Relaciones Reino Unido-Estados Unidos

Carlos III pone la carroza real a Donald Trump, pero a puerta cerrada

El presidente de EEUU llega al castillo de Windsor entre excepcionales medidas de seguridad en una segunda visita de estado

King Charles III y US Presidente Donald Trump llegan por el ceremonial que vale en Windsor Castle, Berkshire, en el día de un presidente de second state visitado en el UK. Picture date: Wednesday September 17, 2025. Jonathan Brady/Pool via REUTERS
Relaciones Reino Unido-Estados Unidos
17/09/2025
4 min

LondresAlfombra roja para Donald Trump en Windsor, bajo el típico english weather. Lluvia intermitente, sobre todo a primera hora de este miércoles, nubes grises y más bien pesadas que se han esclarecido un poco a mediodía; dieciséis o diecisiete grados y ningún rastro de sol, pese a las muchas gafas oscuras de los numerosos agentes de seguridad que velan por que nada altere la segunda visita del presidente de Estados Unidos ni añada más incomodidad a las autoridades británicas. Una incomodidad manifestada antes del recibimiento que el rey Carlos III y la reina Camila han ofrecido este mediodía al magnate ya su esposa, Melania, en forma de dos vídeos que destacaban la vinculación de Trump con el pedófilo Jeffrey Epstein, que se proyectaron martes por la noche en la piedra arenisca de una de las torres del castillo.

Poco antes de las 12.30 h, hora local, el Marine One –el helicóptero presidencial– se ha puesto sobre el césped de los jardines de Windsor para que Trump empezara a hincharse con la pompa y la circunstancia de los royals británicos, como si también fuera uno. Al bajarse del aparato lo han recibido el príncipe Guillermo y Kate Middleton. La pareja ha acompañado a Trump y Melania hasta Carlos III y Camila, y 41 salvas de cañón han hecho saber a los presentes que el invitado de honor ya había llegado.

Tras encajar con el rey, el presidente ha subido a la carroza real –The Irish State Coach– en compañía del monarca. Han dado el paseo ritual por los más de cuatro kilómetros del llamado The Long Walk de Windsor, pero todo ha sido muy endogámico: se lo hacen solos. Porque por razones de seguridad –o para evitar que Trump sienta los más que previsibles abucheos que sufriría si se expusiera a la vista del público–, el desfile ha estado a puerta cerrada, en el interior de los terrenos de la finca del castillo. Isabel II decía que una reina debía ser vista para que se la creyeran (Y have to be seen to be believed), pero en el caso de Trump, nada más lejos de este eslogan.

Una imagen de los actos celebrados este mediodía en el castillo de Windsor.
Carlos III y Donald Trump salen de Windsor en carruaje

Nada de extras, pues: ni detractores ni partidarios, que han tenido que contentarse mostrando sus inclinaciones en torno a la High Street del pueblo, convertida desde hace días en un escaparate de la división tóxica que propaga el presidente de Estados Unidos allá donde va, como ha recordado esta mañana, en un artículo a The Guardian, el alcalde de Londres, Sadiq Khan.

Superproducción televisiva

Gracias a la BBC, encargada de producir y difundir la señal de la superproducción, el mundo entero también ha tenido ocasión de gozar de la llegada de Trump, así como de la reiterada interpretación de los himnos de Estados Unidos y del Reino Unido, y de escuchar otras músicas militares ceremoniales, sonido de gaitas escocesas incluidas. Inimitable coreografía británica sobre el verde del patio de armas del castillo, destinada a impresionar a un hombre que quería dejarse impresionar. Que esto sirva para que el Reino Unido por lo general se beneficie, en forma de acuerdos comerciales, es posiblemente otra historia. Y que sirva al premier, Keir Starmer, para mejorar su índice de popularidad, todavía otra.

El show ha continuado cuando Trump y el rey, entre soldados de feria e invitados por el teniente coronel Green, han pasado revista a las tropas: "Señor presidente, la guardia de honor de los Guardias Granaderos, los Guardias Coldstream y los Guardias Escoceses, está presente la micro, de la televisión lo recogiera sin necesidad de subtítulos. Trump, como un niño jugando con soldaditos de plomo de tamaño real, protagonista del mayor despliegue ceremonial que ofrece la monarquía al amigo americano, no sabía devenir contento.

El grupo Led By Donkeys proyectó la noche del martes, sobre una de las torres de Windsor, la imagen de la ficha policial de Trump y la del pederasta Jeffrey Epstein.
El rey Carlos III y el presidente Donald Trump durante el desfile por los terrenos de Windsor, este mediodía del miércoles.

Ese primer día de la visita de estado del presidente estadounidense republicano es puramente ceremonial. El espectáculo de la mañana sigue esta tarde acumulando símbolos y extravagancia. Otra de las más relevantes es la celebración de la Beating Retreat, una ceremonia militar que se celebra cada año en el Horse Guards Parade de Londres con un despliegue impresionante de bandas, tambores, cornetas y coreografías marciales. Suen marchas tradicionales como The British Grenadiers, Scipio o Highland Laddie, himnos solemnes como God Save the King o el Rule, Britannia! También debe sonar el himno de Estados Unidos y adaptaciones modernas o piezas populares. Lo que debía ser la guinda del pastel militar, una exhibición aérea con la patrulla de los Red Arrows y aviones F-35, británicos y americanos, se suspendió parcialmente, debido a las condiciones climatológicas. Por último, sólo han volado los Red Arrows, de la RAF, soltando sobre el gris cielo de Windsor humo de colores azul, blanco y rojo.

Y por la noche, el gran clímax: el banquete de estado en St George's Hall, con una mesa de cincuenta metros de largo a la que, probablemente, sólo le faltará un GPS para localizar a los comensales. Allí, entre platos de porcelana y cubiertos de plata de doscientos años de antigüedad –que nunca verán un lavavajillas– Trump sentirá que la deuda que la historia le debía, o que los británicos le deben, finalmente le pagan.

Mientras tanto, en el centro de Londres, lejos del espectáculo, una manifestación relativamente discreta –unas 5.000 personas, según oficiales de Scotland Yard– contra la presencia de Trump, que se ha iniciado a las dos de la tarde y se alargará al menos hasta las siete de la noche, con discursos en la plaza que con solo recuerdos a la plaza, con discursos en la plaza, con discursos en la plaza televisión.

Manifestación contra Donald Trump en Londres
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