El Sinn Féin desafía la historia y gana las elecciones de Irlanda del Norte

Los republicanos se convierten, por primera vez en 101 años, en el partido más votado de la provincia

LondresSensación de vértigo en Irlanda del Norte. Al menos un vértigo simbólico y, quizás a medio plazo, de cambio real. El Sinn Féin, el partido que había sido el brazo político del IRA (el Ejército Republicano Irlandés, en las siglas en inglés), el partido que defiende la reunificación de la isla, ha ganado las elecciones en la Asamblea de Stormont (el Parlamento de Irlanda del Norte) por primera vez en los 101 años de historia desde la creación de la provincia.

Desde Magherafelt, a medio camino entre Belfast, la capital, y Derry, la segunda ciudad de Irlanda del Norte, Michelle O'Neill, hasta ahora viceministra principal de Irlanda del Norte y vicepresidenta del Sinn Féin, ha prometido un liderazgo "inclusivo" y ha hecho un llamamiento a superar viejas divisiones: "El día de hoy marca el principio de una nueva era que creo que nos ofrece a todos la oportunidad de reimaginar las relaciones en esta sociedad en base a la equidad, la igualdad y la justicia social. Independientemente del origen religioso, político o social, mi compromiso es hacer que la política funcione. Mi compromiso es trabajar mediante la asociación, no la división", ha dicho este sábado.

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Si el Sinn Féin ha sido el ganador real, con el 29% de los votos en primera opción (un 1,1% más que en 2017) y 27 diputados, otro ganador simbólico ha sido el Partido de la Alianza, con el 13,5% de los votos (un 4,5% más que en 2017) y con 17 diputados, un partido que no se define ni como republicano ni como unionista. Los dos partidos han concentrado sus mensajes en cuestiones del día a día, que preocupan mucho a los norirlandeses, como por ejemplo el aumento del coste de la vida o las largas listas de espera de la sanidad pública. En el caso del Sinn Féin, además, ha preferido obviar la cuestión de la unificación de la isla y ha presentado a O'Neill como una jefa de gobierno para todo el mundo.

El gran fracaso se lo ha llevado el unionismo, en especial el Partido Unionista Democrático (DUP), que pierde las elecciones por primera vez desde 2003. Una agenda muy sectaria, focalizada en la necesidad de deshacerse del Protocolo Norirlandés del Brexit y no en las preocupaciones cotidianas antes mencionadas, les ha hecho perder 6,7 puntos en porcentaje de voto, un descenso que también ha experimentado, a pesar de que mucho menos acusado (1,7 puntos), el Partido Unionista del Ulster (UUP).

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La jornada electoral de jueves deja, pues, un escenario del todo inédito en la política británica que sigue otro igualmente inédito en el sur de la frontera, donde los republicanos, aunque no pudieron gobernar, fueron también la fuerza más votada en la República de Irlanda en las elecciones de febrero de 2020. En el caso de Irlanda del Norte, además, por primera vez una republicana ocupará el cargo de ministra principal, siempre que se llegue a formar gobierno.

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Porque combatir la división y la política de bloques es lo primero que tendrá que hacer O'Neill, puesto que el líder del DUP, Jeffrey Donaldson, ha anunciado que no asumirá el cargo en el gobierno compartido –en este caso el de viceprimer ministro principal– mientras el gobierno de Boris Johnson no anule el Protocolo Norirlandés del Brexit. Una posición que hace divisar bastante dificultades antes de que se forme el ejecutivo, si es que se llega a formar. Y, si en un periodo de seis meses no se ha llegado a ningún acuerdo, los norirlandeses tendrían que volver a las urnas.

El republicanismo ha hecho un viaje destacable los últimos años y ha presentado una imagen cada vez más moderna y dinámica. Una rotura con el pasado desde los vínculos con el IRA que representaba el desaparecido viceministro principal, Martin McGuinness, líder en la guerra y en la paz hasta su muerte, en 2017, pasando por el adiós de Gerry Adams en 2018, hasta la actual dirección, en manos de dos mujeres a ambos lados de la frontera –la presidenta es Mary Lou McDonald, que aspira al gobierno de Dublín– sin ningún vínculo con la etapa de la violencia.

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Irlanda del Norte cierra unas elecciones históricas, pero empieza un nuevo periodo de incertidumbre hasta la formación del nuevo gobierno. Y ningún analista prevé que sea ni en los próximos días ni en las próximas semanas. En el mejor de los casos, hasta después del verano.