Los escándalos de Boris Johnson

Johnson y Westminster, a la espera del informe sobre el Partygate

El futuro político del primer ministro cuelga de un hilo y las próximas horas de este miércoles pueden ser claves para el desenlace

LondresWestminster, Downing Street y Reino Unido siguen a oscuras. Este miércoles a media mañana el esperado informe de la funcionaria Sue Gray sobre los diferentes escándalos del Partygate –las fiestas ilegales que han tenido lugar en la residencia oficial del primer ministro británico durante los periodos de confinamiento– todavía no ha llegado al despacho del hombre que se lo encargó y que puso su futuro político en las manos de la número 2 del escalafón de la administración británica.

La consecuencia es que, de momento, todo es una olla a presión donde se cocinan un montón de rumores. ¿Cuáles? Ofrecemos a continuación una muestra más una breve guía de qué puede pasar en las próximas horas y días.

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¿Cuándo se hará público el informe?

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Hace solo unos minutos, el periodista de la BBC Lewis Goodall ha tuiteado: "Todavía hay mucha incertidumbre, pero fuentes de WH [Whitehall, la administración británica] me han dicho con un 100% de certeza que el informe de Gray se entregará hoy. También han dicho que Gray ya ha informado a Downing Street de su contenido y de que «no son buenas noticias»". Esto no significa que lo veremos hoy, claro, ni que podamos decir exactamente qué veremos cuando lo veamos".

Si hacemos caso del tuit, Sue Gray todavía no ha pulsado la tecla enter. Cuando lo haga, Johnson y su equipo más inmediato tendrán que digerir el informe, hacer una evaluación de daños y planear posibles vías de salida. También tendrán que redactar una declaración para comparecer ante el Parlamento. El premier se comprometió a dar explicaciones a la Cámara de los Comunes cuando se acabara la investigación.

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La hora en la que Gray lance su bomba es, como muchos episodios en este serial, un pequeño misterio. Pero las especulaciones que tienen más lógica indican que para mantener la neutralidad de los funcionarios públicos, Sue Gray remitirá el informe una vez se haya celebrado la sesión de control de cada miércoles, que tiene lugar a mediodía. Hacerlo antes podría tentar a Johnson a plantarse ante el Parlamento sin haber dado suficiente tiempo, la cortesía habitual, para que la oposición también le eche un vistazo. Los más experimentados analistas de Westminster apuestan por media tarde o última hora del anochecer. Así habrá tiempo durante la noche para que todo el mundo saque sus conclusiones y mañana puedan presentar batalla bien armados argumentalmente.

¿Qué veremos?

Es una de las mayores incógnitas y una de las más relevantes. El gobierno tiene o puede tener la tentación, especialmente si es muy lesivo para los intereses de Johnson, de ofrecer solo un sumario, sin las pruebas que certificarían los hechos. La prensa de este miércoles ya esparce la certeza de que hay fotografías de Johnson en algunas de las fiestas –se han contabilizado un mínimo de 17–, junto a botellas de vino, por ejemplo. Hay también whatsapps y otros materiales considerados incriminatorios, también según informaciones del Times o de Sky News. En todo caso, lo que ya es seguro es que las pruebas recogidas por Sue Gray contienen suficientes indicios de delitos, aunque sean menores, razón por la cual la funcionaria las entregó a Scotland Yard, que ayer martes anunció la apertura de su propia investigación policial.

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Repercusiones políticas

Dependerán de la magnitud del desmadre en Downing Street que se refleje en el informe de Gray. Básicamente, hay tres opciones.

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a) Johnson recoge el informe, entona otra vez el mea culpa en el Parlamento, corta tantas cabezas como pueda dentro de su organigrama y promete una renovación y una nueva forma de gobernar, lejos de los caos y la improvisación que hasta ahora han caracterizado toda su carrera política. Explica que el país y el mundo se encuentran en momentos muy graves –inflación desbocada, posible guerra en Ucrania– y que es mejor no provocar un periodo de inestabilidad ni interinidad en Downing Street. La mayoría de sus diputados aceptan la declaración y el premier podría superar la crisis hasta la finalización de la investigación policial o hasta que fuera interrogado como sospechoso, y no como testigo, o hasta las elecciones municipales de mayo. En caso de descalabro, volverían los posibles intentos de deshacerse de Boris Johnson por parte de los tories.

b) El contenido del informe es demoledor contra Johnson y antes que enfrentarse a una cuestión de confianza decide dimitir, muy probablemente presionado por los miembros del gobierno. La renuncia, sin embargo, en el caso de Johnson es altamente improbable, porque el premier tiene tendencia a culpabilizar a todo el mundo menos a él mismo de los errores propios, por no hablar de los ajenos. Se abriría entonces un periodo de interinidad hasta que el Partido Conservador escogiera a otro líder. Un proceso que podría alargarse un par de meses en función del número de candidatos.

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c) El contenido es igualmente demoledor contra Johnson pero decide bunquerizarse en Downing Street. Con todo, un mínimo de 54 diputados envían cartas para desatar una cuestión de confianza y Johnson, tal como ya le pasó a Theresa May, se enfrenta a ella. Si se llega, harían falta 181 diputados conservadores para echarlo, una cifra muy alta. Theresa May lo logró. Si Johnson la supera, tendría que pasar un año antes de que se pudiera presentar otra. En el caso de May, no hizo falta esperar al año, sin embargo. La situación estaba tan degradada que su propio gobierno la hizo caer. No hay que perder una cuestión de confianza para que el o la líder se dé cuenta de que es un cadáver político. Johnson, sin embargo, cree que todavía está muy vivo y que tiene mucha cuerda.

Con una nube de periodistas delante de la puerta del número 10 de Downing Street, Reino Unido continúa paralizado, en estado de hipnosis por el escándalo y de fascinación por la posible caída de Johnson. Una vez más, como ya hizo con el Brexit, este populista de manual, con una larga carrera llena de mentiras tanto en la política como en el periodismo, ha conseguido dividir al país.