Mansiones y sinhogarismo: durmiendo al raso en el centro del Londres más lujoso
Euston Road, una de las arterias centrales de la capital británica, es desde hace años un núcleo que pone de manifiesto las desigualdades económicas del Reino Unido
LondresPoco antes de las 5.30 h, Joe ya está limpiando con agua a presión la acera sur de Euston Road, una de las arterias –autopista urbana, más bien, con seis carriles– que atraviesan el centro de Londres, desde King's Cross hasta Marylebone Road, nombres diferentes para la misma vía, más o menos. Joe debe hacerlo con cuidado. No por no salpicar a los transeuntes, que a la hora en que empieza todavía no son muchos, sino por no mojar a los sintechos que duermen en el espacio del que debe ocuparse, y que se cobijan contra la pared en poco menos de cincuenta metros entre Tottenham Court Road y Fitzroy Street.
Al amanecer del pasado miércoles, Joe empezó el segundo día en este nuevo trabajo. Antes, durante doce meses, la había hecho su hermano, Lewis, que le había advertido de la habitual presencia de gente durmiendo en ese rincón de ciudad. "Yo no quiero molestarles, pero tengo que hacer mi trabajo", dice. Es un lugar tradicional de cobijo de quienes no pueden pagarse una habitación en la capital británica y que ni siquiera encuentran un refugio de beneficencia en el que pasar las noches. El voladizo del número 307, un edificio de oficinas y pequeños despachos de profesionales, los protege de la lluvia, siempre que no caiga a cántaros o que el viento no les haga una mala pasada.
Hace muchos años que este cronista ha visto regularmente, tanto en invierno como en verano, este asentamiento al raso en el centro de Londres, a un paso de Regent's Park, uno de los parques reales de la ciudad, justo en frente de Cambridge Gate, calle de mansiones esplendorosas, donde, a finales del 2019, en el número 1, se vendió uno de los apartamentos por la astronómica cifra de 8 millones de libras.
No muy lejos del número 1 de Cambridge Gate, a 200 metros, dos minutos a pie, en el número 20 de Park Square East, está la mansión de Aleksandr Lébedev, exagente del KGB, oligarca ruso y multimillonario. Al día siguiente de la victoria electoral con la que Boris Johnson alcanzó la cima de su popularidad, el 13 de diciembre del 2019, el primer ministro gozó de la fiesta de celebración, llena de caviar y champán, que Lébedev le ofreció en su casa. Aleksandr Lébedev es padre de Evgeni Lébedev, propietario mayoritario del Evening Standard, nombrado lord de la Cámara de los Lores por su amigo, el expremier Johnson.
El Londres más rico y exclusivo y el más desesperanzado hacen casi frontera, separados por la tierra de nadie –solo de los coches– que son los seis carriles de Euston Road. Todo ello a menos de quinientos metros. Las desigualdades de la capital británica, una proyección de las del país, quedan fijadas en este cuadrante del plano urbano.
Nadie los ve
A los sintechos que duermen en la calle nadie los ve, ni haciendo el esfuerzo de mirar en su dirección. El número de personas que pasan la noche en el tramo de vía urbana referido varía, y también las nacionalidades: afganos, sirios, libios, etíopes… El miércoles, de los nueve que dormían, seis eran rumanos, un iraní y los otros dos prefirieron no decir de dónde era. Había dos mujeres y siete hombres. Es muy difícil saber exactamente cuánta gente pasa la noche al raso en Londres. Pero algunas estadísticas de organizaciones que combaten el sinhogarismo aseguran que en los últimos meses el número de gente que duerme en la calle ha aumentado, fruto del encarecimiento del coste de la vida y de unos alquileres que, en Londres, han subido un 5,5% entre agosto de 2022 y el de 2023.
La entidad Trust for London da una cifra algo por encima de 10.000 personas, de las que 4.845 duermen en los distritos centrales, donde se encuentra Euston Road. Mario, de 46 años, es uno de esos sintechos. Llegó al Reino Unido, legalmente, en el 2015, después de haber pasado por Italia. Y habla en italiano, porque en inglés no sabe apenas decir gracias. Pasó un año en distintos refugios públicos, tenía una pequeña paga: beneficios sociales. Pero hace años que acabó. También se acabó la posibilidad de estar en un hotel subvencionado por los servicios municipales. Desde que se levantó la excepción de la pandemia que va de un lado a otro: "Busco trabajo, pero no encuentro". Pica de vez en cuando a las puertas del consejo del distrito de Camden, donde se encuentra Euston Road. "No tengo suerte, por el momento". Ni tampoco esperanza de que las cosas cambien, confiesa.
Lo mismo dice una pareja que ha dormido a unos metros de él: Dumitri y Zabrina. Se despertaron más tarde de las 7.30 h.
–"¿Cómo pueden dormir, con el ruido de los coches y la luz que tienen directamente encima?", les pregunto.
