El show de Trump, el pacificador de Oriente Próximo: "Es el fin del terror y de la muerte"
El presidente estadounidense capitaliza la liberación de los rehenes con un discurso histórico ante un parlamento de Israel entregado
Enviada especial a JerusalénTrump no ha dejado perder la ocasión de capitalizar su papel en la tregua y ha hecho una visita relámpago a Israel este lunes. El Air Force One ha aterrizado en Tel-Aviv por la mañana frente a una enorme alfombra roja, poco después de que los primeros rehenes israelíes fueran liberados, y prácticamente cuando el segundo grupo también era liberado, en una calculada coreografía. El presidente de Estados Unidos ha recorrido con su limusina la autopista hasta Jerusalén, que ha permanecido cerrada toda la mañana para dejar paso a la comitiva presidencial, y ha dirigido un discurso triunfalista de 65 minutos ante la Knesset, el parlamento israelí. "Hoy el cielo está en calma, los cañones se han callado, las sirenas no suenan y el sol se levanta en una Tierra Santa que finalmente vive en paz", proclamó. En esta tierra hay menos paz, pero a Trump no le importa la verdad, sino los titulares. El presidente estadounidense ha cantado victoria ("No es sólo el fin de la guerra, es el fin de una era de terror y de muerte") y ha proclamado "un nuevo amanecer para Oriente Próximo".
Las calles de Jerusalén están llenas de banderas de barras y estrellas junto a las israelíes y por doquier un mensaje perenne "Thank You Mr. TrumpTrump no ha tenido tiempo de pisar el lujoso hotel King David donde se alojan todos los líderes extranjeros que pasan por Israel. Pero sí se han reunido sus fans. Una mujer con vestido largo lucía una gorra roja de estética MAGA con el lema”.Trump, the presidente of Peace". En todo caso, Trump ha querido dejar claro en Netanyahu que la guerra de Gaza ha terminado, algo que el primer ministro israelí no lo ha confirmado, todavía. "Israel, con nuestra ayuda, ha conseguido todo lo que podía conseguir por la fuerza de las armas. Ha ganado."
Netanyahu está en deuda con Trump por muchas cosas más que por su plan para Gaza. Fue el estadounidense quien reconoció, contra el derecho internacional, a Jerusalén como capital de Israel y trasladó su embajada. También reconoció, en su primer mandato, la soberanía sobre el territorio sirio ocupado de los altos del Golán y promovió los Acuerdos de Abraham para acabar normalizando las relaciones entre Israel y los países árabes, con el objetivo de enterrar la causa palestina. Y más recientemente, en junio, le apoyó en la guerra de doce días contra Irán (como recordó hoy con sus "bonitos" bombarderos B-2 capaces de lanzar bombas que dejan cráteres de 60 metros de profundidad).
Aparte de darle armas para masacrar a Gaza, Trump ha vetado todas las resoluciones de la ONU para condenar los crímenes cometidos en Gaza, que han llevado al Tribunal Penal Internacional a dictar una orden de detención de Netanyahu como criminal de guerra. Y en el ámbito doméstico, entró en guerra con las universidades y las instituciones críticas, amparándose en su decreto presidencial que tacha de antisemita cualquier crítica a Israel. Es por todo ello que Netanyahu le ha definido hoy como "el mejor amigo que ha tenido Israel en la Casa Blanca", algo que no es poco. Trump se ha definido a sí mismo: "Todo el mundo pensaba que sería brutal –ha dicho–. Hillary Clinton decía que tenía una personalidad hecha para la guerra. Pero mi personalidad es, en realidad, para evitarlas. Y parece que funciona", ha dicho, en su característico tono de ataque a los rivales políticos.
"Quiero a Israel"
Durante el discurso solemne ante la Knesset, Trump ha proclamado este lunes "el fin de la época del terror y de la muerte" y "el inicio de una era de fe, esperanza y paz". También reiteró los elogios al primer ministro israelí para blindarlo de las críticas internas, que le llueven desde los socios de extrema derecha por haber aceptado el acuerdo de Trump y de los familiares de los rehenes por no haberlo hecho antes y por voluntad propia. E incluso se ha permitido bromear diciendo que "no es el tipo más fácil con el que se puede tratar, pero eso lo hace extraordinario". Trump ha dicho a Netanyahu que "será recordado" por hacer la paz, y no por "seguir matando, matando y matando". El presidente de Estados Unidos le ha felicitado por "tener el coraje" de detener la matanza. Acostumbrado a saltarse todos los protocolos diplomáticos, Trump tampoco se ha estado de sugerir al presidente israelí, Isaac Herzog, que le perdone los casos penales abiertos en su contra por corrupción y otros delitos: "Eh, tengo una idea, presidente: ¿por qué no le concede un indulto?"
Durante el parlamento, Trump ha apartado en algunos momentos los ojos del teleapuntador para improvisar: ha explicado la conversión de su hija Ivanka al judaísmo o cómo Miriam Adelson, la viuda del magnate de los casinos Sheldon Adelson, que estaba presente en la sala, ha influenciado a la política de Estados Unidos. Tampoco se ha estado de cargar contra sus predecesores: Biden, ha dicho, "ha sido el peor presidente de la historia de Estados Unidos" y Obama "no se quedaba atrás".
Entre los aplausos constantes y la euforia exagerada de los asistentes al parlamento, Trump se ha animado y se ha sentido comodísimo. Y para poner punto y final a su intervención, ha dicho: "Quiero a Israel, estoy con vosotros hasta el final".
Lo único que ha salido del guión del show de Trump ha sido la interrupción de dos diputados de izquierdas de la Lista Conjunta, una candidatura mixta de judíos e israelíes, que han mostrado un cartel con el lema "Reconozca Palestina". Agentes de seguridad les sacaron de la sala de plenos mientras el resto de diputados aplaudían, algo que Trump consideró "muy eficiente". Uno de los diputados, Ayman Odeh, a quien hace tiempo que los partidos del gobierno intentan expulsar del parlamento, ha escrito en X: "Los discursos en la Knesset no absuelven a Netanyahu de los crímenes contra la humanidad cometidos en Gaza. Aquí hay dos pueblos y ninguno de los dos se va".