Las divisiones sobre Ucrania amenazan los presupuestos en el Congreso de Estados Unidos
A una semana de la fecha límite, el ala dura de los republicanos se niega a aprobar el nuevo paquete de ayuda militar impulsado por Biden
WashingtonComo viene siendo costumbre, las urgencias dominan estos días el Congreso de Estados Unidos. Falta apenas una semana para la fecha límite de aprobación de los presupuestos y no hay certeza de que los legisladores puedan evitar el desastre que supondría un cierre del gobierno. Si en la madrugada del 1 de octubre demócratas y republicanos no han sido capaces de superar sus divisiones internas, millones de personas verían limitado el acceso a sus prestaciones sociales, decenas de miles de trabajadores de la administración se quedarían sin paga y no funcionarían servicios cruciales como el Fondo de Ayuda para Desastres. La Casa Blanca puede activar planes de contingencia para mitigar la situación, pero un cierre continuado de la financiación tendría efectos drásticos sobre la economía.
Para evitar este escenario, que no sería inédito –se ha dado en 20 ocasiones en los últimos 50 años–, es necesario un acuerdo de estado que supere la polarización, cada vez más intensa, entre los dos grandes partidos estadounidenses. Los republicanos piden recortes masivos, que incluyen el gasto militar, la ayuda a Ucrania y programas sociales como el Medicaid y el Medicare. Los demócratas, en cambio, argumentan que el gobierno de Joe Biden necesita unos presupuestos fuertes para continuar con su acción de gobierno expansiva.
La financiación de la administración requiere la aprobación de la Cámara de Representantes, de ajustada mayoría republicana; del Senado, dominado por los demócratas, y del presidente Biden. A una semana de la fecha límite, el principal arrecife es la ayuda a Ucrania ante la guerra de ocupación rusa. Los demócratas quieren incluir en la votación un nuevo paquete de ayuda militar de 24.000 millones de dólares, impulsado por el gobierno, una inversión que algunos republicanos ven con buenos ojos pero a la que el ala dura del partido se opone frontalmente.
La financiación del gobierno, en manos de la ultraderecha
Después de 19 meses de hostilidades, en los que EEUU ha invertido más de 75.000 millones de dólares (que han convertido a Ucrania en el país invadido con más ayuda estadounidense de la historia), las encuestas comienzan a detectar cierto cansancio entre los estadounidenses: el 55% están en contra de la autorización de mayor gasto en apoyo al país europeo, según la última encuesta de la CNN. Un sentimiento que se traslada a la Cámara de Representantes, donde el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, intentó el jueves convencer personalmente a los congresistas dudosos.
"¿Dónde está la rendición de cuentas sobre el dinero que ya nos hemos gastado? ¿Cuál es el plan para la victoria? ¿Creo que es eso lo que los estadounidenses quieren saber", dijo el presidente de la cámara baja, el republicano Kevin McCarthy, que tendrá un papel determinante en la aprobación de los presupuestos. Escogido en enero después de 15 votaciones forzadas por el sector más ultraderechista de su partido, se ha mantenido en el cargo a base de hacer concesiones a esta facción. La última, cuando la semana pasada anunció que abrirá una investigación para un impeachment al presidente Biden por los negocios de su hijo Hunter.
McCarthy ha defendido públicamente la ayuda a Ucrania en el pasado, pero ahora que su cargo está en manos de los republicanos díscolos tiene un discurso mucho más de confrontación: "¿Acaso el Congreso ha elegido a Zelenski? ¿Acaso es nuestro presidente?", dijo en una entrevista con ABC News, donde justificaba su decisión de vetar un discurso del mandatario ucraniano ante las dos cámaras legislativas, como había hecho en la anterior visita hace nueve meses, cuando los demócratas tenían la mayoría.
La oposición al aumento de ayuda militar en Ucrania se reduce a los congresistas más a la derecha del Partido Republicano y a los más a la izquierda del Partido Demócrata: ambos argumentan que Estados Unidos tiene suficientes problemas internos para insistir en la concepción, tan del tiempo de la Guerra Fría, de que es la policía del mundo. "El pueblo estadounidense está harto de que se desatiendan sus necesidades mientras nosotros nos ocupamos del resto del mundo", dijo Byron Donalds, miembro del Freedom Caucus, en el que se agrupan los republicanos más conservadores.
Las divisiones internas de los republicanos, sin embargo, no son tan fuertes en el Senado, donde el líder del partido, Mitch McConnell, se ha presentado como uno de los grandes defensores del apoyo a Ucrania: "No es caridad, sino una inversión en nuestros intereses directos y la seguridad nacional", dijo el jueves después de la reunión con Zelenski.
"Los republicanos están consumidos por el caos"
La Casa Blanca insiste en que su ayuda está siendo crucial en la contraofensiva ucraniana, que avanza, aunque a un ritmo mucho más lento de lo esperado. Enmarca el envío de armas y dinero en "una lucha entre la democracia y la autocracia", cómo reiteró Biden el martes ante las Naciones Unidas. El mandatario quiere convertir la política exterior en un punto clave de su campaña para las presidenciales del próximo año, distanciándose del aislacionismo de los años de mandato de Donald Trump.
"Los republicanos extremistas de la Cámara de Representantes están consumidos por el caos y encaminan nuestro país hacia un cierre del gobierno que dañaría nuestras comunidades, nuestra economía y nuestra seguridad nacional”, señala la Casa Blanca en un comunicado, donde acusa a los republicanos de pedir “una larga lista imprudente de propuestas partidistas como condición para mantener abierto al gobierno, desde un juicio político sin pruebas hasta recortes imprudentes a programas con los que cuentan millones de familias trabajadoras y personas mayores”.