Alarma en Gaza: se disparan los casos de una enfermedad neurológica asociada al hambre
La desnutrición aguda pone en rico a todos los niños de Gaza, que se afrontan a secuelas de por vida
BarcelonaUna extraña enfermedad neurológica se ha extendido a la Franja de Gaza, especialmente entre los niños, según una alerta emitida por el ministerio de Salud de Hamás. A lo largo de la última semana se han detectado al menos 95 casos del síndrome Guillain-Barré, una enfermedad inmunitaria que afecta a los nervios periféricos y provoca parálisis, y que se ha cebado especialmente entre los niños. Los músculos, empezando por las extremidades inferiores, se vuelven flácidos progresivamente hasta que la parálisis alcanza los músculos respiratorios, donde pone en riesgo la vida del paciente. Al menos tres personas han muerto a consecuencia de la enfermedad desde julio –dos de ellos menores de quince años– y de no haber podido recibir el tratamiento adecuado por el bloqueo israelí.
Pero si bien la enfermedad afecta al sistema inmunitario, a menudo la desencadena una infección. "La malnutrición y los problemas de salubridad facilitan las infecciones –explica a la ARA Montse Montraveta, especialista en gastroenterología y nutrición del Hospital Germans Trias i Pujol y miembro de la Sociedad Catalana de Pediatría–, en primer lugar, porque la salubridad hace que la haya más y, en segundo lugar, porque la tenga más y, en segundo lugar, malnutrición".
La mayoría de muertes por desnutrición en Gaza no son causadas por que la falta de ingesta acabe provocando un fallo multiorgánico, sino que son consecuencia de enfermedades asociadas que proliferan por culpa de la debilidad del cuerpo. Las más problemáticas son las infecciones. "Gaza, con un sistema sanitario volatilizado, los hospitales destruidos y sin red eléctrica, falta de agua potable e imposibilidad por vacunar, es el escenario perfecto para las infecciones", asegura Xoan González Rioja, médico del Servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital de Sant Pau. "La desnutrición no es una enfermedad, sí es un nido de cultivo para futuras enfermedades", remacha Antoni Pérez, director de Save the Children Catalunya.
Los habitantes de Gaza sufren hambre desde el inicio del asedio, pero los fallecidos por inanición se han disparado en las últimas semanas coincidiendo con el agotamiento de las reservas de comida de las organizaciones humanitarias, que no pueden entrar alimentos en el enclave desde que Israel les prohibió en marzo. Según datos del ministerio de Salud de Gaza, hasta el 20 de julio habían muerto dieciocho personas de hambre en Gaza, mientras que desde ese día hasta la fecha se han registrado al menos 193.
Los datos de UNICEF también son devastadoros. En julio del 2025 más de 320.000 niños y niñas –es decir, todos los menores de cinco años de la Franja de Gaza– están en riesgo de sufrir desnutrición aguda, y miles de ellos sufren desnutrición aguda grave, la forma más letal de desnutrición. Por su parte, la ONG Save the Children denuncia que el número de niños menores de cinco años con desnutrición aguda atendidos en sus clínicas en Gaza se ha multiplicado por diez en los últimos cuatro meses.
"No estamos pudiendo entrar comida –denuncia Pérez–. Nuestros médicos hablan de un aumento de casos [de desnutrición] y de un goteo de muertes". Este trabajador humanitario explica que en Gaza, como en la mayoría de crisis humanitarias, las criaturas suponen la mitad de los fallecidos. "Antes del conflicto no había malnutrición en Gaza. No había falta de alimentos", añade Montserrat Escruela, responsable de Salud y Nutrición de Médicos Sin Fronteras, y denuncia que por culpa del bloqueo israelí sus "stocks están acabando".
Los primeros 1.000 días, el momento más crítico
¿Pero qué le pasa al cuerpo humano cuando se expone a períodos tan largos sin ingerir comida? ¿Por qué las criaturas son tan vulnerables a contraer enfermedades? Los profesionales a los que ha consultado el ARA coinciden en destacar que los primeros 1.000 días de vida son los más críticos para el desarrollo de un niño. Durante esta etapa temprana se forman las conexiones neuronales básicas, se desarrollan órganos vitales y se establecen los cimientos del crecimiento. Por eso, si una criatura desarrolla una desnutrición severa en esta etapa, puede arrastrar discapacidades físicas y cognitivas de por vida.
