Los escándalos de Boris Johnson

Boris Johnson rehúsa dimitir y se atrinchera en Downing Street

El 'premier' se enfrenta a su final a pesar de que asegura que no renunciará y despide a un ministro tildándolo de "serpiente"

LondresCarrera enloquecida hacia el precipicio. Drama shakespeariano con matices de Borgen. Boris Johnson se coge al poder con uñas y dientes. Atrincherado en Downingt Street, de nada ha servido, al menos de momento, que un grupo de ministros de su gobierno se hayan reunido con él este miércoles por la tarde en el número 10 para forzar su dimisión haciéndole ver la debilidad en la que lo han dejado las, hasta ahora, 39 dimisiones que se han producido en las últimas 24 horas, entre ministros séniors del cabinet (2), secretarios de Estado (14) y otros cargos dependientes del ejecutivo (23). Además, en los últimos minutos, en un giro de guion de psicodrama, se ha conocido que Johnson ha despedido a Michael Gove, el hombre que con Johnson lideró la campaña del Brexit y que, hasta ahora, era ministro de Vivienda. En el comunicado en el que Downing Street ha anunciado a los medios de comunicación la novedad, se habla de Gove como de "serpiente", un paso más en la degradación de la oficina del premier.

Aunque parece del todo improbable que tenga una vía de salida, el aún premier parece dispuesto a desafiar una vez más la ley de la gravedad política. El fin de su liderazgo ha acabado de cuajar entre el martes y el miércoles. Pero a primera hora de esta tarde todavía ha desafiado a los miembros del poderoso comité parlamentario que reúne a los presidentes de los comités sectoriales de los Comunes asegurando que de ninguna forma dimitiría. Presumiblemente, porque es incapaz de aceptar la necesidad de la renuncia, porque no verá su nombre grabado en el panteón de la historia junto al de Winston Churchill o bien porque se cree imprescindible para el país, con un mandato conseguido el 2019 con una mayoría de 80 escaños. Sea como sea, Johnson, un boxeador incansable, está decidido a que lo maten, no a suicidarse. El resultado es el caos y una guerra civil en el Partido Conservador que hace pequeña la provocada por el Brexit.

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La dimisión ayer de los ministros de Economía y de Sanidad ha provocado tal sangría de cargos que ha obligado a última hora de este miércoles a suspender la tramitación de leyes y las reuniones de los diferentes comités parlamentarios para el jueves ante la carencia de miembros de los diferentes departamentos para defenderlas y para comparecer.

Entre los miembros del gobierno que se han encontrado al número 10 con Johnson hay el de Transportes, Graham Shapps, un hombre muy fiel a Johnson; también Brandon Lewis, el ministro para Irlanda del Norte; Simon Hart, el responsable de la cartera del País de Gales, y Kwasi Kwarteng, ministro de Negocios. Incluso hay entre los encargados de hacerle ver la realidad de la situación el nuevo ministro de Economía, Nadhim Zahawi, que Johnson nombró ayer mismo como máximo responsable del Tesoro y que solo esta mañana todavía defendía la viabilidad del gobierno desde los estudios de radio y los platós de televisión. Otra de las hasta ahora grandes aliadas, la ministra del Interior, Priti Patel, también forma parte del grupo que considera que su tiempo se ha acabado.

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Johnson superó una moción de confianza a principios de junio, pero 141 diputados votaron en contra suyo. Ahora serían muchos más. La paciencia del grupo parlamentario, sin embargo, se ha acabado. Así, y a pesar de que, de acuerdo con las reglas imperantes hasta ahora, solo después de un año se podría promover otra, la situación es tan crítica que el comité 1922, que reúne a los parlamentarios de segunda fila, ha amenazado esta noche a Johnson con cambiar las normas la próxima semana para permitir una nueva moción si no renuncia. Es, de hecho, el movimiento que acabó con el liderazgo de su predecesora, Theresa May, hace tres años. El premier, sin embargo, de momento todavía continúa atrincherado y viéndose ungido por una especie de mandato divino.

El adiós de Sajid Javid

Horas antes de que se conociera la noticia de la reunión en Downing Street, en los Comunes ya se respiraba la sensación de final de la partida. "¡Adiós, Boris! ¡Adiós , Boris!" han sido los gritos finales del espectáculo que se ha vivido inmediatamente después de que el exministro de Sanidad, Sajid Javid, haya pronunciado un durísimo discurso contra el premier Johnson al acabar la sesión de control semanal. El primer ministro ha abandonado la cámara corriendo mientras se oían estos gritos.

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Pero no tenía intenciones de marcharse. Porque, a pesar de la tormenta desatada en las últimas 24 horas, Johnson se ha reafirmado, tanto durante la sesión de control como durante el interrogatorio del comité parlamentario, en el hecho de que no dimitirá y que solo dejará el cargo por la fuerza.

En su discurso a los Comunes, el exministro de Sanidad ha justificado su cambio de posición respecto a junio, cuando todavía dio su confianza a Johnson en la moción de censura que le promovió su partido. "Me temo que el botón del reset no puede funcionar tantas veces –ha dicho Javid–. No hay tantas veces que podáis encender y apagar la máquina antes de que os deis cuenta de que algo fundamental no funciona. El problema empieza arriba y esto no cambiará. Di una última oportunidad al primer ministro [en relación con la mencionada moción], pero ahora ya he tenido suficiente". Y dirigiéndose a los excolegas del gobierno, les ha dicho: "Los compañeros ministeriales tendrán sus propias razones para quedarse. Pero seamos claros: no hacer nada es una decisión activa", que puede dañar irreparablemente la marca conservadora.