Estados Unidos

¿Dónde está Kamala Harris?

La vicepresidenta de los EE.UU. generó grandes expectativas al principio, pero círculos demócratas creen que no está a la altura

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La vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, en un acto en Washington.

WashingtonCuando Kamala Harris se convirtió en vicepresidenta de los Estados Unidos, generó enormes expectativas: no en vano, era la primera mujer, la primera afroamericana y la primera persona de ascendencia asiática que llegaba al cargo. Este peso de la historia la ha puesto bajo el escrutinio constante desde el primer día del mandato, el 20 de enero del 2021, y en algunos círculos demócratas existe la sensación de que no ha estado a la altura de lo que se esperaba. Unos cuantos medios dan por hecho que Joe Biden anunciará su candidatura a la reelección la próxima semana, pero no hay ninguna certeza de que Harris –que empezó el mandato con la etiqueta de sucesora natural del presidente– repita como compañera de viaje.

Los niveles de aprobación de un vicepresidente suelen ir a la par con los del jefe de estado. Y Biden no destaca por tener grandes niveles de popularidad: desaprueban su gestión el 52,7% de los votantes, según el índice FiveThirtyEight, unas cifras solo ligeramente mejores (por 0,5 puntos) que las de Donald Trump –y Mike Pence– a la misma altura del mandato.

"Algunos demócratas están preocupados por las perspectivas políticas de Harris", titulaba el Washington Post en enero. "Kamala Harris está intentando definir su vicepresidencia. Incluso sus aliados están cansados de esperar", remarcaba The New York Times en febrero, citando fuentes próximas a la vicepresidenta, con afirmaciones contundentes: "No ha estado a la altura del reto de mostrarse como futura líder del partido y todavía menos del país"; "hemos perdido la esperanza en ella".

Con veintisiete meses en la vicepresidencia, el balance es que Harris no ha acaparado portadas ni ha adquirido el rol protagonista que la rama más progresista del partido esperaba. A pesar de las expectativas, la verdad es que el rol de un vicepresidente no suele ser tan mediático. "Harris ha tenido grandes éxitos que han pasado por alto, y si su gestión como vicepresidenta ha recibido más críticas es debido al racismo y el sexismo", escribe la periodista Li Zhou en Vox .

Carteras problemáticas

"No faltan personas dispuestas a hundir a la vicepresidenta, desde el anonimato o en público", lamentó en Twitter su secretaria de prensa, Kristen Allenm, antes de enumerar sus principales hitos "porque nadie parece saber qué ha hecho o hace". Aun así, sus apariciones públicas están lejos de la grandilocuencia que ha acompañado las intervenciones de Biden, que se ha asegurado de ofrecer los discursos de victoria y ha dejado a la vicepresidenta algunas cuestiones más controvertidas para la administración.

La cartera principal de Harris ha sido la lucha por los derechos reproductivos, precisamente en el peor momento de los últimos cincuenta años a raíz de la derogación del derecho al aborto por parte del Tribunal Supremo el verano pasado. Después del último embate judicial, con la prohibición de la mifepristona (un medicamento muy común en las interrupciones de embarazos) por parte de un juez de Texas, Harris ofreció un discurso contundente afirmando que "hace falta una contraofensiva para parar el retroceso de derechos humanos de los republicanos". "Nadie se tendría que inmiscuir entre una mujer y su médico", ha dicho este sábado después de que el Tribunal Supremo haya garantizado, al menos de momento, el acceso a este fármaco para abortar.

Pero la Casa Blanca, que ha recibido críticas por inacción, realmente no tiene mucho margen de maniobra, ahora que la lucha se mueve al nivel estatal y judicial. En esta cartera Harris se encuentra mucho más cómoda que Biden, dado que el presidente, católico practicante, ha mostrado dudas en el pasado sobre la regularización del aborto. Una posición que, al menos en el nivel discursivo, ha cambiado desde que está al frente del país.

Harris ha adquirido también un papel más protagonista en uno de los puntos más problemáticos de la presidencia de Biden: la gestión de la inmigración. En esta cartera, la administración ha mantenido desde el primer momento un discurso que no ha secundado con hechos. Mientras culpa a Donald Trump de la presión migratoria y muestra una cara amable a los migrantes con la promesa de un "camino hacia la ciudadanía", Biden ha continuado con las expulsiones en caliente en la frontera y las restricciones impuestas con el pretexto de la pandemia y ha eliminado el derecho de asilo a todo aquel que entre ilegalmente en el país. En los primeros meses de mandato, Harris indignó a los sectores progresistas cuando pidió a los migrantes que no fueran a los EE.UU., en una visita a Guatemala.

Tampoco tuvo éxito en su visita a África el mes pasado, un continente históricamente abandonado por los EE.UU., donde ahora buscan contrarrestar la influencia creciente de China y Rusia. Cuando volvió, la vicepresidenta recibió fuertes críticas por haber viajado al continente sin ninguna promesa significativa y por haber centrado las intervenciones en el autoritarismo de algunas naciones del continente, más que en las perspectivas de mejora.

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