Un pueblo de Dinamarca a punto de ser tragado por un desprendimiento tóxico

La empresa Nordic Waste, propiedad de un gran magnate, no se hace responsable de lo que podría ser el peor desastre ambiental en la historia del país

Óscar Gelis
y Óscar Gelis

CopenhagueUn pequeño pueblo de Dinamarca vive desde hace dos meses con el temor de que sus casas queden enterradas por un desprendimiento de tierra contaminada. Podría convertirse en el peor desastre ambiental en la historia del país. El origen del desprendimiento se encuentra en los terrenos de la empresa Nordic Waste, especializada en el tratamiento de suelos contaminados, y está causando un difícil escándalo político de contener. El propietario de la empresa, el sexto hombre más rico de Dinamarca, se niega a pagar la factura por la limpieza del suelo y agua contaminados (que podría ascender hasta los 200 millones de coronas, unos 17 millones de euros). En paralelo, una investigación ha dejado entrever que el ayuntamiento de la ciudad de Randers, en Jutlandia Central, podría tener parte de responsabilidad por negligencia en las inspecciones realizadas en la empresa. Por todo ello, los hechos han indignado a la opinión pública, que ve cómo los contribuyentes pueden acabar pagando la factura millonaria mientras un entorno natural junto al mar Báltico está en serio riesgo.

El accidente se desató el pasado once de diciembre, cuando la empresa Nordic Waste comunicó “un desprendimiento en sus terrenos que provoca daños importantes”. La montaña de tierra tenía una altura de 75 metros y contenía cerca de 3 millones cúbicos de tierra contaminada con metales pesados ​​y residuos petroleros. En un inicio, la tierra desprendida se desplazó a una velocidad de 40 centímetros por hora en dirección al pueblo de Ølst ya un arroyo que desembocaba en el fiordo, lo que provocó que se encedieran todas las alarmas. La empresa achacó este accidente a unas condiciones climáticas más duras de lo normal, ya que “la zona ha estado expuesta a grandes cantidades de lluvia que han dado lugar a un desastre natural de un calibre nunca visto” según decía un comunicado. Sin embargo, si bien es cierto que el 2023 ha sido el año más lluvioso que nunca se haya registrado en Dinamarca, unos días más tarde un informe del Servicio Geológico contradecía esta versión. Según los expertos, el origen del desprendimiento se encontraba en el vertido continuado de grandes cantidades de tierra sobre una fosa de arcilla y, por tanto, el accidente “no podía considerarse un acontecimiento raro e inevitable” como afirmaba la empresa.

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Zona doblemente contaminada

En un primer intento de detener el desprendimiento, Nordic Waste esparció por la tierra un producto químico utilizado para hacer cemento, con la esperanza de que la solidificaría, pero no tuvo éxito y aún ha contaminado más el aire y el suelo . Desde ese momento, la gestión de la catástrofe pasó en manos de las autoridades municipales de Randers, que retiraron parte de la tierra deslizada con excavadoras y colocaron unas tuberías para desplazar el arroyo y evitar que se contaminara el agua. Trabajando a contrarreloj, se logró que el desprendimiento se propagara a una velocidad más lenta de dos metros por día. Por ahora, el desplazamiento de tierra está casi contenido, si bien la zona ha quedado fuertemente contaminada y debe limpiarse.

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La polémica creció aún más cuando un mes después del accidente, la empresa se declaró en quiebra. El debate se centra ahora en quién debe responsabilizarse de la contención y la limpieza del suelo contaminado. Según informaba la cadena pública DR, la empresa estaba al corriente del riesgo de accidente, ya que un año antes se habían producido deslizamientos más pequeños en sus terrenos que provocaron el derrumbe de un almacén de hormigón y de una chimenea de cincuenta metros a causa de la presión de la tierra. Sin embargo, la empresa no hizo nada para prevenir un mayor desprendimiento.

Un multimillonario que se esconde

Esta información ha puesto en el punto de mira al propietario de la empresa. El multimillonario Torben Østergaard-Nielsen no ha hecho declaraciones al respecto, pero desde Nordic Waste han rehusado hacerse cargo de cualquier responsabilidad económica. Esto ha indignado a la primera ministra Mette Frederiksen, que cuando hace unas semanas visitó la zona, afirmó que considera "una provocación de que la empresa no esté ayudando".

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Por el momento, el parlamento ha reservado una partida de 205 millones de coronas (27 millones de euros) para limpiar la zona, mientras se estudia cómo emprender acciones legales y económicas contra la empresa. Cuando a la primera ministra se le preguntó por la quiebra, Frederiksen contestó: “La factura podría haberse pagado fácilmente si (Nordic Waste) hubiera querido". En paralelo, los medios de comunicación también se preguntan cómo es que Nordic Waste logró pasar las 17 inspecciones que el municipio de Randers realizó entre los años 2021 y 2023 y se ha abierto una investigación interna.

Mientras, el panorama en el pueblo de Ølst es el de una montaña de arcilla contaminada que se ha tragado el paisaje y una carretera. Sus vecinos aún no saben a ciencia cierta cómo se les compensará, ni si podrán seguir viviendo en su pueblo o tendrán que irse, ya que se prevé que los trabajos de limpieza durarán años. Desde la ventana de Inge Johansen se puede ver que el desprendimiento, de momento, se ha detenido. Sin embargo, la vecina dice que es poco consuelo: "No me da paz, el mal ya está hecho". Los vecinos también temen que si vuelve a llover con fuerza, como lo ha hecho este mes de febrero, la tierra contaminada podría volver a desplazarse.