La izquierda europea pierde un referente con la dimisión de Costa
Portugal se había convertido en una referencia para la izquierda de la UE y la 'geringonça' en el modelo a imitar
Con la dimisión de su primer ministro, Portugal llega al final del ciclo político con el que sorprendió a Europa. Tras las elecciones generales de 2015, António Costa firmaba acuerdos de investidura con los dos partidos a su izquierda, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués, para iniciar una moción de censura contra el PSD y el CDS, partidos de centroderecha. Con estos acuerdos, el PS fraguó una mayoría parlamentaria estable con la zurda que aguantó los cuatro años de legislatura.
Estos acuerdos y alianzas parlamentarias entre partidos de izquierda nunca se habían producido a escala nacional desde la restauración democrática. El hecho era tan insólito que los partidos de derecha que habían ganado las elecciones y se vieron fuera del gobierno lo describieron peyorativamente utilizando la palabra geringanza (artefacto). La izquierda celebró el término, se le apropió y geringanza va a pasar a describir el entendimiento de los partidos socialistas con partidos de izquierda radical. La izquierda europea, socialdemócrata o radical, miraba a Portugal como ejemplo y esperanza.
La geringanza aguantó la primera legislatura de Costa (2015-2019), y repitió entre 2019 y 2022 pero con menor coordinación y entendimiento entre los partidos de izquierdas. El BE empujó a Costa a unas elecciones anticipadas que los portugueses recompensaron con una mayoría absoluta para el Partido Socialista por segunda vez en democracia (la otra había sido con Sócrates, en el 2005). La mayoría absoluta fue el principio del fin de la geringanza. El final lo ha certificado Costa con su dimisión y, con ella, la izquierda europea pierde un referente y una referencia.
Ejemplo a seguir
Cuando la geringanza empezó a andar, la izquierda europea estaba deprimida; de hecho, acababa de tener un baño de realidad en Grecia y estaba en clara minoría en el Consejo Europeo. Sólo había nueve jefes de gobierno socialistas, con sus propios problemas internos, y aún dominaba la lógica de la austeridad, que era incluso asumida por los partidos socialdemócratas.
Lo que logró la geringanza fue romper esa lógica. Sin oponerse frontalmente a la austeridad como hizo Syriza, demostró que los recortes en el gasto público no eran la única alternativa política. A pesar de la desconfianza inicial que generó un gobierno en minoría apoyado por la izquierda radical, Portugal logró crecer por encima de la media europea y se convirtió en ejemplo a seguir en algunos ámbitos, como el de energía renovable, antes de que la UE pones estas cuestiones en el centro de su agenda. No deja de ser una paradoja que sea esa misma agenda verde la que haya terminado con el gobierno de Costa, sobre quien cae la sombra de la corrupción.
La otra lógica que rompió fue la tendencia neoliberal que habían seguido los partidos socialistas desde los años 90. Mirar a la izquierda en busca de aliados y alternativas políticas dejó de ser tabú. Portugal se convirtió en una referencia para la izquierda europea y la geringanza en el modelo a imitar. No fueron pocos en España los que a partir de las elecciones de diciembre de 2015 empezaron a quererse mirar en el espejo portugués.
Aunque los partidos a la izquierda del PS siempre han pedido más, Costa ha pasado a ser un referente en la izquierda europea e incluso entre el resto de líderes europeos, socialistas o no. Junto con Pedro Sánchez, logró la excepción ibérica para desatar el precio del gas en la Península del del resto de la UE y puso en marcha el H2Med, que ahora tendrá que verse si se acabará llevando a cabo. Su dimisión es una vez en las aspiraciones socialistas de colocar una figura de peso de su familia política como presidente del Consejo Europeo después de las elecciones al Parlamento Europeo previstas para junio de 2024: el nombre de Costa estaba a por todas las quinielas. Es más, los socialdemócratas se encuentran en una situación más precaria que cuando Costa llegó al gobierno en el 2015, y España pierde un aliado clave en muchas de las discusiones que todavía se están debatiendo en el marco de la Presidencia del Consejo de la UE.
La herencia de Costa y el riesgo de la derecha
Sea como fuere, las lecciones de la geringanza son el legado más importante que deja Costa. El entendimiento entre partidos de izquierda ha tenido réplica en la Península, y un país en las antípodas de Portugal como los Países Bajos está ensayando la suya propia geringanza, donde la izquierda verde y los socialistas van en coalición electoral de cara a los comicios de finales de noviembre.
Sin embargo, este artefacto puede dejar de ser patrimonio de la izquierda. Unas elecciones en Portugal pueden abrir la puerta a la derecha, donde el PSD podría contar con Iniciativa Liberal y Chega, el partido derechista radical, para la investidura y/o el gobierno. Estos partidos podrían ensayar su propio artefacto y montar su propia geringanza.