"Oh, ¡lo odio!": Carlos III y sus problemas con bolígrafos y tinteros
Los trabajadores de Clarence House, la casa del hasta ahora príncipe de Gales, reciben cartas de despido
LondresLa cuidadosa operación de imagen y de estado para hacer del nuevo rey de Inglaterra, Carlos III, un hombre tan neutro, inexpresivo, discreto e incluso amable como se supone que lo era su madre ya ha chocado en dos ocasiones con la realidad de su verdadero carácter, más bien intolerante. En dos ocasiones en cuatro días se ha encontrado con imprevistos que no le han gustado nada. Mientras estaba este martes en Irlanda del Norte, en los actos protocolarios en el Castillo de Hillsborough, Carlos III reaccionó con rabia cuando uno de los bolígrafos que le dieron para firmar el libro de visitas perdió tinta.
"Oh, Dios, ¡lo odio!", dice Carlos mientras se levanta después de la frustrada firma y le da el bolígrafo a la reina consorte. "Oh, mira, hay por todas partes", espeta en este momento Camila hablando de la tinta, antes de que unos de los ayudantes u oficiales presentes se lo cojan de las manos y le den otro. Carlos empieza a limpiarse y todavía dice: "No los puedo soportar, siempre pasa lo mismo".
Pero los problemas de Carlos no acaban aquí. Porque en el momento de poner la fecha, se equivoca, como se puede oír en el audio de la grabación. En vez de escribir 13 de septiembre pone 12.
La actitud real del rey ya tuvo otro episodio hasta cierto punto sorpresivo el sábado, cuando se mostró la excentricidad de un hombre acostumbrado, por ejemplo, a que los servidores que tiene alrededor le recojan las camisas que deja caer en el suelo cuando se las cambia, hasta cinco veces al día, según se ha escrito en algunas biografías no autorizadas. En el momento de la firma de los compromisos adquiridos ante el consejo de ascensión, Carlos hizo un gesto muy tensado para que el lacayo que tenía a su servicio le apartara los tinteros. Presuntamente, los reyes no pueden tocar objetos cotidianos.
Ambos episodios han sido muy comentados en las redes sociales, y hacen pensar que el periodo de gracia en relación con el nuevo rey puede ser especialmente breve o inexistente. A pesar del esfuerzo que en los últimos tres meses el entonces príncipe y ahora nuevo rey ha hecho para parecer próximo a su pueblo –en dos ocasiones, durante el Jubileo de Diamantes de la reina y el día de su proclamación, el sábado, cuando llegó al Palacio de Buckingham–, Carlos no es una figura nada popular ni especialmente querida, como sí lo son la pareja que forman su heredero, Guillermo, y Kate Middleton.
Despido inmediato
Las dos anécdotas con la tinta y los tinteros son solo la expresión de actitudes mucho más estridentes y graves, sin embargo. Porque según informa en la edición de este miércoles el diario The Guardian, decenas de miembros del personal de Clarence House, la hasta ahora residencia oficial del rey mientras era príncipe de Gales, han recibido un aviso de despido después de que se haya formalizado con el Palacio de Buckingham. Casi un centenar de empleados, incluyendo algunos que han trabajado ahí durante décadas, recibieron el lunes el aviso mientras tenía lugar el servicio religioso en la catedral de St. Giles, en Edimburgo.
En la carta de despido, el principal asesor del rey dice: "El cambio de papel de nuestros directores también significará un cambio para nuestra casa. Las tareas realizadas anteriormente apoyando los intereses personales y las actividades de la casa del antiguo príncipe de Gales ya no se harán en Clarence House y la casa se cerrará. Por lo tanto, se espera que los puestos de trabajo principalmente basados en Clarence House ya no sean necesarios".
Todavía no se ha confirmado si el rey y la reina consorte vivirán en el Palacio de Buckingham. En la actualidad solo partes del edificio son habitables, puesto que se están haciendo importantes obras de conservación, que se prevé que duren años. Se especula que el rey, del que se rumorea que no le gusta especialmente el palacio, lo utilizaría para finalidades oficiales y conservaría Clarence House como su residencia en Londres.
Impuestos
Otra de las informaciones relevantes sobre el nuevo rey que se han conocido en las últimas horas es que Carlos III no pagará impuestos sobre la herencia que recibirá de su madre. En virtud de una cláusula de 1993 acordada por el entonces primer ministro, John Major, cualquier herencia que pase de "soberano a soberano" se ahorra el impuesto del 40% aplicado a los activos valorados en más de 325.000 libras.
El patrimonio de la Corona está estimado en 15.200 millones de libras, y de estos el 25% de los beneficios se otorgan a la familia real como subvención. La finca incluye los archivos reales y la colección real de pinturas, en poder del monarca “por el derecho de la Corona”. Estos activos no pueden ser vendidos por el rey y, de hecho, son entregados al gobierno a cambio de la subvención. La guía del gobierno concluye que, por lo tanto, sería "inadecuado que se pagara el impuesto de sucesiones en relación con estos bienes".
Pero, además, Carlos también hereda de la reina el ducado de Lancaster, una finca privada que incluye una cartera de tierras, propiedades y activos en fideicomiso para el soberano. Está exento del impuesto de sucesiones sobre estos bienes, entre otros, para preservar "un cierto grado de independencia financiera respecto al gobierno del momento".
La cláusula de 1993 acordada por Major también exime la tasación sobre la herencia de la consorte. Cualquier otra persona que no sea el rey Carlos que herede bienes privados de la reina sí tendrá que pagar el impuesto de sucesiones.