Israel lanza una operación terrestre sobre el sur de Líbano

El alcance de las incursiones son motivo de especulación, pero la ONU dice haber sido esporádicas

BeirutLíbano enfrenta un escenario cada vez más incierto, marcado por la escalada de violencia en la región. En Beirut, el sonido de las ambulancias, explosiones y drones resuena al atardecer, minutos después de que Israel confirmara el lanzamiento de cientos de misiles balísticos por parte de Irán, en respuesta al asesinato del líder de Hezbollah, Hasan Nasrallah.

Las fuerzas israelíes han iniciado operaciones terrestres en el sur del Líbano la madrugada del martes, en un intento de controlar el avance de Hezbolá. Sin embargo, la falta de testigos en el terreno, debido a que gran parte de la población ha huido desde que la violencia azota al país, deja el alcance de estas maniobras en el terreno especulación. Los pocos residentes que quedaban en las áreas fronterizas fueron evacuados el lunes por orden del ejército israelí, que les instó a dirigirse al norte del río Awali, mucho más allá del río Litani, declarado zona no militarizada con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, después de la guerra entre Israel y Hezbollah de 2006.

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L’escalada bèlica al Líban

En un comunicado las Fuerzas de Paz de la ONU en el sur del Líbano (FINUL) señalaron que las operaciones israelíes fueron esporádicas y que sus tropas no se asentaron en territorio libanés. Mientras el mundo observaba la ofensiva terrestre israelí, que involucró a tanques Merkava y escuadrones de élite, la aviación israelí hizo bombardeos con bombas de fusión, que han destruido varios edificios en los suburbios de Beirut. Las explosiones se han oído en toda la capital.

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Las dudas sobre la magnitud de la incursión israelí han persistido a lo largo del día. Mohammed Afif, portavoz de Hezbolá, negó que las tropas israelíes hubieran entrado en territorio libanés. “Todas las afirmaciones sionistas sobre incursiones son falsas. Aún no ha habido un enfrentamiento directo en el terreno entre Hezbolá e Israel", ha afirmado, advirtiendo de que los combatientes de la resistencia están preparados para enfrentarse a las fuerzas enemigas que intenten entrar en el país. También ha destacado que el ataque a la base de la Unidad 8200 del ejército israelí en Tel-Aviv es "solo el comienzo". llegado a Beirut sólo en la última semana

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“El Líbano atraviesa uno de los momentos más peligrosos de la historia. 'una reunión con representantes de la ONU y embajadores de países donantes. En este encuentro, se acordó una ayuda de más de 400 millones de dólares para el país. la guerra, intenta mantener su rutina. El tráfico caótico de la calle Hamra, epicentro comercial de la capital, es un reflejo de la resiliencia libanesa. Sin embargo, la esperanza de una desescalada se desvanece, dejando a la población en un estado de pesimismo.

“La situación es muy mala, todo el mundo está estresado. Los negocios no funcionan, no existen clientes. Sales a la calle y ves a personas desplazadas que han perdido su casa. No sé qué haré”, lamenta Gabi Haddan, camarero de un restaurante en la calle Hamra.

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La comunidad chií, amenazada

En medio de la desesperación, la comunidad chií se siente amenazada. “Quieren exterminarnos. Nadie nos ayuda porque creen que Hezbollah y el chiísmo son lo mismo. No estoy triste ni furioso por la muerte de Hasan Nasrallah; nuestro destino está en manos de Alá”, afirma Al-Allah Khasim, uno de los muchos desplazados del barrio de Dahieh que ahora ocupan escuelas y hoteles en Beirut.

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Hussein Abd Salim, estudiante universitario, también expresa su frustración. “Es mi primer año en la universidad y estaba emocionado. Sólo asistimos a clases durante tres días antes de que lo cerraran todo. No sabemos cuándo volverán a abrir las universidades; la presión es enorme”, lamenta mientras se sienta en una cafetería frente a la Universidad Americana de Beirut, donde los estudiantes pasan las horas sin clases. Helena Almas, que trabaja en ella, comparte el deseo de muchos de abandonar el país. “Todo el mundo tiene miedo. Claro que me gustaría marcharme, pero no tengo dinero ni pasaporte. Y si pudiera salir, quizá bombardeen el aeropuerto”, asegura.

Líbano, un país fracturado por décadas de conflictos y tensiones, parece acercarse peligrosamente a un punto de no vuelta. Con cada explosión y cada nuevo desplazado, la esperanza de paz se desvanece, dejando una nación junto al colapso.

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