Sanae Takaichi rompe el techo de cristal y se convierte en la primera jefa de gobierno de Japón
Consigue una nueva alianza conservadora, sobreponiéndose a la ruptura de la coalición con Komeito, y nombra por primera vez a una mujer al frente del ministerio de Finanzas
TokioLa Dieta Nacional de Japón ha nombrado este martes Sanae Takaichi como nueva primera ministra de Japón, tras la renuncia de su predecesor, Shigeru Ishiba. La líder del Partido Liberal Democrático (PLD) hace historia al haberse convertido en la primera mujer en ocupar el cargo de jefe de gobierno en el país, un hito que rompe el techo de cristal en una de las estructuras políticas más masculinizadas del mundo. Su elección marca el inicio de una nueva etapa política en Japón, en un contexto de retos internos y tensiones globales, y ha recibido ya las felicitaciones de varios líderes internacionales.
El nuevo ejecutivo combinará continuidad y gestos simbólicos, como el hecho de que todos los rivales que la nueva primera ministra derrotó en las elecciones internas del Partido Liberal Democrático han sido recompensados con carteras clave, un movimiento que busca reforzar la unidad interna y estabilizar el partido. Shinjiro Koizumi asumirá el ministerio de Defensa; Toshimitsu Motegi será el nuevo titular de Asuntos Exteriores, y Yoshimasa Hayashi ocupará la cartera de Asuntos Internos, pero una de las decisiones más destacadas es la designación de Satsuki Katayama como ministra de Finanzas –la primera mujer en la historia del país en ocupar este cargo–, lo que ampliaría el carácter histórico del gobierno Takaichi.
A pesar de la apuesta por la cohesión interna, la investidura no ha sido un camino de rosas: Komeito, un partido conservador budista que fue socio de gobierno durante prácticamente un cuarto de siglo, abandonó la coalición tras intensos desacuerdos sobre la orientación política y algunas medidas clave y dejó el PLD. La oposición de centroizquierda intentó pactar a un candidato alternativo para bloquear su llegada al poder, pero no logró sumar suficientes apoyos. Ante ese vacío, Takaichi actuó con rapidez y táctica: selló una nueva alianza con el Partido de la Innovación de Japón (JIP) y otros grupos menores, lo que le ha permitido conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para ser nombrada primera ministra.
El resultado es una coalición funcional pero inestable que condicionará fuertemente la agenda de su ejecutivo. La salida de Komeito recalca la fragilidad del margen político de Takaichi y le obligará a suavizar tanto las políticas conservadoras como las reformas que tenía la intención de impulsar en ámbitos como la seguridad nacional e inmigración, así como medidas económicas para evitar nuevas fugas de socios. Asimismo, la rapidez con la que ha tejido el apoyo con el JIP evidencia su capacidad de maniobra, pero también deja abiertos interrogantes sobre la coherencia programática del gobierno y su capacidad para gestionar tensiones con China y Estados Unidos y convencer a mercados e inversores en un contexto de debilidad económica y crisis demográfica.
Visita de Trump a final de mes, la prueba de fuego
Estos no serán los únicos problemas que condicionarán el mandato de Takaichi: una inflación persistente y un coste de la vida en alza presionan a los hogares y alimentan el malestar de los votantes mientras la economía sufre una desigual recuperación con un yen débil. Asimismo, la crisis demográfica deja un déficit estructural de mano de obra –especialmente en el ámbito sanitario– que obliga a las empresas a recurrir a trabajadores del extranjero a pesar de una opinión pública a menudo reacia y una política migratoria cada vez más restrictiva. Y, como telón de fondo, emerge una extrema derecha con capacidad de marcar la agenda sobre identidad e inmigración, lo que tensiona aún más a la sociedad y complica cualquier reforma equilibrada. En este contexto, la nueva primera ministra deberá conjugar soluciones económicas reales con gestos de gobernabilidad que calmen a la opinión pública y garanticen recursos para la transformación demográfica y productiva del país.
En el escenario internacional, la primera prueba de fuego de Takaichi llegará en breve, con la visita del presidente de EEUU, Donald Trump, prevista para finales de mes. El encuentro será clave para calibrar la sintonía entre ambos líderes y la continuidad de la alianza estratégica entre Washington y Tokio. Takaichi, que comparte con Trump una retórica marcadamente nacionalista y un discurso de corte populista, podría encontrar una afinidad ideológica inicial, pero tendrá que equilibrarla con pragmatismo para preservar los intereses comerciales y de seguridad de Japón. El dossier más urgente sobre la mesa es el acuerdo arancelario y la renovación de la cooperación en defensa, en un momento de inestabilidad regional y de incertidumbre sobre el papel de EEUU en Asia-Pacífico.