El llamamiento a proteger el 30% de la superficie del planeta coge fuerza

China impulsa un fondo internacional de conservación con 200 millones de euros, pero el acuerdo global para la biodiversidad se cerrará en 2022

BarcelonaLa pérdida de biodiversidad en el planeta es alarmante. Hasta tres cuartas partes del medio ambiente terrestre y un 66% del marino han sufrido "alteraciones graves" según la ONU, unas alteraciones que ponen en riesgo de extinción hasta un millón de especies de animales y plantas. Es una emergencia vinculada a la crisis climática, y agravada por ella, pero a la vez independiente. Y una crisis que reclama también la acción urgente de los gobiernos. Por eso, cada vez más estados presionan para llegar a un acuerdo internacional que establezca un mínimo del 30% del planeta como superficie protegida legalmente. Es el principal objetivo que persigue la negociación para el Marco Global de Biodiversidad, que ha arrancado esta semana con una cumbre virtual y que se acabará de cerrar en mayo del 2022.

Los gobiernos de todos los países del mundo han participado entre martes y viernes en esta primera parte de la 15a cumbre de la ONU sobre biodiversidad, la COP15. La cumbre, de hecho, se tendría que haber celebrado en 2020 en la ciudad de Kunming, en China, pero fue aplazada por la pandemia. Como el gobierno chino todavía mantiene el país cerrado a la llegada de extranjeros, se decidió finalmente dividir el encuentro en dos partes. La primera, solo preparatoria, se ha celebrado virtualmente esta semana. El momento de la verdad, cuando habrá que acordar finalmente el Marco Global de Biodiversidad, será en mayo del año que viene, y se espera que ya se pueda celebrar presencialmente en China.

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Ya llegaremos dos años tarde, porque el acuerdo internacional que se tiene que cerrar fijará objetivos para esta década: las medidas que hay que tomar a nivel gubernamental hasta 2030 para proteger la biodiversidad. La Declaración de Kunming, que se ha aprobado en esta primera semana de negociaciones, ya recoge la "llamada de muchos países a proteger y conservar el 30% de la tierra y los mares", un acuerdo que todavía no ha conseguido sumar a todo el mundo. Sobre la mesa de negociación está también la posibilidad de fijar un mínimo del 15% de superficie terrestre y marina que habría que recuperar antes de 2030 del total de área destruida que tiene cada estado.

En esta primera parte de la cumbre, países como Brasil y otros de América del Sur han mostrado sus reticencias. Son precisamente los que albergan más espacios todavía vírgenes, y en la mayoría de los casos, como el brasileño, han basado precisamente toda su estrategia económica en la explotación de estos recursos naturales. Si el Marco Global fija al final una cifra mínima de espacios protegidos, esto se tendría que trasladar proporcionalmente a cada estado, de forma que estos países se verían obligados a conservar al menos un 30% de su superficie. Muchos, sin embargo, reclaman ayuda económica para poder hacer efectiva esta medida, que requiere recursos para ponerla en práctica, pero también para compensar lo que dejan de explotar comercialmente.

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No repetir fracasos pasados

El presidente chino, Xi Jinping, ha querido ejercer de buen anfitrión y esta semana ha puesto él mismo la primera piedra para crear un fondo internacional para la conservación de la biodiversidad. Ha anunciado una aportación inicial a este fondo de unos 200 millones de euros, todavía escasa pero que pretende animar al resto de países del mundo a contribuir, precisamente para ayudar a los más pobres a hacer su parte. "Es un inicio, porque las declaraciones de intenciones y los planes de acción sin dinero no sirven de nada", dice el coordinador de Conservación de WWF, Luis Suárez. En su opinión, esta semana se han tomado "pasos en la buena dirección", pero advierte también que habrá que demostrar "una voluntad política" que hasta ahora no ha existido. Se refiere a los objetivos de Aichi, unas metas que se fijaron a escala internacional en 2010 para este 2020 y que no se han cumplido.

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"La pérdida de la biodiversidad supone una crisis análoga a la del cambio climático, pero con el riesgo añadido que puede suponer una nueva pandemia con resultados devastadores para la humanidad", remarca Anna Mulà, abogada de la Fundación Franz Weber, entidad observadora en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITAS). Para Mulà, si se quiere evitar "repetir fracasos anteriores", como los de Aichi, "esta declaración no se puede volver a quedar en papel mojado, sino que tiene que transformarse en acciones concretas de los gobiernos, con un enfoque integral de ambientalización de todas las políticas sectoriales, y con una financiación precisa".

Y es que más allá de proteger, conservar y recuperar territorio degradado, lo que hace falta que el Marco Global consiga acordar es también un cambio en las acciones que han comportado una destrucción tan grave de la vida salvaje como la que vemos hoy. La Declaración de Kunming, de hecho, lo apunta cuando destaca la necesidad de "una acción urgente e integrada hacia un cambio transformativo en todos los sectores de la economía y todas las partes de la sociedad", para que "la biodiversidad se conserve y sea utilizada de manera sostenible, y los beneficios que se extraen de la utilización de recursos genéticos sean compartidos de manera equitativa y justa".