–"Te acabas haciendo a todo. O casi. No queda más remedio".
Habla el hombre, no la mujer.
–"¿Cuánto tiempo lleva en la calle?"
–"Pasamos temporadas. Ahora, desde mayo. Aquí, pero también en Barking o en Tower Hamlets", dos zonas del este, de esas que un turista nunca visita.
Dumitri habla inglés, aunque con dificultades. Zabrina sigue sin abrir la boca. Quizás avergonzada por la situación o intimidada. O porque no habla inglés. O, sencillamente, porque no tiene por qué aguantar que un curioso con un carnet de prensa hurgue en una vida que es todo menos afortunada.
Una pobreza creciente
La décima parte más rica de los británicos tiene ahora casi la mitad de toda la riqueza privada de Reino Unido. Y en 2022 la quinta parte más rica ganaba unos ingresos más de 12 veces superiores a los de la quinta parte más pobre. En este grupo, de hecho, ni siquiera se pueden contar los sintechos de Euston Road o de otros lugares.
Son datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística. El llamado coeficiente Gini, una herramienta que también utiliza el servicio de estadística para medir las diferencias en la distribución de la renta de los hogares, ha predicho que las desigualdades en el país alcanzarán un máximo histórico del 40,8% en los años 2027-2028. De acuerdo con la socióloga Louise Ashley, de la Universidad Queen Mary de Londres, otro factor que lo condiciona es el "desequilibrio geográfico" de la economía británica.
John Burn-Murdoch, del Financial Times, aseguraba a primeros de agosto en una columna recurrente –ya hace nueve años que diferentes periodistas toman como referencia de comparación el producto interior bruto de Misisipi, el 49º estado más pobre de Estados Unidos– que si se eliminara el PIB de Londres de la ecuación, Reino Unido sería más pobre que el Magnolia State, como se conoce el estado de Misisipi. La razón es que la capital aporta el 14% de la riqueza del Reino Unido, sobre todo gracias al enorme peso de la City: 278.000 millones de libras en PIB en 2022 en cuanto a servicios financieros y profesionales.
La progresiva financiarizaron de la economía del Reino Unido desde mediados de los años 80 ha provocado que la mayor parte de la inversión se canalice en activos como propiedades, infraestructuras y valores financieros, en vez de una inversión más productiva en nuevas empresas, pequeñas y medianas, lo que "está fuertemente relacionado con las crecientes desigualdades de ingresos y riqueza del Reino Unido", dice Louise Ashley. La investigación de esta socióloga, publicada en el libro Highly discriminating, sostiene que la reciente apuesta de las élites de la City por una mayor diversidad e inclusión opera, en realidad, "como una pantalla de humo para seguir manteniendo el estatusquo tradicional, [controlado] por un hombre blanco de educación privada". Un hecho que, argumenta, "distrae de las demandas de un debate más abierto sobre la responsabilidad más amplia de la City" en cuanto a las desigualdades económicas, que también son geográficas._BK_COD_
El club de los supermillonarios
¿Cómo combatir estas desigualdades? Stewart Lansley, economista y miembro de la academia de Ciencias Sociales, autor del libro The richer, the poorer: how Britain enriquece el few and failed the poor, sostiene que los impuestos sobre las grandes fortunas son una forma de poner freno a las desigualdades sociales y económicas crecientes. También lo dice Thomas Piketty.
La ministra del Tesoro en la sombra, la laborista Rachel Reeves, ha asegurado reiteradamente que un futuro gobierno de su partido no aumentaría los impuestos sobre la riqueza, las ganancias de capital o las rentas más altas. Una posición que choca abiertamente con la organización Patriotic Millionaires UK, que advertía en junio, durante una conferencia de inversores internacionales celebrada en el Hotel Savoy, que existe "un riesgo real de insurrección" y "de altercados civiles" si se sigue permitiendo la ampliación de la diferencia entre ricos y pobres. El eslogan de Patriotic Millionaires UK es "In tax we trust" –"Confiamos en los impuestos"–, y abogan, justamente, por aumentarlos. A ellos mismos, los primeros.
Nada de todo esto, sin embargo, solucionaría la situación de las aproximadamente 10.000 personas que cada día duermen en la calle en Londres. Su presencia a menos de 500 metros de lujosas mansiones o de jardines privados en medio de la ciudad, como el de Fitzroy Square, es una anécdota, que hace evidentes las injusticias y desigualdades. Pero cada mañana, Joe –o antes el su hermano, Lewis– limpia la acera, y a las 9 h el campamento se ha levantado. Al otro lado de la calle, sin embargo, sobre los parterres del túnel de Euston Road, los colchones que denuncian el sinhogarismo de una sociedad cada vez más desigual se exponen al sol ya la lluvia: "A veces tenemos que dormir únicamente sobre cartones, para no hacerlo en una especie de charco de agua", admitía Dumitri, después de pedirle dónde guardaban sus pertenencias._BK_COD_