Donald Trump: "El presidente Putin me ha decepcionado mucho"
El presidente de Estados Unidos y el primer ministro británico muestran sus diferencias sobre Ucrania y Gaza
LondresAcuerdo en el desacuerdo, y con las mejores formas posibles. Donald Trump y Keir Starmer han mostrado al término del viaje de estado del presidente de Estados Unidos a Reino Unido que, en materia de política internacional, en especial en relación con la guerra de Ucrania y la masacre de Gaza, los puntos de vista de Londres y de Washington siguen bastante alejados. Desde este punto de vista, la jornada de pompa y vanidad que tuvo lugar ayer en Windsor, para halagar al magnate, no ha servido mucho para ablandarlo y que se acerque a las posiciones europeas. Más allá de algunas palabras que, como mucho, habrán contentado a esta banda del Atlántico y también a Kiiv, los hechos son tozudos.
"El presidente Putin me ha decepcionado mucho en relación con Rusia y Ucrania", admitió Trump. Lo ha dicho durante su declaración inicial en la conferencia de prensa final conjunta antes de regresar a Estados Unidos. Y ante la insistencia de la prensa a raíz del comentario, el presidente de Estados Unidos ha asumido otra cuestión sobre si las negociaciones con su homólogo ruso habían llegado a un callejón sin salida. Y se mostró tan categórico en las palabras como elusivo a la hora de comentar la posibilidad de imponer nuevas medidas de presión contra el Kremlin: "[Putin] Me ha decepcionado", insistió. "Ha matado a mucha gente y está perdiendo más soldados de los que mata. Los soldados rusos son abatidos a un ritmo superior al de los ucranianos", ha dicho.
Como viene siendo costumbre, ha insistido en que la invasión "nunca habría tenido lugar" si él hubiera sido presidente, y que "durante cuatro años [los de su primer mandato] la cuestión no se llegó ni a insinuar". Según su versión, el Kremlin sólo se atrevió a invadir Ucrania porque "no respetaba el liderazgo de Estados Unidos" después de la caótica retirada de Afganistán; una retirada que pactó Trump, aunque se completó durante el mandato de Joe Biden. En este punto, y cambiante de tema, Trump ha insinuado que pronto podría haber alguna noticia sobre el intento de recuperación de la mayor base aérea que Estados Unidos tenía en Afganistán, la de Bagram. "Una de las razones por las que la queremos es que, como sabéis, es a una hora de donde China fabrica sus armas nucleares", ha dicho, enigmático.
Continuando con Ucrania, el presidente estadounidense ha subrayado que "millones de personas han muerto en esta guerra, a unos niveles que no se han visto desde la Segunda Guerra Mundial", y ha asegurado sentir "la obligación de lograr un acuerdo" que ponga fin al conflicto. Sin embargo, también ha relativizado el impacto sobre Washington, insinuando que, de hecho, es Europa quien hay que ponerle de lo lindo: "No nos afecta directamente, tenemos un océano que nos separa. Pero en Europa, que está mucho más cerca, la responsabilidad es mayor". Y ha criticado, una vez más, que haya países europeos que aún compren petróleo en Rusia.
Starmer, a su vez, ha remarcado que Reino Unido y Francia han asumido el liderazgo en la respuesta militar europea, con la llamada Coalición de Voluntarios; una iniciativa condenada al fracaso, tanto por el rechazo de Washington a ofrecer verdaderas garantías de seguridad como por la negativa de Moscú a aceptar la presencia de tropas occidentales en Ucrania en la eventualidad de un alto el fuego.
Starmer ha querido recordar a Trump que los últimos ataques rusos –como el bombardeo contra la sede del British Council en Kiiv, el edificio del consejo de ministros ucraniano o la incursión de diecinueve drones rusos en Polonia la semana pasada– muestran "un Putin más temerario y enloquecido que nunca, lejos de una voluntad real de paz". Por ello, ha reclamado "más presión" sobre Moscú y mayor apoyo directo a las fuerzas ucranianas. Trump quizás ha registrado el tono de crítica sutil –o súplica– del premier,pero poco más. El presidente de Estados Unidos no se ha permitido ninguna salida de tono durante la rueda de prensa. Quizás por no eclipsar el verdadero motivo del viaje: que fuera recibido como un rey en el castillo de Windsor, y que el mundo se diera cuenta de lo importante que es.
