BarcelonaEs imposible saber a ciencia cierta cuánta gente ha muerto en la guerra de Gaza desde el 7 de octubre. El ministerio de Sanidad de Gaza ha cuantificado 38.243 muertes en el informe diario de este martes. Dos tercios son mujeres, criaturas y ancianos. Pero son sólo los que han llegado a los hospitales: no se cuentan los miles de cuerpos que no han podido ser rescatados entre los escombros (unos 10.000), los que el ejército israelí enterró en fosas comunes en las zonas que ocupó y quienes murieron sin ser trasladados a los centros médicos.
Además, la destrucción sistemática de los hospitales –ahora mismo quedan muy pocos operativos en toda la Franja– hace muy difícil recoger datos precisos. Y todavía queda lo que técnicamente se llaman muertes indirectas: las causadas por la práctica desaparición del sistema sanitario, el hambre, la sed y las epidemias. Son armas de guerra más letales que las bombas que el ejército israelí está utilizando con el bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria, imposibilitando la recogida de residuos o destruyendo las plantas de potabilización de agua. Para tener un balance más real, sólo queda recurrir a la estadística. Es lo que han hecho tres investigadores en un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, que dan un cálculo aterrador: 186.000 muertes, en la estimación más conservadora. Y por ahora no se ve una salida al horizonte: este miércoles el ejército israelí ha ordenado a los habitantes de la Ciudad de Gaza que se marchen hacia el sur de la Franja antes de una nueva incursión terrestre. Después de nueve meses de guerra la gente en Gaza sigue vagando de un sitio a otro, después de haber sido forzada a desplazarse varias veces, sin lugar a dónde ir.
Los autores del estudio recuerdan que "los conflictos armados tienen implicaciones sanitarias indirectas, más allá del daño que provoca directamente la violencia. Incluso una vez terminado el conflicto continuarán las muertes indirectas durante meses o años a causa de enfermedades y epidemias". Advierten que, en el caso de esta guerra, el balance total se espera que sea muy elevado “debido a la intensidad del conflicto; la destrucción de las infraestructuras sanitarias, la severa falta de alimentos, agua y techo; la imposibilidad para la población de huir a una zona segura; y la falta de financiación de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, una de las pocas organizaciones humanitarias todavía activas en la Franja”.
Las bombas y balas matan a menos gente en una guerra que las enfermedades, el hambre o la falta de recursos sanitarios. Lo sabemos por el informe que en 2008 publicó el secretariado de la Comisión de Ginebra sobre el peso de la violencia armada, analizando guerras recientes: estas víctimas indirectas son entre 3 y 15 veces más numerosas que las causadas por las armas. La publicación de la revista médica británica hace un cálculo prudente: 4 muertes indirectas por cada muerte directa reportada. Serían, por el bajón, 186.000 muertos: un 7,8% de la población de Gaza borrada del mapa en nueve meses.
Enfermedades bajo las bombas
El mes pasado la Organización Mundial de la Salud determinó que en Gaza existían más de 865.000 casos de infecciones respiratorias agudas, medio millón de casos de diarrea, entre otras enfermedades como la sarna y la varicela. Según fuentes médicas, 436 pacientes de cáncer han muerto por carencia de tratamiento. Contactado por el ARA, Abu Salim, periodista de la ciudad de Gaza, explicaba hace algunos días que prácticamente no quedan productos higiénicos debido al bloqueo: "Hay que lavarse con jabón de platos y pronto habrá terminado: la calle es lleno de basura que no se puede recoger, el agua está contaminada y todo está lleno de insectos". Un cóctel explosivo para todo tipo de epidemias.
No es la primera vez que esta revista médica publica estimaciones sobre el coste humano de las guerras. En el caso del conflicto que desató la invasión de Irak, en el 2003, calcularon que causó 655.000 muertos, lo que sirve también para poner en perspectiva la matanza de Gaza. La guerra de Irak duró ocho años y cuando empezó la invasión el país tenía una población de 23 millones de habitantes, diez veces más que la de la Franja.
Israel mata a 25 palestinos en el cuarto bombardeo consecutivo contra una escuela
Israel está intensificando los ataques contra escuelas en la franja de Gaza, que desde el inicio de la guerra se utilizan como refugios. Este miércoles el ejército ha reivindicado la masacre en una escuela de Khan Yunis, en el sur del enclave, donde según las autoridades palestinas murieron al menos 25 desplazados, la mayoría mujeres y criaturas. Como es habitual, Israel intenta justificar los ataques contra refugios de población civil asegurando, sin aportar pruebas, que persigue a "militantes de Hamás que participaron en las acciones terroristas del 7 de octubre" y dice que "investiga" si se han producido víctimas civiles sin dar más detalles. Según el derecho internacional, los ataques deliberados contra infraestructuras y población civil son crímenes de guerra.
En Khan Yunis se han refugiado muchos de los desplazados por la invasión terrestre de Rafah, que empezó en mayo y en la que se habían concentrado más de dos tercios de la población, siguiendo las órdenes de evacuación del ejército. Según el ministerio de Salud de Gaza, el balance del ataque a la escuela Al-Awda es de al menos 25 muertos y 53 heridos, muchos de ellos en estado crítico.
Es el cuarto ataque consecutivo contra escuelas en Gaza. El ejército también ha reconocido el bombardeo el sábado de una escuela en el campo de refugiados de Nuseirat, donde se refugiaban 2.000 personas, que causó al menos 16 fallecidos. El domingo la aviación atacó la escuela de la Sagrada Familia en la ciudad de Gaza, donde según el Patriarcado Latino de Jerusalén también había cientos de desplazados. El lunes atacaron otra escuela de la UNRWA, también en Nuseirat.
Tras más de 39.000 muertos en nueve meses de ataques indiscriminados sobre la población civil, los bombardeos continúan sobre unas ciudades devastadas y la gente debe sobrevivir al hambre , la sed y la carencia de medicinas y combustible.