Gaza, hacia un futuro incierto: Hamás y Netanyahu dicen sí a la tregua y no al plan de Trump
Medio millón de palestinos vuelven al norte de la Franja y se ultiman los preparativos para el intercambio de rehenes y presos
Enviada especial a JerusalénEl miércoles el mundo se sorprendió con el anuncio del acuerdo entre Israel y Hamás para un alto el fuego en Gaza, negociado a toda prisa bajo los auspicios de Donald Trump. Dos años después de los ataques palestinos del 7 de octubre, que supusieron el golpe más duro para Israel en su historia, a los que Benjamin Netanyahu respondió con una operación de limpieza étnica y destrucción masiva que le ha llevado a ser investigado por genocidio y crímenes de guerra en los tribunales internacionales, las bombas han callado en Gaza y el ejército israelí se ha retirado del 47% del territorio de la Franja. Medio millón de palestinos han vuelto a lo que queda de las ciudades y pueblos de la Franja de donde tuvieron que huir, donde sólo han encontrado escombros. La primera fase del plan de Trump debe completarse con la entrada de ayuda humanitaria en la Franja –sometida a la peor crisis de hambre de nuestros días– y el intercambio de los últimos 48 rehenes israelíes, vivos y muertos, tras 735 días de secuestro en Gaza, por unos 2.000 prisioneros. Los detalles de este intercambio, como los nombres de los prisioneros palestinos que serán liberados, todavía se están discutiendo. Más allá de eso, nada es seguro y todo el mundo augura una negociación difícil y larga.
Hamás ya ha empezado a reunir a los rehenes, según ha dicho Trump, y Netanyahu ha visitado esta mañana los hospitales a los que les llevarán cuando salgan de Gaza, mientras los funcionarios de prisiones israelíes han empezado a trasladar a los presos palestinos que serán liberados, incluidos 250 condenados. La UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, a los que Netanyahu ha prohibido operar, ha pedido que se permita el paso de los 6.000 camiones que tiene preparados en la frontera de Rafah. La asociación que agrupa a los periodistas internacionales que trabajan en Israel ha pedido acceso inmediato a la prensa internacional en la Franja.
El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, ha hablado esta noche en la plaza de los Rehenes de Tel-Aviv, escoltado por la hija del presidente, Ivanka, y su yerno, Jared Kushner, artífice del plan de Trump y uno de los más entusiastas defensores de Israel en Estados Unidos. "A pesar del dolor y el miedo, nunca dejó de tener fe. Su coraje y resistencia inspiraron al mundo. Fue su convicción, unida al liderazgo valiente de Donald Trump, lo que lo hizo posible". Cuando mencionó a Netanyahu, el público respondió con un silbido monumental. "Vale, déjeme terminar. Yo he estado en la trinchera con el primer ministro, que también ha sacrificado mucho por este país". Los silbidos no han dejado oír el fin de su parlamento.
Un acuerdo forzado
En realidad, lo ocurrido es que, bajo la presión de Trump, Hamás e Israel se han visto forzados a cerrar un acuerdo. Ninguno de los dos podía permitirse negarse a la tregua orquestada por la primera potencia mundial. Hamás no podía rechazar un alto el fuego que aliviara el sufrimiento de los palestinos de Gaza. Y Netanyahu no podía negarse a la última oportunidad de salvar a los últimos rehenes israelíes. Era el juego de la culpa: nadie ha querido aparecer como el responsable de haber desperdiciado esta oportunidad.
El acuerdo es también el resultado de una guerra varada. A pesar de la enorme destrucción y aniquilación de decenas de miles de palestinos (probablemente cientos de miles, cuando se puedan sacar todos los muertos de debajo de los escombros de Gaza), el ejército y la sociedad israelí habían empezado a evidenciar la fatiga de la guerra. En agosto, Netanyahu ordenó, pasando por encima del criterio de sus generales, conquistar Ciudad de Gaza antes del 7 de octubre. Las tropas israelíes habían despejado de palestinos el norte de la Franja y habían tomado el control de las ciudades del sur, pero la batalla de Ciudad de Gaza, con más de un millón de habitantes, era otra cosa. Era evidente que Netanyahu no lograría el objetivo militar hasta dentro de meses.
