Los rebeldes piden a los millones de refugiados y exiliados sirios que vuelvan para "construir el futuro" del país

La caída del régimen ha modificado el equilibrio de poderes en la región y el mundo está pendiente de cómo se produce la transición en el país

ARA
y ARA

BarcelonaLa huida de Bashar el Asad en Moscú, donde ha recibido asilo, ha puesto fin a la dinastía Al Assad que ha gobernado Siria durante casi un cuarto de siglo y que ha marcado la historia moderna del país con represión, alianzas estratégicas y un conflicto que ha derivado en una de las guerras civiles más largas y sangrientas del siglo XXI. Los rebeldes, que el 27 de noviembre lanzaron una ofensiva sorpresa que, en menos de dos semanas, ha logrado el dominio de todo el país, tienen ahora el reto de devolver la estabilidad a Siria.

Este lunes en Damasco sólo ondeaban banderas rebeldes, con la franja superior verde y las tres estrellas rojas. La mañana ha dejado imágenes como la de la embajada rusa en Damasco izando la bandera rebelde y la de cientos de personas asomándose a las celdas de la cárcel de Saydnaya –donde cientos de miles de detenidos han sido ejecutados y torturados por el régimen– para tratar de liberar a los presos que llevan años sufriendo entre rejas la represión de Al Asad.

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Para la oposición, ahora la prioridad es garantizar un proceso de transición ordenado. Hadi al-Bahra, líder de la Coalición Nacional Siria, la oposición al exilio, destaca la necesidad de un período de 18 meses para redactar una nueva Constitución y sentar las bases de un sistema político que será definido mediante referéndum. "La nueva Constitución determinará si Siria tendrá un sistema parlamentario, presidencial o mixto. Esto lo decidirá la gente", ha explicado. Además, aseguró que la oposición instó a los empleados estatales a mantener sus funciones, garantizando que no serán perjudicados durante el cambio de poder. Sin embargo, las dudas persisten sobre la capacidad de los rebeldes para consolidar el control y evitar un vacío de poder. La ofensiva generó preocupación en varias capitales árabes, temerosas de una nueva ola de inestabilidad que podría desbordar las fronteras sirias.

La milicia Hayat Tahrir al-Sham (HTS) se está esforzando por mostrarse ante el mundo como un aliado fiable y capaz de garantizar una transición pacífica en el país, con el objetivo de reducir las tentaciones de las potencias regionales inmiscuirse en el proceso. Con esta intención, la coalición insurgente ha pedido este lunes a los millones de sirios que se vieron forzados a abandonar el país a volver para "contribuir a la construcción del futuro". En un breve mensaje a su cuenta en Telegram, el Mando de Operaciones Militares de la alianza ha invitado a todos los sirios que tuvieron que abandonar "su patria" a volver y contribuir en "la construcción del futuro" del país. "Crearemos las condiciones adecuadas para garantizar un entorno seguro y estable para recibirlos", añadió.

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Cambio de equilibrios en la región

La caída de Al Asad representa un duro golpe para Irán, que pierde un aliado estratégico en la región, ya que ha perdido la única vía de comunicación terrestre con Líbano y, por tanto, la única vía de suministro para Hezbollah. De todas formas, Teherán aún prevé mantener relaciones "amistosas" con Siria. Su ministerio de Asuntos Exteriores ha pedido "un diálogo nacional que incluya todos los segmentos de la sociedad siria para establecer una estructura de gobierno inclusiva".

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La otra cara de la moneda es Israel, que emerge como un actor decisivo tras su papel en el debilitamiento de Hezbollah. El domingo Israel anunció que tenía tropas desplegadas en los Altos del Golán, en Siria, trabajando con equipos terrestres, marítimos y aéreos. Su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien consideró que el domingo había sido un "día histórico" para Oriente Próximo, podría aprovechar ahora la oportunidad para aumentar el control sobre la zona, ya que ese cambio en el equilibrio de poder podría redefinir las alianzas regionales y alterar la dinámica del conflicto en Oriente Próximo.

También es una incógnita cuál será el papel de Turquía en la redefinición del nuevo estado de Siria. Ankara, que es la gran beneficiada del cambio de bandera, aseguró que "intensificará" los esfuerzos para ayudar a asegurar el futuro pacífico y estable de Siria en los próximos días. Es posible que tenga la intención de ganar territorios a los kurdos, que están en el norte del país.

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El derrumbe del régimen coge a Estados Unidos a contrapié, en plena transición entre la administración Biden y la administración Trump, que tienen políticas exteriores diametralmente opuestas. El domingo el todavía presidente, Joe Biden, señaló la "oportunidad histórica" ​​que supone la caída de la dictadura para los sirios, pero mostró su preocupación por el vacío de poder que deja el gobierno de Al Asad. El interés principal de Washington, que ha estado financiando a las milicias kurdas para combatir el Estado Islámico, son sobre todo los pozos de petróleo del norte de Siria. Hasta ahora los kurdos han hecho de guardianes de los recursos para evitar que cayesen en manos de sus enemigos estratégicos: Rusia e Irán. Queda por ver si mantendrán el interés o dejarán a los kurdos a merced de la voluntad de Turquía.