Reino Unido

Boris Johnson se despide insinuando que quizás volverá

El aún 'premier' reprocha al Partido Conservador que haya convertido su liderazgo en una "inesperada carrera de relevos"

LondresBoris Johnson no lo ha podido evitar. En su último discurso como primer ministro antes de viajar este martes a Escocia y presentar su dimisión ante la reina de Inglaterra, ha recurrido a los clásicos para, quizás, dar pistas sobre su futuro. Porque Johnson se ha comparado con Cincinnatus, un patricio romano, estadista y líder militar de los primeros tiempos de la República (siglo V a.C.), al cual su hijo obligó a retirarse a una granja hasta que, ante una invasión, el pueblo lo llamó para que pusiera remedio. Un héroe absoluto, el hombre que salva al estado.

La analogía de Johnson, sin embargo, ha sido arriesgada. Porque en términos actuales Cincinnatus sería un político de extrema derecha, opuesto a los derechos de los más desfavorecidos. El mensaje, que ya muchos comentaristas están leyendo a esta hora, es que ha espetado una versión clásica del "Hasta la vista, baby", de su última intervención en la sesión de control del Parlamento, a finales de julio. Se va, pero…

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En poco más de siete minutos y treinta segundos, el premier ha hecho un repaso de su acción de gobierno a lo largo de los tres años que tuvo el poder. Y aunque no lo ha dicho con todas las letras, del tono, y de las reivindicaciones hechas, se deduce que no ha entendido por qué el partido se ha querido deshacer de él. Que haya roto todo tipo de reglas no le parece razón suficiente. El discurso ha sido bastante típico de Johnson: entretenido, carismático, pero alejado de la verdad y bastante obsesionado consigo mismo.

Así, ha expuesto los que considera sus grandes éxitos, si bien, en realidad, muchos han sido solo ideas o proyectos que, en la práctica, no se han cumplido. Ni siquiera el Brexit, que ha vuelto a invocar, una salida traumática de la Unión Europea no finalizada y que tiene en Irlanda del Norte su talón de Aquiles.

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La mención a Cincinnatus puede ser un aviso para navegantes para un futuro tan incierto como impredecible. En cuanto al pasado, los reproches han sido evidentes. "En solo un par de horas estaré en Balmoral para ver a su majestad la reina, y finalmente la antorcha pasará a un nuevo líder conservador. El relevo será entregado en lo que inesperadamente ha resultado ser una carrera de relevos. Cambiaron las reglas a la mitad, pero ahora esto ya no importa", ha dicho. O sí. Y por eso lo ha destacado, claro.

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Y también ha recordado que bajo su dirección se ha llevado a cabo el programa de vacunación más rápido del mundo. Y todavía más medallas: "Y este gobierno conservador organizó los primeros suministros de armas a las heroicas fuerzas armadas ucranianas. Una acción que puede haber ayudado mucho a cambiar el curso de la guerra europea más grande en 80 años [...] Y si Putin cree que puede tener éxito chantajeando o intimidando al pueblo británico, entonces está totalmente engañado".

Johnson ha prometido máximo apoyo a la nueva premier, Liz Truss, que recibirá de aquí a unas horas el encargo de la reina de formar gobierno. Y ha pedido al partido que esté unido detrás de ella. Una petición más fácil de hacer que de cumplir. Por eso también ha dicho: "Gracias a todos los que me han ayudado a cuidar de mí y de mi familia durante los últimos tres años, incluido Dylan [su perro], ya que si Dylan y Larry [el popular gato de Downing Street] pueden dejar atrás sus dificultades ocasionales, el Partido Conservador también puede".

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Johnson, finalmente, tampoco ha evitado un mensaje final a Nicola Sturgeon y su plan de un nuevo referéndum. "Nuestra unión es tan fuerte que los que quieran romperla lo seguirán intentando, pero nunca, nunca lo conseguirán".

A partir de ahora, liberado del escrutinio diario, la sombra de Johnson puede volverse gigante en la política británica. Su personalidad ególatra, de actor o cómico al que le gustan los focos, hace del todo improbable que se retire a una granja y ya. El más fácil es que acabe volviendo como Cincinnatus.