Asimismo, el aislamiento internacional de Israel era cada día más claro, con protestas en todo el mundo, y se evidenció el día en que el primer ministro habló ante una Asamblea General de la ONU que le hizo el vacío. Y Trump, motivado quizá por su deseo megalómano de obtener el Nobel de la Paz, se sacó de la manga una jugada de última hora que en el fondo salva a Israel de Netanyahu. Ayer en la plaza de los Ostatges, llena hasta los topes, una gran pancarta decía Nobel Presidente Trump. Por el momento el republicano ya se prepara para un baño de masas cuando llegue triunfador el lunes en Jerusalén para pronunciar un discurso ante el Parlamento israelí. Será el primer presidente de Estados Unidos en hacerlo desde George W. Bush en el 2008.
A partir del martes, entramos en la dimensión desconocida. Las próximas fases establecidas en el plan de 20 puntos de Trump ya han sido rechazadas por ambos bandos. Hamás ha dicho que no tiene intención de desarmarse si no es para entregar las armas a un futuro estado palestino, ni de aceptar la tutela de una autoridad transitoria gobernada por el ex primer ministro británico Tony Blair. Israel ha dejado claro que bajo ningún concepto aceptará algo que pueda ser el embrión de un futuro estado palestino. Más allá de la primera fase, las posiciones no se han movido un milímetro.
El plan y la Riviera de Gaza
Según el plan de Trump, Hamás debe entregar las armas, Israel seguiría manteniendo una presencia militar a lo largo de un perímetro de la frontera de Gaza, y una fuerza internacional, formada en gran parte por tropas de países árabes y musulmanes, se encargaría de imponer la orden dentro de Gaza, mientras que Estados Unidos lideraría la reconstrucción de la Franja en una Riviera de Oriente Próximo. Todo ello con un horizonte de 10 o 15 años bajo un gobierno colonial encabezado por Blair, que después cedería el poder a una Autoridad Palestina reformada. Hamás y el resto de facciones palestinas ya lo han rechazado, y Netanyahu sigue diciendo que los palestinos deben desarmarse y esfumarse "por las buenas o por las malas".
El periodista palestino Omar Nazzar destaca que todo queda arriba: "Lo más urgente era detener el exterminio en Gaza. Los otros puntos del acuerdo quedarán pendientes para una futura negociación. Lo importante es que la resistencia palestina, con sus limitadas capacidades, ha resistido contra los poderes coloniales del mundo durante dos años. son perpetradores de crímenes de guerra y contra la humanidad".
El periodista israelí Jack Khoury alerta de que el proceso ha comenzado sin ningún norte: "Más allá de la primera fase, no hay horizonte político alguno. El acuerdo no habla de la futura gobernanza de Gaza, ni establece ningún mecanismo permanente de supervisión ni un marco diplomático más amplio. La primera etapa podría acabar siendo la última".
Ceremonia de firma
Para asegurarse de que no se va todo al traste, Trump ha anunciado que viajará el lunes primero a Israel y después a Egipto, donde en la ciudad balneario de Sharm al-Sheij habrá una ceremonia de firma del acuerdo para añadir presión, auspiciada por el rais egipcio Abdel Fattah al Sisi. En el acto estarán representados Egipto y Turquía, que han tenido un papel clave para convencer a Hamás de aceptar la entrega de los rehenes; Arabia Saudí, Jordania y Emiratos Árabes, todos ellos aliados de Estados Unidos, y Pakistán e Indonesia, que han apoyado a los palestinos. Alemania, Francia y Reino Unido también han confirmado su participación. La primer ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente español, Pedro Sánchez, irán también, cerrando el frente europeo de apoyo al acuerdo a derecha e izquierda. Con mucha probabilidad, quienes no saldrán en la foto serán los protagonistas: Hamás y Netanyahu.