Estados Unidos intensifica el esfuerzo diplomático en Líbano mientras Israel escala la ofensiva

La Casa Blanca intenta que Hezbollah y Beirut acepten un alto el fuego hecho a medida para Benjamin Netanyahu

BeirutCon un goteo constante de muertes diarias –veinte, treinta o incluso más– por los ataques aéreos israelíes contra edificios residenciales en el sur y este del Líbano, así como en los suburbios de Beirut, el balance de muertos asciende ya a 3.600 personas. De éstas, al menos 200 son menores de edad. La devastación material es igual de desoladora: miles de edificios reducidos a escombros han dejado cientos de miles de personas desplazadas, sin un hogar al que regresar.

En este contexto, y después de casi dos meses de guerra abierta, Estados Unidos han intensificado los esfuerzos diplomáticos con el objetivo de negociar un alto el fuego entre Israel y Hezbolá. Pero la mediación se ha visto acompañada de una ampliación de los bombardeos israelíes. El enviado especial de la administración Biden, Amos Hochstein, llegó esta semana a Beirut con una propuesta para desescalar el conflicto, aunque su visita no logró frenar la ofensiva.

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Las pérdidas económicas derivadas de los bombardeos podrían superar los 20.000 millones de dólares, según estimaciones preliminares. Además, se teme que el porcentaje de población en condiciones de pobreza extrema alcance el 80% en las zonas más afectadas, según advierte un informe del Grupo de Trabajo Independiente para Líbano (ITFL, por sus siglas en inglés). Los civiles libaneses afrontan una tensión diaria, exacerbada por las constantes órdenes de evacuación emitidas en árabe por el portavoz militar israelí, Avichay Adraee, a través de varios canales. Estas advertencias, que pueden repetirse hasta cuatro veces al día, subrayan el clima de incertidumbre y temor en el que vive la población.

Tel-Aviv ha dejado claro que las negociaciones avanzan "bajo el fuego". Según el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, el principal objetivo de la campaña militar es desmantelar la capacidad armamentística de Hezbolá. "El ejército intensificará los bombardeos contra infraestructuras libanesas hasta que el mensaje sea entendido", afirmó.

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Cláusulas en negociación

Mientras, el gobierno libanés ha notificado que la milicia chií aceptó, con ciertas reservas, la iniciativa propuesta por Estados Unidos. Entre los puntos más controvertidos se encuentra la creación de un comité liderado por potencias occidentales para supervisar la implementación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige la retirada de Hezbollah del norte del río Litani, a unos 30 kilómetros de la frontera con Israel.

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Fuentes cercanas a las negociaciones señalan que Beirut podría aceptar la inclusión de observadores franceses y estadounidenses, pero rechaza las demandas israelíes de mantener el derecho a intervenir en caso de violación del acuerdo y de establecer controles internacionales en la frontera terrestre con Siria, así como en infraestructuras estratégicas, como el aeropuerto y los puertos libaneses. Desde el punto de vista del gobierno libanés, estas medidas darían a Israel un poder excesivo para bloquear la entrada y salida de bienes y personas del país.

El optimismo expresado por Hochstein respecto a un posible acuerdo contrasta con las declaraciones de Netanyahu, que afirmó que su gobierno no detendrá la ofensiva hasta asegurar que Hezbollah no pueda reconstruir su capacidad militar. Aunque Israel asegura haber destruido el 80% de las infraestructuras militares de Hezbolá, el grupo chiíta sigue demostrando su capacidad de resistencia, lanzando misiles bien adentro del territorio israelí, incluyendo Tel Aviv. .

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Detener el reabastecimiento de armas

Uno de los desafíos centrales de las negociaciones es prevenir el abastecimiento de armas a Hezbollah. Para ello, Israel exige garantizar que el grupo no pueda lanzar misiles de largo alcance, como los empleados recientemente para llegar a Ashdod, a 150 kilómetros de la frontera. De acordarse un alto el fuego, las fuerzas terrestres israelíes podrían permanecer hasta 60 días en suelo libanés con el objetivo de continuar atacando objetivos militares de Hezbollah. Éste período de gracia plantea riesgos significativos, ya que, como se ha visto en conflictos anteriores en Gaza, no existen garantías sobre el cumplimiento de los plazos de retirada.

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La escalada del conflicto ha dejado al Líbano inmerso en una crisis humanitaria y económica sin precedentes. Los constantes ataques han destrozado infraestructuras clave, incluyendo carreteras, hospitales y escuelas, dificultando aún más la vida de la población. Mientras, las calles de Beirut permanecen en un estado de calma tensa, interrumpida ocasionalmente por explosiones, que sacuden las infraestructuras ya debilitadas de los suburbios de la capital libanesa.

El papel de Hezbollah en la resistencia contra Israel sigue siendo un punto de controversia dentro del Líbano. Aunque cuenta con el apoyo de una parte significativa de la población chiíta, otras comunidades consideran que su presencia militar pone en peligro al país en su conjunto. El panorama sigue siendo sombrío. Las esperanzas de un alto el fuego inmediato son escasas y los líderes internacionales afrontan el reto de equilibrar las demandas de ambas partes sin exacerbar aún más las tensiones en la región. La población civil, atrapada entre los bombardeos y las negociaciones, aguarda un respiro que parece cada vez más lejano.

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