El mensaje conjunto de ambos líderes ha sido tan claro en el diagnóstico como ambiguo en la resolución: la guerra está en un punto crítico, y Europa está expuesta a una escalada peligrosa. Trump, también como insinúa siempre, ha dejado la puerta abierta a "buenas noticias" en un futuro próximo, pero ha reiterado que su gran decepción es que, a diferencia de otros conflictos internacionales que presume de haber resuelto, la guerra de Ucrania continúa y no se ve una salida clara. Entre los conflictos que aseguró haber resuelto desde que vuelve a estar en la presidencia, dijo que estaba el "de Azerbaiyán con Albania", un lapsus como los que criticaba a Biden, sin duda, porque debería haberse referido a la guerra por el territorio del Alto Karabaj entre Azerbaiyán y Arm.
Gaza y el 7 de octubre
El comportamiento de buen muchacho de Trump también se ha puesto de manifiesto en el momento de mostrar el total desacuerdo con Starmer en cuanto al anunciado reconocimiento del estado de Palestina por parte de Londres. Interpelado sobre el tema, ha rechazado la idea -"Es uno de nuestros pocos desacuerdos", ha dicho-, y ha insistido en que lo que hace falta "en estos momentos" es la liberación inmediata de los rehenes: "No quiero que vuelvan de uno en uno o de tres en tres. Los quiero todos juntos, ya". El presidente ha subrayado la brutalidad del ataque del 7 de octubre y ha interpelado, a su vez, al periodista británico que le había planteado la cuestión: "Fue uno de los días más violentos de la historia de la humanidad. He visto las grabaciones y ojalá no lo hubiera hecho. Bebés de cuatro meses descuartizados... Es imposible olvidarlo".
Más allá de la veracidad de las afirmaciones –algunas supuestas grabaciones de las atrocidades de Hamás difundidas por Israel se han demostrado falsas–, en ningún momento Trump se ha referido al sufrimiento de los palestinos. Lo que ha dejado claro es que no presionará a Benjamin Netanyahu para que ponga fin a la guerra hasta que no se haya producido la liberación de los rehenes. Y para mostrar puntos de acuerdo en el desacuerdo, el primer ministro británico, por su parte, ha sido tajante sobre la naturaleza de Hamás: "Son una organización terrorista y no tendrán ningún papel en la gobernanza futura de Palestina". Starmer ha recordado: "Tenemos familia en Israel y sé de primera mano qué ha significado psicológicamente para la población". Sobre el sufrimiento psicológico de los palestinos, tampoco ha dicho nada.
Al preguntarle finalmente sobre el calendario para el reconocimiento de Palestina, Starmer ha defendido que ya había expuesto su posición a finales de julio y que la decisión "no tiene nada que ver con esta visita de estado". Según el primer ministro, Londres y Washington comparten el objetivo de una solución negociada que "garantice seguridad para Israel y una salida viable para el pueblo palestino", pero reiteró que no se puede confundir este paso con "ninguna recompensa a Hamás, que no quiere ni paz ni dos naciones conviviendo". Starmer ha olvidado mencionar que Benjamin Netanyahu tampoco quiere dos estados.
La visita de estado, que se ha cerrado en la residencia de campo del primer ministro, la finca de Chequers, a 80 kilómetros de Londres, ha sido poco más que un espectáculo de pompa real para contentar a Trump. A cambio, Starmer y el presidente han firmado un acuerdo comercial de futuras inversiones para tecnología e inteligencia artificial. Inversiones que se concretarán o no, pero que dejen a un titular. Starmer sale indemne de una visita potencialmente siempre explosiva, pero de patatas, pocos. El rey no es Carlos III; es Donald Trump.