Estados Unidos

Biden: "La violencia con armas de fuego es una epidemia en los EE.UU."

El presidente nombrará a un antiarmas al frente de estas políticas, pero sigue sin mayoría en el Congreso para ir más allá

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, recoge finalmente el debate de las armas y aprueba sus primeras órdenes en esta materia desde que es presidente, después de los dos tiroteos masivos que han azotado de nuevo el país, en Colorado y en Atlanta, este último contra mujeres de origen asiático. Con todo, las medidas se quedan bastante cortas respecto a sus promesas de campaña y de momento se limitarán a prohibir las llamadas armas fantasma, las que no tienen un número de registro porque están hechas en casa o montadas con partes que sí están a la venta.

A pesar de que las medidas anunciadas se quedan cortas respecto a sus promesas de campaña, el tono del presidente ha sido contundente: "La violencia con armas, en este país, es una epidemia" o "basta ya" han sido algunas de las frases que ha pronunciado. En respuesta a las críticas recibidas, ha explicado que ninguna medida propuesta "atenta contra la Segunda Enmienda (ley de propiedad de armas)" y ha hecho énfasis en la flexibilidad de las leyes que históricamente se han ido reescribiendo y adaptando a los nuevos tiempos.

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El bloqueo en el Congreso no le permite aspirar a mucho más todavía y por eso, en su discurso este jueves en la Casa Blanca, acompañado de su fiscal general, Merrick Garland, reclamará también a los legisladores que hagan un esfuerzo para aprobar las dos normas que se aprobaron el mes pasado en la Cámara de Representantes para ampliar las restricciones de venta basándose en los antecedentes de los compradores. A pesar del control demócrata en el Senado, hoy dividido 50 a 50 con el voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, la legislación parece destinada a fracasar de nuevo por la oposición de senadores demócratas como Joe Manchin, de Virginia Occidental.

Durante la campaña electoral, Biden se comprometió repetidamente a prohibir los rifles de asalto, una ley que ya fracasó en el Senado republicano cuando él era vicepresidente de Barack Obama, después de la matanza a una veintena de niños pequeños en una escuela de primaria en Newton, Connecticut. Masacres recientes han vuelto a poner sobre la mesa la amenaza de este tipo de armas y parecía que la debilidad actual de la Asociación Nacional del Rifle, inmersa en un escándalo de corrupción, podría favorecerlo, pero de momento Biden no ha conseguido una mayoría lo suficientemente grande como para poder sacarlo adelante en el Congreso.

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Sus primeras órdenes ejecutivas de momento prohibirán las armes fantasma y también los brazos que se utilizan para estabilizar un arma y que pueden convertir una pistola en rifle –como el que usó el autor del tiroteo en un supermercado de Colorado el mes pasado–, además de inversiones en programas para comunidades con altos índices de violencia, entre otras cosas. El presidente Biden planea también nombrar como jefe de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos a David Chipman, un antiguo agente de esta misma oficina partidario de un control más elevado a las armas y que asesora a la organización impulsada por la congresista Gabby Giffords, convertida en activista contra las armas después de sobrevivir a un disparo en la cabeza en 2011.

La última encuesta a finales del año pasado apuntaba que un 57% de los norteamericanos creen que hace falta un control más estricto sobre la venta de armas, una cifra inferior al 67% que lo creían en 2018, según el mismo sondeo de Gallup. De hecho, la pandemia de covid-19 y después de los disturbios en ciudades con grandes manifestaciones contra la injusticia racial desembocaron a lo largo del año pasado en un aumento de la venta de armas.