"Entre los cero y los dos años el niño sano va alcanzando muchos hitos del desarrollo que consideramos normal. En este momento se produce una explosión de adquisición de nuevas habilidades y conexiones al cerebro. Si no hay energía suficiente, algunas habilidades pueden no alcanzarse o no alcanzarse con el mismo potencial", dice Gonzá. Por eso la desnutrición en este periodo "tiene un impacto mucho más severo y secuelas irreversibles a largo plazo", sentencia Montraveta. Escurela certifica que este momento es el más "crítico" en el que debe intervenir su organización.
Hasta los cinco años siguen produciéndose procesos fisiológicos imprescindibles para el desarrollo, como la maduración del sistema inmunitario y el correcto funcionamiento del eje endocrino. El hambre sostenida puede alterar estos mecanismos, al igual que ocurre en la pubertad: si en ese momento se corta el suministro adecuado de nutrientes, se pueden frenar procesos esenciales como el desarrollo hormonal.
Cuando el cuerpo deja de ingerir los alimentos y nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento, consume reservas que no debería gastar: "Después de unos primeros días de reserva donde se queman grasas y azúcares, el cuerpo comienza a consumir su propia musculatura y grasa visceral, incluso en zonas sensibles. extrema de peso", explica González. "El cuerpo intenta proteger a los órganos más nobles como el cerebro y el corazón el máximo tiempo posible", incide Montraveta. Con el tiempo, si la falta de alimentación se mantiene semanas o meses, el cuerpo entra en un estado de reducción del metabolismo basal, que conlleva un menor gasto energético, pero a costa de funciones fisiológicas esenciales.
Una generación afectada con secuelas de por vida
Uno de los primeros sistemas que sufre es el inmunitario. Las defensas naturales del cuerpo –como las inmunoglobulinas– se debilitan y el organismo resulta mucho más vulnerable a infecciones. Además, los niveles muy bajos de proteínas en sangre, una hipoproteinemia, hacen que si bien la criatura tiene muy poca masa muscular, tenga hinchazón y distensión abdominal. Esta inflamación hace que, paradójicamente, se absorban peor los nutrientes y las criaturas tengan más diarreas.
Si bien algunos de estos síntomas se pueden revertir, cuando el hambre se ha prolongado durante tanto tiempo en una edad delicada, existen muchas secuelas irreversibles, como un retraso en el desarrollo, la afectación al coeficiente de inteligencia, el retraso del crecimiento, alteraciones metabólicas (que favorecen la aparición de diabetes de tipo 2 o enfermedades cardiovasculares) y el debilitamiento permanente del sistemamuno. "No se trata sólo de matar, sino de condicionar a toda una comunidad durante décadas", denuncia el portavoz de Save the Children, quien advierte que las secuelas físicas (y evidentemente, las psicológicas también) condicionarán de por vida a los habitantes de Gaza.
Para remediar la desnutrición aguda es necesario, evidentemente, reintroducir los alimentos, pero no basta sólo con eso. Es necesario que la alimentación se haga de forma controlada y progresiva para evitar un llamado "cuadro de realimentación". "Ahora una vez enfermos, ya necesitamos también un tratamiento nutricional", lamenta Escruela.
En este sentido, las ONG critican la operación cosmética del gobierno israelí de permitir, sólo después de meses de fuerte presión internacional, la entrada de algunos camiones con suministros y el lanzamiento "ineficiente" de ayuda humanitaria por aire. "[Las organizaciones internacionales] Hemos llegado a la conclusión de cómo se debe hacer el reparto de ayuda humanitaria por la experiencia. No pueden llegar estos [la Gaza Humanitarian Foundation] y felicitarse por cómo están repartiendo 1 millón de raciones al día. Una cifra que, por cierto, es bastante improbable –dice Pérez–. Es totalmente intencionado. está pasando. La gente se está matando entre ellos para poder acceder a los sacos que quedan". "El espacio humanitario debe ser independiente y neutral", concluye.