Demografía

¿Por qué Tokio paga un mínimo de 7.000 euros para marcharse de la ciudad?

Japón combate la congestión de la capital y el despoblamiento del país con ayudas para ir a vivir a las zonas rurales

PekínLa capital japonesa se quiere descongestionar perdiendo habitantes y para conseguirlo el gobierno ofrece más de 7.000 euros por hijo a las familias que se trasladen fuera del área metropolitana. Los incentivos pretenden reducir la concentración de población en la gran área de Tokio, pero también repoblar o al menos evitar que se vacíen las zonas rurales.

Japón tiene un gran problema de envejecimiento y se hace más evidente en las zonas rurales, donde una gran parte de los habitantes superan los 60 años. Los jóvenes optan masivamente por emigrar a las ciudades, donde hay más oportunidades laborales. La mayoría de los 126 millones de japoneses se concentran en el 25% del territorio y el 80% viven en zonas urbanas densamente pobladas. En el área metropolitana de Tokio viven unos 35 millones de personas y la densidad de población presiona los servicios y las comunicaciones.

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Para intentar paliar lo que se puede describir como el “Japón vacío”, la administración metropolitana, con el apoyo del gobierno, ha aumentado las subvenciones para las familias con hijos que decidan ir a vivir a un entorno rural.

Desde 2019 hay un programa de ayudas para ir a vivir al campo, pero ahora el gobierno los ha multiplicado por tres para intentar mantener vivos los pueblos. La despoblación en algunas áreas es tan intensa que se ha calculado que este año habrá en Japón unos diez millones de casas vacías en el campo que no estarán reclamadas por los herederos.

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La superficie del territorio abandonado en el interior del país y las zonas de montaña ya equivale a la extensión de Austria. La medida se implementará al inicio del nuevo año fiscal, que en Japón empieza en abril. A los nuevos incentivos se suman subvenciones ya existentes que pueden superar los 21.300 euros, destinadas a ayudar a montar un negocio o a sufragar el traslado de los que consigan mantener su ocupación en régimen de teletrabajo.

Un mínimo de cinco años

Al programa pueden acceder los residentes de los 23 distritos de Tokio y también los que viven en áreas circundantes y que viajan a la capital cada día para ir al trabajo. Los que decidan abandonar Tokio se tienen que comprometer a residir al menos cinco años en la nueva población. Si renuncian, tendrán que devolver las ayudas. Unos 1.300 municipios rurales próximos a la capital se han sumado a la campaña para atraer población. Los ayuntamientos, normalmente con escasos centenares de vecinos, intentan seducir a las parejas jóvenes con promesas de guarderías sin lista de espera, vivienda grande y sobre todo una forma de vida alejada del estrés de la capital.

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A pesar de esto, no se puede decir que hasta ahora la campaña de revitalización rural haya sido un éxito: durante el año fiscal 2021 solo 2.400 personas abandonaron la capital para trasladarse a un pueblo. Para promover este retorno al campo, incluso la televisión estatal NHK tiene un programa en el que hace seguimiento de la experiencia de los nuevos pioneros. El aumento de las ayudas pretende impulsar la iniciativa. Pero es la pandemia de covid-19 la que se ha convertido en un aliado. La enfermedad y las restricciones de movilidad han comportado que haya gente que quiera vivir en un entorno menos hostil que la ciudad.

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Pero Tokio no es un caso aislado. En Asia se concentran una gran parte de las megaciudades del mundo. La alta densidad de población en ciudades como Delhi (31 millones), Yakarta (35 millones), Bangkok (17 millones), Manila (24 millones) y Pekín (22 millones) genera graves problemas de contaminación. La superpoblación conlleva todo tipo de retos que van desde la escasez de viviendas hasta graves problemas de movilidad, sin olvidar las dificultades para ofrecer servicios básicos como la sanidad y la educación. Todas ellas también tienen como denominador común que la tasa de fertilidad es inferior a la media del país. Las mujeres, cuando acceden al trabajo, abandonan su rol tradicional en el hogar.

Reequilibrio de población en China

En China se ha optado durante décadas por la urbanización. El gigante asiático ha hecho una rápida transición para pasar de ser un país rural y agrícola a convertirse en la fábrica del mundo. El cambio se ha hecho gracias a una gran migración interna de población, que ha abandonado los pueblos del interior y se ha mudado a las zonas de costa, donde están las grandes ciudades y se instalaron las fábricas de manufacturas. El resultado han sido la proliferación de grandes megalópolis como Shanghái, con 26 millones de habitantes, Canton, con 19 millones, y el caso más emblemático, Shenzhen, que a finales de los 70 era un pueblo y ahora tiene más de 17 millones de habitantes.

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China mantiene la política de urbanización, pero en los últimos años el objetivo es concentrar la población que vive en pueblos pequeños en ciudades cercanas para que tengan mejor acceso a servicios sanitarios o simplemente calefacción. Paralelamente, ha frenado la emigración a las grandes ciudades y ha intentado reducir la población expulsando a los migrantes. China tiene un sistema rígido de permiso de residencia, el hukou, que está vinculado al lugar de nacimiento y que da derecho a los servicios básicos de educación o sanidad.

Las autoridades de Pekín ofrecen facilidades para obtener el hukou a los migrantes que se instalen en lo que se conoce como ciudades de tercer o cuarto nivel –con menos habitantes y en provincias del interior– y así descongestionar megalópolis como Pekín y Shanghái.