 y 2005, de acto "cruel y cobarde".
Las autoridades judiciales iraníes condenaron a Akbari por "espiar para el MI6", una de las agencias de inteligencia británicas, a cambio de cobrar "1.805.000 euros, 265.000 libras y 50.000 dólares norteamericanos". A pesar de los llamamientos internacionales a parar la ejecución, finalmente se ha llevado a cabo a primera hora de este sábado.
Tanto Londres como Washington habían exigido al régimen de los ayatolás que liberaran al ex alto cargo, una demanda que Teherán ha acabado ignorando. En un mensaje en Twitter, Sunak ha calificado al gobierno iraní de "régimen bárbaro que no respeta los derechos humanos de su propia gente".
El caso de Akbari es un más de la llamada "diplomacia de los rehenes", como lo denominan otros países y organizaciones internacionales pro derechos humanos, a través de la cual la República Islámica utiliza a prisioneros con doble nacionalidad para obtener intercambios de prisioneros. Además, el régimen presidido por Ebrahim Raisi es uno de los que acumulan más condenas de muerte: por ejemplo, solo en 2021 sacó adelante 241 ejecuciones, buena parte de las cuales de disidentes políticos.
Irán se ha visto inmerso últimamente en una fuerte oleada de protestas antigubernamentales después de que una joven, Mahsa Amini, muriera bajo custodia policial cuando había sido detenida por no llevar bien el velo por la calle. Las manifestaciones, que se extendieron durante días en todo el país, acabaron con 500 muertos por la represión policial y centenares de detenidos, de los cuales cuatro ya han sido ejecutados y decenas más también podrían ser condenados a morir colgados en la horca.
Teherán acusó a los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia de orquestar las protestas para debilitar al régimen.