Pietro Parolin, el cardenal mediador que podría poner de acuerdo a conservadores y progresistas
La gestión del 'caso Becciu', el cardenal defenestrado por el papa, podría acabar salpicando al exjefe de la diplomacia vaticana
RomaPietro Parolin ha sido hasta ahora considerado el gran favorito para suceder al papa Francisco y al candidato con capacidad para mediar entre los sectores más conservadores y los más progresistas. Designado por el papa Francisco como secretario de Estado del Vaticano en el 2013, recibió el birrete cardenalicio un año más tarde. En la práctica, era más bien el primer ministro de Francisco. Diplomático hábil y discreto, su papel fue clave en el histórico acuerdo con China, en el 2018, que permitía el nombramiento conjunto de obispos después de que Pekín rompiera relaciones con la Santa Sede en 1951.
? Vicenza, en el norte de Italia. A los 14 años ingresó en el seminario, pero con seis ya jugaba a decir misa desde el balcón de su casa. Con 25 años fue ordenado sacerdote, y tres años más tarde entró en la Academia Pontificia Eclesiástica, donde empezó su carrera en la curia romana, el gobierno central de la Iglesia católica.
En 1986 entró en el servicio diplomático de la Santa Sede y trabajó en Nigeria, México e Israel, entre otros destinos. Estos años intensos le llevaron, por ejemplo, a formar parte de la delegación vaticana enviada en 1993 a una Ruanda devastada por la guerra civil. El papa Benedicto XVI le nombró nuncio apostólico, una especie de embajador, en la Venezuela de Hugo Chávez, donde desarrolló un gran conocimiento de la Iglesia y la realidad latinoamericana. Fue entonces cuando Bergoglio le llamó de nuevo a Roma.
Durante estos doce años convulsos ha tenido que mediar, sin éxito, entre Rusia y Ucrania, y hacer equilibrios para mantener las frágiles relaciones diplomáticas con Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump. Uno de sus últimos encuentros fue con el número dos de la Casa Blanca, JD Vance, que visitó el Vaticano en Semana Santa y fue recibido por el pontífice poco antes de pronunciar su último urbi et orbi.
Parolin no es bergogliano, sino más bien un reformista moderado
Pese a haber sido elegido por el papa Francisco, Parolin no es exactamente un bergogliano, aunque siempre ha mantenido una lealtad impecable hacia el pontífice argentino. Está considerado un progresista moderado, pero en el pasado se había mostrado crítico con la bendición de parejas homosexuales, una reforma que sufrió el rechazo de todos los obispos africanos en bloque. "La Iglesia debe estar abierta y atenta a los signos de los tiempos, pero también debe ser fiel al Evangelio", afirmó para intentar sortear la polémica. Fue menos sutil cuando calificó de "derrota para la humanidad" el referendo que en el 2015 legalizó el matrimonio homosexual en Irlanda.
Es precisamente gracias a esta doble dimensión, reformista pero sin alejarse demasiado de la ortodoxia católica –una de las críticas más habituales hacia Francisco–, lo que hace ganar fuerza a la candidatura de Parolin como futuro obispo de Roma. Además, es un hombre conocido por todos dentro del colegio cardenalicio, y él mismo conoce a la gran mayoría de los electores. Conocer a los miembros del colegio cardenalicio es especialmente importante en un cónclave que será el más numeroso (133 electores) y heterogéneo (71 países) que se recuerda. También será uno de los más divididos, con cardenales enfrentados que, tarde o temprano, tendrán que llegar a compromisos para llegar a los 89 votos necesarios para elegir al próximo Papa. Parolin parece ser la única opción aceptable para la mayoría, pero la gestión del caso Becciu podría perjudicarle.
El cardenal sardo fue condenado por corrupción y malversación de fondos de la Secretaría de Estado, que en ese momento dirigía Parolin y donde Becciu actuaba como número dos. En 2020, el papa Francisco le obligó a dimitir como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos ya renunciar a sus derechos cardenalicios, entre ellos el de participar en un futuro cónclave. Sin embargo, Becciu insistía en que aquella decisión nunca se había formalizado legalmente, y aseguraba que el papa le había perdonado.
Para evitar futuras impugnaciones del cónclave, los purpurados habían optado por permitir que Becciu asistiera a las congregaciones generales, pero su nombre no figuraba entre los electores. Sin embargo, según varios medios italianos, fue el propio Parolin quien, por sorpresa, presentó dos cartas mecanografiadas y firmadas por Francisco hasta entonces desconocidas —la última, firmada al día siguiente de salir del hospital—, en la que el Papa exigía explícitamente la exclusión de Becciu del cónclave. Un giro de guión inesperado que ha pulverizado las aspiraciones de Becciu, pero que pone en cuestión las cualidades diplomáticas del hasta ahora favorito para ocupar el trono de Sant Pere.