Los palestinos de Rafah ya no saben dónde huir
Algunos se trasladan a otras zonas de la franja de Gaza frente a la inminente ofensiva de Israel
Barcelona"A mis hijos les he escrito los nombres en las muñecas y en las piernas para que los puedan identificar si nos bombardean. Lo hice después de haber sobrevivido al terrible ataque de la madrugada del lunes. Pero después, cuando vi trozos de cuerpos humanos en el patio de casa y esparcidos por la azotea, pensé que no serviría de nada". Es el estremecedor testigo de una médica palestina que trabaja con Médicos Sin Fronteras y que ha podido enviar un mensaje de voz a sus compañeros desde Rafah, al sur de la franja de Gaza. "Moriremos todos. Esperamos que sea muy rápido para detener el sufrimiento que vivimos cada segundo", remacha.
Este martes el ejército israelí bombardeó por tercer día consecutivo el hospital de Nasser (en Khan Yunis, ciudad vecina de Rafah), uno de los pocos que continúan operativos en la Franja, en un ataque en el que resultaron gravemente heridos dos periodistas de Al Jazeera. En un mensaje de WhatsApp, el doctor Khaled Alserr ha explicado a Middle East Eye que "el ejército ha dicho a todo el mundo que debía evacuar el hospital en treinta minutos antes de bombardearlo y ha disparado a tres civiles en la puerta".
En esta ciudad que se encuentra en la frontera entre Franja y Egipto, se han ido acumulando 1,3 millones de palestinos en cuatro meses. Siguiendo las órdenes de evacuación del ejército israelí, la mayoría se han desplazado, en algunos casos hasta siete u ocho veces, desde otras zonas de la franja de Gaza hasta Rafah, y en la actualidad se agolpan en un territorio de pocos kilómetros cuadrados. Tras el bombardeo del lunesSin embargo, en el que el ejército israelí mató a más de un centenar de palestinos y liberó a dos rehenes de Hamás, y después que el primer ministro israelí diera la orden de evacuación de Rafah, algunos palestinos han vuelto a trasladarse, pero esta vez hacia el centro y el norte de la Franja, según explica en el ARA en un mensaje de WhatsApp Yamen Um, un periodista palestino que también ha hecho el camino de regreso. "Ante la amenaza de una invasión inminente, la gente no sabe qué hacer: vuelven al centro de la Franja, pero no hay ningún lugar seguro. Todo el mundo tiene mucho miedo. Es una pesadilla, porque no saben a dónde ir. Fueron a Rafah porque el ejército dijo que era un lugar seguro y ahora les dicen que deben irse de aquí. ¿Pero dónde pueden huir? Es como dar vueltas en un círculo macabro", relata.
La población palestina está exhausta, tiene muy pocos alimentos y agua, intenta preservarse del frío y malvive en tiendas de plástico. "Si el ejército israelí comienza la invasión de Rafah, el peligro no es sólo para la gente que está allí, sino para los 2,3 millones de palestinos que seguimos en la Franja. Porque Rafah es el punto por donde entra la poca ayuda humanitaria que llega a Gaza", apunta el periodista. "El objetivo de Israel es matar a todos los palestinos que pueda y expulsar al resto fuera de Palestina. Lo ha destruido todo: las casas, las escuelas, los hospitales, las calles... Dice que luchan contra Hamás, pero en realidad lo que hacen es matar cualquier forma de vida. Nos quieren fuera de nuestra tierra, porque cuando la guerra se acabe no va a quedar nada. Creen que así los palestinos acabaremos marchando, pero eso no va a pasar", reivindica.
Durante la última semana el ejército israelí ha intensificado los bombardeos sobre Rafah, con decenas de ataques sobre zonas densamente pobladas. Ante el desastre humanitario que supondría una invasión del sur de Gaza, la presión internacional sobre Israel crece. Este martes Estados Unidos ha advertido a Netanyahu de que una operación militar en Rafah de que no esté bien planificada supondría un "desastre". El propio presidente, Joe Biden, le ha instado públicamente a "proteger" a los civiles. El lunes el primer ministro británico, Rishi Sunak, dijo que Israel debía pensarlo dos veces antes de atacar a Rafah, y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, instó a Estados Unidos y Reino Unido a dejar de enviar armamento a Israel si realmente quieren que se acabe la guerra.
Conversaciones para un alto el fuego
Al borde del desastre, este martes se han reanudado las negociaciones sobre un alto el fuego, que Netanyahu en persona rechazó de plano la semana pasada, cuando dio carpetazo a la tregua de seis semanas propuesta por Hamás a cambio de la entrada de ayuda humanitaria y la liberación de los rehenes. Al mediodía se han reunido en El Cairo los representantes de Estados Unidos, Egipto, Qatar e Israel para encontrar una salida in extremis. David Barnea, jefe del Mosad, los servicios secretos israelíes, se ha reunido con William Burns, director del espionaje estadounidense; con los responsables de los servicios secretos de Egipto, y con el primer ministro qatarí, Mohammed bin Abdulrahman al-Thani.
Llevan semanas buscando la cuadratura del círculo con los mismos elementos de la ecuación: la liberación de los 130 rehenes israelíes que se cree que continúan en la Franja, pero que se desconoce si están vivos o muertos, y que Hamás quiere intercambiar por prisioneros palestinos; el fin de los bombardeos y la retirada más o menos total del ejército de la Franja, y la entrada de ayuda humanitaria. Sin embargo, este último requisito no debería ser materia de negociación, ya que el Tribunal de Justicia de la ONU ha ordenado a Israel garantizar la llegada de ayuda. Suráfrica, que denunció a Israel por genocidio en diciembre, ha pedido al tribunal que dictamine más medidas provisionales para evitar la ofensiva sobre Rafah.
Las negociaciones de El Cairo han vuelto a alimentar las esperanzas de una tregua, ahora que Netanyahu debe hacer frente a la presión internacional y la de los familiares de los rehenes, que reclaman un acuerdo para sacar a sus seres queridos de la Franja. Pero es demasiado pronto para saber cómo el primer ministro israelí, que se juega su futuro político en la continuidad de la coalición de gobierno con la ultraderecha, responderá a las presiones.