Bolivia

¿Qué ha ocurrido en Bolivia y qué implicaciones tiene para América Latina?

El intento de golpe de estado reactiva el trauma de la violencia de 2019 y ha generado rechazo unánime en toda la región

Buenos Aires“Estamos sintiendo el clamor del pueblo. Porque desde hace muchos años una élite se ha hecho cargo del país. Propietarios del estado, vándalos, están en las diferentes estructuras del estado, destrozando la patria. Las fuerzas armadas pretenden reestructurar la democracia”, declaraba anoche Juan José Zúñiga, ahora excomandante del ejército de Bolivia, tras ordenar a sus tropas ocupar el Palacio Quemado, sede del poder ejecutivo en la plaza Murillo, en el centro de La Paz. Zúñiga, que ya ha sido arrestado, pedía también la liberación de “todos los presos políticos”, es decir, los detenidos por el alzamiento militar que tuvo lugar en el 2019 contra el presidente Evo Morales por un supuesto fraude electoral: 21 días de protestas que acabaron con 32 fallecidos, más de 700 heridos y la renuncia y el exilio de Morales en México. La entonces senadora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta interina, con una Biblia en la mano: "Dios ha vuelto al Palacio Quemado", proclamó. Posteriormente el Tribunal Superior de Justicia la condenó a 10 años de cárcel por haber asumido la presidencia de forma "irregular" tras la salida de Morales.

En realidad, Zúñiga había sido destituido el martes, tras decir en una entrevista televisiva que el ejército, como “brazo armado del pueblo”, no descartaría arrestar a Evo Morales en caso de que volviera a concurrir como candidato presidencial a las elecciones del 'año que viene: “Las fuerzas armadas tienen la misión de hacer cumplir la Constitución”, dijo. La figura de Evo Morales genera división y polarización en el país andino: por un lado, fue el primer presidente de origen indígena de Latinoamérica, renovó la carta magna a través de un proceso de participación popular y va declarar a Bolivia estado plurinacional donde todas las culturas –también las originarias, a menudo minorizadas en la región– tenían lugar. Redujo significativamente la pobreza y el analfabetismo, estableciendo la educación y la salud gratuitas. Morales hizo crecer la economía, nacionalizó preciados recursos naturales como los hidrocarburos e impulsó una reforma agraria. Pero lejos de respetar los dos mandatos seguidos permitidos por la Constitución, acabó su tercera legislatura y todavía se presentó en una cuarta, que fue anulada por supuesto fraude y le empujó al exilio. En total estuvo un total de 13 años en el poder, por lo que sus detractores consideran que quiere perpetuarse obsesivamente. También le imputan escándalos de corrupción y le acusan de beneficiarse del narcotráfico.

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En las elecciones de 2020, las primeras tras la salida forzada de Evo Morales, ganó la presidencia con un 55% de los votos Luis Arce, que fue ministro de Economía del expresidente exiliado y artífice del crecimiento económico del país . Nadie había calculado tan contundente victoria del Movimiento al Socialismo (MAS), pero justamente una situación de debilidad, con el líder histórico en el exilio, reforzó sus filas y el apoyo que recibió. Las comparaciones entre Evo Morales y Luis Arce no se hicieron esperar, así como las especulaciones sobre cómo sería su relación. A finales del 2020 el expresidente pudo regresar a su país entre celebraciones y clamores populares, pero enseguida empezaron las fricciones con su compañero: Morales daba por hecho que Arce le había estado representando mientras él estaba en el exilio, mientras que Arce se percibía a sí mismo como un legítimo presidente elegido en las urnas por voluntad popular –en ningún caso como sustituto–. La distancia se ha ido haciendo grande, hasta el punto de que hay una guerra abierta entre los dos líderes, que ha derivado en dos facciones dentro del mismo partido y en una disputa por la candidatura a las presidenciales del próximo año . De hecho, en las últimas horas el entorno de Morales ha alimentado en las redes sociales la teoría que ha instalado el propio Zúñiga según la cual el golpe de estado fallido habría sido ordenado por el propio Arce en un intento desesperado por recuperar popularidad.

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La otra teoría que explica por qué ha pasado esto ahora en Bolivia dista mucho de una lucha de poder interna: tiene más que ver con los intereses no tan ocultos de Estados Unidos y de países industrializados sobre los recursos naturales de Bolivia y de América Latina en general. Bolivia, junto con Argentina y Chile, forma el conocido como Triángulo del Litio, la mayor reserva mundial del mundo de este mineral del futuro, esencial para fabricar baterías eléctricas. Además, es un país rico en petróleo, cobre, oro, plata y agua dulce.

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Aunque el golpe de estado se ha dado este miércoles por fallido y finalizado, la gente en Bolivia teme otro intento de los militares de imponerse a las instituciones. Medios de comunicación locales han mostrado personas en La Paz que expresaban ese temor, siempre con el trauma de la violencia del golpe del 2019 presente: la gente compraba comida para almacenar en casa y retiraba dinero del banco de forma preventiva. La condena en toda la región sobre los hechos ocurridos en La Paz ha sido unánime: desde México a Chile, líderes políticos latinoamericanos se han posicionado a favor de la democracia y en contra del intento de golpe. El presidente argentino, Javier Milei, se mantiene en silencio, aunque su ministra de Exteriores, Diana Mondino, ha hecho un tuit diciendo que la democracia no se negocia, y tampoco se ha pronunciado todavía el salvadoreño Nayib Bukele. Por su parte, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha instado a todos los líderes de Latinoamérica y el Caribe a condenar el "fascismo" en Bolivia; el colombiano Gustavo Petro ha subrayado que América es tierra de libertad y democracia, y el brasileño Lula da Silva ha apuntado que en esta parte del mundo "las veces nunca han funcionado". También se han posicionado a favor del gobierno legítimo de Bolivia el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su sucesora, la presidenta electa Claudia Sheinbaum; el presidente de Chile, Gabriel Boric, y los líderes de Venezuela, Cuba, Guatemala, Uruguay y Paraguay.