Unión Europea

La UE acuerda de urgencia reducir el 90% de las emisiones en 2040 pero con numerosas excepciones

Los Estados miembros podrán externalizar a terceros países la disminución de las emisiones de efecto invernadero y podrán revisar el objetivo cada cinco años

05/11/2025

BruselasLa Unión Europea se reivindica como la potencia más comprometida con la lucha contra el cambio climático. Ha impulsado una ambiciosa agenda verde y ha sacado adelante numerosas iniciativas ecologistas en los últimos años. Sin embargo, la ola contraecologista –sobre todo iniciada por la extrema derecha– ha ido ganando cada vez más fuerza e influencia en las instituciones europeas, hasta cambiar la posición general del bloque europeo en materia medioambiental. Un viraje que ha quedado patente en el acuerdo alcanzado por la mayoría de los estados miembros este miércoles por la mañana, después de casi 24 horas de unas negociaciones maratonianas: se proponen reducir en un 90% las emisiones contaminantes de efecto invernadero en 2040 con relación a los niveles de 1990, a pesar de que incluye numerosas flexibilidades.

Bruselas ya presentó de entrada una propuesta que rebajaba el compromiso ecologista adquirido hasta ahora por la UE y que debe presentar en la cumbre medioambiental de la COP, que organiza la ONU y comienza en Belém (Brasil) esta semana. Sin embargo, todavía había grandes estados miembros, como Alemania, Polonia o Italia, que se mostraban reacios a aceptar el texto presentado por la Comisión Europea, y piden rebajar la tasa e incluir más flexibilizaciones. Por el contrario, hay países, sobre todo España, que se mostraban totalmente contrarios a aceptar un objetivo climático menos ambicioso para 2040, si bien han cedido al aguar su cumplimiento.

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Más allá del porcentaje de reducción de emisiones, la discusión entre los ministros de Medio Ambiente de la UE se ha centrado en la letra pequeña del acuerdo y sobre todo han discutido sobre el máximo de derechos de emisión que los estados miembros pueden comprar en países de fuera del bloque europeo. De esta forma, se podrán contabilizar en la consecución de los objetivos climáticos de los socios europeos la disminución de emisiones que logren potenciar en estados terceros, normalmente del Sur Global, a través de inversiones verdes. La Comisión Europea había propuesto inicialmente que el máximo fuera un 3% de las emisiones que la UE registró en 1990, pero algunos países, incluida Francia, pedían elevar ese porcentaje al 5%. Italia, Polonia, Eslovaquia y, entre otros, Chequia, pedían aún un porcentaje más elevado, en torno al 10%.

Por último, los estados miembros más contrarios a la agenda verde europea han logrado que los estados puedan comprar con fondos estatales este tipo de créditos para seguir contaminando a la UE si se consigue que países terceros reduzcan las emisiones hasta un 5%. Además, Bruselas podrá adquirir un 5% de mayores derechos de emisión a estados de fuera del bloque europeo con fondos comunitarios. Así pues, en la práctica, el porcentaje final será del 10% y, por tanto, dentro de la UE los socios europeos se comprometen a reducir las emisiones de efecto invernadero en un 80% –y no un 90%– para 2040. Aunque se ha conseguido convencer a Italia, todavía ha habido estados miembros que han votado Polonia– y se ha aprobado por mayoría calificada.

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La tasa de reducción acordada este miércoles quiere ser un punto intermedio entre el objetivo de disminuir las emisiones contaminantes en un 55% en 2030 y la neutralidad climática que se quiere alcanzar en 2050. Ahora bien, hay estados miembros, especialmente Polonia, que ha pedido la posibilidad de incluir tecnológicos no vayan tan rápido como se espera" o "al ritmo de las ambiciones" climáticas de la UE.

Las dos formas de ver la competitividad

Tanto los estados más partidarios de una mayor ambición ecologista como los defensores de una rebaja de los objetivos climáticos argumentan que su opción es la más positiva para la competitividad de la UE. Alemania, Italia o Polonia, por ejemplo, aseguran que los objetivos climáticos pueden suponer una losa para su industria, sobre todo la automovilística, en un contexto de creciente competencia de Estados Unidos y China. Y, en cambio, España y Países Bajos ven necesario reforzar la lucha contra el cambio climático para reducir, por ejemplo, los efectos de catástrofes climáticas y para potenciar la transición energética, que puede incrementar la autonomía de la UE y hacerla más competitiva frente, precisamente, a la potencia china o estadounidense.

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De hecho, estas dos visiones tan opuestas es lo que ha provocado que la UE continúe encallada sobre un acuerdo climático que hace tiempo habría sido de mínimos y habría contado con el consenso mayoritario de los estados miembros. Hace tiempo que los socios europeos deberían haber cerrado un acuerdo y presentarlo en la COP; y en el último encuentro de líderes europeos ya acordaron cerrar una tasa de reducción de emisiones de efecto invernadero este martes a lo sumo para que la UE no se presentara con las manos vacías en la cumbre internacional. Sin embargo, el toma y daca entre los ministros de Medio Ambiente se mantiene y el Consejo de la UE de este martes es inusualmente largo. Y, de momento, sin obtener ningún resultado.