La videollamada de un soldado israelí a un refugiado palestino: "¿Estás en Barcelona? Enséñame la calle"
Mohamed Najjar tuvo que demostrar al ejército que no estaba en Cisjordania cuando entraron en su casa para detenerle
BarcelonaEra primera hora de la mañana y todavía dormía cuando sonó el teléfono. Mohamed Najjar no le habría cogido si hubiera visto un número desconocido, pero la videollamada entrante era desde el teléfono de su madre y descolgó sin pensárselo. Lo que se encontró al otro lado de la pantalla le dejó helado. "Apareció directamente la cara de un soldado israelí", recuerda. El ejército había entrado en su casa de Nablús (norte de Cisjordania) para detenerlo y no lo habían encontrado.
La madre dijo a los militares que llevaba meses marchando de Palestina, pero vieron ropa de su hijo en la casa y no se la creyeron. Y ahora un soldado interrogaba a Najjar: "¿Dónde estás?", le preguntó en árabe. El miedo invadía este palestino de 31 años, herrero de profesión y con estudios universitarios de contabilidad, pero fue lo suficientemente rápido como para reaccionar y desde el primer momento grabó la videollamada desde Barcelona, a más de 3.000 kilómetros de distancia. "Soy en España", respondió Najjar en la primera pregunta.
"Tenía que seguir con la llamada, estaba preocupado por mi familia", explica en conversación con el AHORA. "Sale de casa y enséñame la calle", le ordenó el soldado israelí. De fondo, Najjar oía la voz de su madre: "Soy una persona honesta, no miento [...]. Te juro que está en España". El palestino obedeció y salió al exterior. "¿En qué calle eres?", insistió su interlocutor. "No sé, en Barcelona", dijo él. Y ante la incredulidad del soldado, acercó la cámara a las matrículas de los vehículos aparcados en una calle cerca de la estación de Sants: "[Soy] en Catalunya, aquí se ven los coches [...]. Así está bien ?" Con esto les convenció: "Sí, gracias".
Los hechos ocurrieron el pasado 5 de noviembre, durante una operación del ejército israelí en Nablús que acabó con una quincena de detenidos, dos de los cuales amigos de Najjar Él decidió difundir como denuncia la grabación de la videollamada, que ha facilitado al ARA y que encabeza este artículo: "Quiero enseñar el sufrimiento que viven los palestinos. Aunque decidas marcharte, no te puedes escapar. Te persiguen estés donde estés", lamenta. Cuando colgó el teléfono, los soldados se quedaron una hora más en su casa y, según explica, la dejaron "boca abajo". "El hecho que yo esté aquí tampoco impide que mi familia sufra un castigo colectivo", critica.
Najjar logró salir de Cisjordania en octubre del 2023, poco después de que Israel iniciara los bombardeos sobre Gaza y redoblara la represión en los territorios ocupados. "En Cisjordania no hay sensación de seguridad ni perspectivas de futuro. Vivir allí es una amenaza permanente", afirma. Tras tramitar un visado en el consulado español y de varios intentos fallidos, atravesó la frontera con Jordania y voló hacia España. Desde allí viajó hasta Alemania, donde vive uno de sus hermanos, y pidió sin éxito el asilo en el país germánico. Cuando le denegaron, fue deportado de nuevo a España –el país por el que había entrado en la Unión Europea– y llegó solo a Barcelona a finales de septiembre, donde ha iniciado los trámites para conseguir el estatus de refugiado.
"Nunca explican por qué quieren detenerte"
De momento duerme en un albergue facilitado por Cruz Roja, pero tiene claro que quiere quedarse en la capital catalana. El hecho de que el ejército se presentara en su casa lo afianza en la decisión de buscar una nueva vida en Europa. A la pregunta de por qué le querían detener, responde que los soldados "nunca explican por qué quieren detener a alguien oa otro". Desde el 7 de octubre del año pasado, de hecho, Israel ha detenido en Cisjordania y Jerusalén Este a unos 11.700 palestinos, de los que más de 700 son menores, según el recuento de la Comisión de Asuntos de los Detenidos, vinculada a la Autoridad Palestina. La mayoría han sufrido una detención administrativa, que permite el arresto indefinido sin presentar cargos.
Las nefastas condiciones y los abusos constantes en las cárceles israelíes han sido denunciados de forma reiterada por diversas organizaciones de defensa de los derechos humanos. Lo corrobora Najjar, que en el pasado ya había sido detenido y encarcelado en dos ocasiones –pasó un total de tres años entre rejas– por hacer "activismo" contra el empleo. "Las celdas son estrechas y los ocupantes siempre te tratan con agresiones", afirma. "Los presos palestinos no tenemos ningún mecanismo de defensa. Si queremos mejoras de cualquier tipo, debemos pasar semanas haciendo huelgas de hambre para conseguirlo", añade.
Le cuesta encontrar palabras para describir su sentimiento ante los bombardeos en Gaza, que han dejado ya casi 44.000 muertos. "Es difícil explicar cómo nos sentimos, porque estamos viendo una matanza en directo", dice, y no puede estar de señalar a los gobiernos occidentales como "cómplices del genocidio". "No han hecho nada, sólo hemos oído declaraciones", se queja. Su mensaje para los políticos europeos es que recuerden "los valores que siempre reivindican de paz, igualdad y justicia y que ahora son violados en cada segundo" en Gaza, pero también en Cisjordania. La videollamada que recibió hace menos de tres semanas le sirve para denunciarlo.