Siria y Oriente Próximo, ante un futuro aún más incierto
Tras 61 años al frente del país –53 con la familia Al Assad–, el partido socialista y panárabe Baas ha sido apartado definitivamente del poder por la fuerza. Los contextos de hace seis décadas y ahora son muy diferentes. El nasserismo desapareció del mapa y hace algunos años que el salafismo-yihadismo fue frenado o contenido gracias a la intervención de las potencias occidentales.
El triunfo definitivo de este domingo de la Organización por la Liberación de la Gran Siria, de orientación claramente islamista, podría interpretarse como una anomalía en los tiempos que corren, cuando hemos visto que los mandatarios de la región no toleran las veleidades del islam político.
Sabemos poco de cómo gestionará el país Abu Mohamed al-Jawlani después de la conquista de Damasco. cualquier precio, y que por ese motivo experimentaron directamente la represión del gobierno de Bashar al-Assad. Al Jawlani ha dicho recientemente que consultará otros elementos de la oposición antes de determinar el futuro del país. Su trasfondo es justamente el de un salafista-yihadista que ha militado en Al Qaeda, aunque ahora hable un lenguaje más suave. y con más sensatez. Es imposible prever qué dirección tomará en el futuro más inmediato, especialmente si consideramos que a su alrededor hay gente extremadamente radical.
El porvenir de Al-Jawlani depende en gran medida de la política que adopte hacia su vecino más poderoso. Sostenido política y militarmente por Estados Unidos, y aún más con Donald Trump, Israel seguramente buscará una situación de no agresión que le permita avanzar en la colonización judía del Golán ocupado en la guerra de 1967.
Una segunda cuestión que jugará un papel relevante será la actitud de Damasco hacia Irán. No parece posible que Teherán siga enviando armamento al Hezbollah libanés a través de Siria. La Organización por la Liberación de la Gran Siria y sus socios tienen una filiación suní bien marcada y de ninguna manera toleran el chiísmo de Irán y sus aliados.
Dirigentes débiles
El contexto actual de Oriente Próximo está dominado por un buen puñado de dirigentes locales débiles y con la preocupación principal de mantenerse en el poder. Esto puede decirse de Egipto y Jordania, pero también de Arabia Saudí y de los Emiratos. Sin lugar a dudas, estos países intentarán influir en la cocina de Damasco para que no sea un elemento política o religiosamente desestabilizador.
Aunque todavía es pronto para saber la dirección que tomará Damasco, es evidente que si no observa con diligencia esta serie de referencias, su supervivencia será muy complicada. De hecho, la caída de Bashar el Asad probablemente ha sido provocada precisamente por no respetar estos parámetros internacionales: su prolongada colaboración con Irán y Hezbolá puede haber sido determinante a raíz de la guerra de Gaza.
Una consecuencia inmediata de esta revolución será el debilitamiento sustancial de Hezbollah. Las milicias chiítas libanesas han perdido un aliado fundamental, y esto significa que el eje Teherán-Damasco-Beirut ha dejado de existir. Las armas que Hezbolá recibía de Irán y que circulaban por territorio sirio ahora tendrán que llegar por avión o por barco, y eso será mucho más complicado.